Antonio Basagoiti Arteta (I)

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La trayectoria de Antonio Basagoiti Arteta, el principal promotor del Banco Hispano Americano, es un paradigma de las carreras de los “indianos” que triunfaron en México. La emigración española a México fue poco numerosa comparada con la que se dirigió a países como Argentina, Cuba o incluso Brasil. Las cifras del censo de 1910 indican que el número de inmigrantes españoles residentes en México superaba los 24.000, siguiendo a continuación guatemaltecos (21.302) y estadounidenses (19.568) y, a mucha distancia, otros europeos (4.771 ingleses, 3.971 franceses, 3.645 alemanes, 2.068 italianos, etc.) y los del resto del mundo.

Los componentes del grupo español se caracterizaban por tener entre sí algunos lazos de parentesco, mantener buenas relaciones con la capital, diversificar considerablemente sus áreas de actuación, haber alcanzado una notable prominencia social en el país de acogida y establecer nexos económicos con su país de origen. La población inmigrante española durante el Porfiriato (periodo entre 1876 y 1911 dominado por el general Porfirio Díaz) se componía fundamentalmente de hombres —un 80% del total— en su mayoría solteros, que llegaban a México para dedicarse a los negocios, con una edad que oscilaba entre los 20 y los 30 años, radicándose fundamentalmente en los centros urbanos, sobre todo en el Distrito Federal (es decir, Ciudad de México) y Veracruz. También era típico de este grupo el que practicara la “inmigración en cadena”, por la cual los inmigrantes ya establecidos llamaban o recibían a parientes o conocidos del mismo origen, a los que acogían y daban trabajo hasta que éstos se establecían por su cuenta.

Un caso de inmigración en cadena fue el de Antonio Basagoiti Arteta, hijo de marino, nacido en Algorta (Gecho, Vizcaya) el 22 de octubre de 1849, que emigró a México en 1864 tras haber cursado estudios en la Escuela de Comercio de Cádiz, ciudad donde eran frecuentes los embarques hacia América. Su esposa, Francisca Ruiz Ibáñez, con la que se casó en Colombres (Asturias) el 18 de septiembre de 1885, y que le daría trece hijos, estaba emparentada con la poderosa familia Ibáñez. En dicha familia destacaba Manuel Ibáñez Posada —tío de la esposa de Basagoiti—, uno de los principales empresarios españoles en México, quien había llegado al país americano a mediados del siglo XIX para trabajar como dependiente en la casa de su paisano Faustino Sobrino. Posteriormente se independizó y forjó un pequeño imperio textil, aunque también poseyó haciendas y explotaciones mineras.

El camino de Basagoiti fue parecido en sus inicios al de Manuel Ibáñez. Empezó trabajando para diversos empresarios de origen español, emigrados con anterioridad, entre los que destacaron los Zaldo y los Aragón. Los hermanos Zaldo provenían de Pradoluengo (Burgos) —un lugar donde abundan los apellidos vascos—. Quien más destacó fue Bruno Zaldo Rivera, el primogénito, nacido en 1836, impulsor en Veracruz de las casas Zaldo Hermanos (1857) y Zaldo Hermanos y Cía. (1868), quien ya era rico cuando se casó en 1869 con su paisana Victoria Arana Villar. El centro del negocio de los Zaldo se situó en el antiguo convento de Santo Domingo, que era considerado el edificio más hermoso de Veracruz. Se trataba de un gran almacén de ropa de todas clases y procedencias. Además, poseían la Fábrica de Hilados y Tejidos de Algodón San Bruno, en las orillas del río de Jalapa, y eran consignatarios de la naviera Pinillos Izquierdo y Cía., de Barcelona. En Veracruz, Basagoiti también entró en contacto con Julián Aragón, natural de Vinuesa (Soria), quien también fue otro de los fundadores del Banco Hispano Americano. Aragón permaneció en Veracruz entre 1876 y 1895, dedicado a la importación de ropa y al giro sobre España y las principales plazas europeas. Julián trabajó solo, luego asociado con su hermano Gregorio y, finalmente, con su sobrino. Su mayor creación fue un gran almacén de ropa ubicado en el antiguo convento de San Agustín. Los hermanos Benjamín y José Oncíns Aragón llevaron la gestión cuando Julián volvió a España.

Tras emparentar con la familia Ibáñez, Basagoiti decidió volcarse en los negocios textiles y, en 1886, se vinculó a Bernardo Roves y Cía., empresa dedicada a la venta de confecciones textiles y propietaria de un almacén de ropa y bonetería conocido como El Nuevo Mundo, en la calle Capuchinas, de la capital, donde se abastecían también otros comerciantes de la provincia. Asociado a Roves, Basagoiti se inició como empresario y fue, sin duda, en la industria textil donde estableció los cimientos de su fortuna en México. Su mayor realización en este campo sería la creación en 1892 de la Compañía Industrial de Hilados, Tejidos y Estampados San Antonio Abad, en la capital, donde tuvo como socios, entre otros, al célebre asturiano de Colombres Íñigo Noriega Laso, junto a sus hermanos, y que pronto llegaría a ser una de las mayores firmas de México; Basagoiti alcanzaría su presidencia en 1899.

Las inversiones de Basagoiti en el textil fueron muy numerosas. Con el mismo grupo que poseía El Nuevo Mundo crearía durante la década de 1890 varias empresas textiles más; entre ellas, La Virgen (1895), establecida en Ciudad de México, con factorías en Michoacán y plantaciones algodoneras en Coahuila. Basagoiti fue consejero de esta sociedad desde sus comienzos, y en 1898 se convirtió en su mayor accionista. Del mismo modo, fue fundador y mayor accionista de la sociedad textil El Salvador (1897), algodonera radicada en Ciudad de México, y de otras denominadas El Príncipe y El Progreso Industrial (inicialmente, una papelera). Asimismo, invirtió en la gran empresa textil lanera La Victoria, y en fábricas de lino en Tajimoroa (Michoacán). Gracias al prestigio conseguido, Manuel Ibáñez Posada y Bernardo Roves terminaron por confiar a Basagoiti la administración de su fortuna, una vez que regresaron a España, y el liderazgo de Basagoiti fue decisivo para aglutinar a los empresarios españoles en torno a la Compañía Industrial de Atlixco (CIASA), fundada en 1899 y propietaria de la “gigante fábrica de Metepec”, la mayor empresa textil del estado de Puebla y una de las mayores del país, con la que pretendieron enfrentarse al poderoso conglomerado textil, de capital franco-mexicano, conocido como Compañía Industrial de Orizaba (CIDOSA).

La diversificación era característica de los empresarios españoles en México. Así, Basagoiti invertiría en La Velocitan, empresa dedicada a trabajar el cuero, y en especial a producir correas transmisoras, tan empleadas entonces en las fábricas movidas a vapor; de esta empresa también fue presidente. Otra empresa en que tomó parte muy activa fue la negociación Agrícola de Xico y Cía., explotación agrícola creada en 1897 en Chalco, al sur de Ciudad de México, la desecación de cuyo lago habían llevado a cabo los hermanos Noriega. También participó Basagoiti en otra empresa de los Noriega, el Ferrocarril México-Puebla, que uniría la mayor parte de las empresas del grupo, ya que pasaba por Chalco y Metepec. En 1899, Basagoiti se uniría a los Zaldo para fundar la Tabacalera Mexicana, fruto de la fusión de otras empresas más pequeñas. Por último, sabemos también que Basagoiti participó en la Compañía Minera La Azteca y, sobre todo, el 5 de mayo de 1900, en la creación de la importante compañía siderúrgica Fundidora de Fierro y Acero de Monterrey (Fundidora Monterrey), cuyo capital fue de 10 millones de pesos, de los cuales Basagoiti aportó el mayor porcentaje —21,5%—, siendo el resto invertido por capitalistas de procedencias muy diversas, entre los que sobresalían León Signoret, Eugenio Kelly, Patricio Milmo y Vicente Ferrara junto a su familia. Fundidora sería la más grande siderurgia existente en América Latina hasta los años Cuarenta del siglo XX.

Pero, además de comerciante e industrial, Basagoiti fue también banquero, algo que, por otra parte, era frecuente en la colonia española. Sabemos que tuvo casa de banca en su propio domicilio mexicano (calle Capuchinas, 2 1/2), Antonio Basagoiti y Cía., que se inició como sucesora de Manuel Ibáñez y Cía., y que en 1898-1899 pasó a denominarse Basagoiti, Zaldo y Cía. En ese momento, la casa Zaldo ya no estaba bajo el control de Bruno Zaldo, sino de su sobrino Anselmo Román Zaldo, pues en 1892 así lo había decidido el patriarca al sentir que con 56 años había llegado el momento de regresar a su añorada patria. Román Zaldo cumplió bien su cometido y fue uno de los principales impulsores del Banco Mercantil de Veracruz (1897). Por su parte, Bruno Zaldo se instaló en Madrid, ciudad donde ya había participado en negocios con anterioridad, como los de La Cerámica Madrileña o los de Cárcel Modelo, con la que empezó la reforma penal en España, ambos iniciados en 1877. En Madrid, Bruno Zaldo habitaría los palacios que le construyó el célebre arquitecto Eduardo Adaro en el exclusivo barrio de los Jerónimos, pero no olvidó hacer cuantiosas donaciones a su lugar natal, Pradoluengo, como fueron las importantes ayudas concedidas al Hospital-Asilo de San Dionisio.

En 1886, Antonio Basagoiti fue nombrado suplente en el consejo de administración del Banco Nacional de México. Este banco, donde sin duda Basagoiti obtuvo gran parte de su formación como banquero, fue el resultado de la fusión, en 1884, del Banco Nacional Mexicano y el Banco Mercantil Mexicano. Ambos bancos, que habían nacido dos años antes, tenían un fuerte contingente de accionistas extranjeros, mayoritariamente franceses en el Nacional Mexicano y españoles en el Mercantil. En este último figuraban personas y entidades estrechamente relacionadas con Basagoiti. La agencia del Banco Mercantil en Morelia (Michoacán) estaba desempeñada por J. Basagoiti y Cía., la sociedad de Juan Basagoiti, propietario de la empresa textil michoacana La Unión y pariente de Antonio Basagoiti. En el primer consejo de administración del Banco Mercantil o entre sus mayores accionistas figuraron o estuvieron representadas estas y otras personas también afines a Basagoiti, como los Zaldo o los Noriega.

Nada tiene de extraño, por tanto, que Basagoiti entrara pronto como consejero suplente en el consejo de administración del Banco Nacional de México, que entre 1889 y 1909 fuera ya consejero propietario, y que contara con algunos de sus socios de México, como los Ibáñez o los Zaldo, a la hora de constituir el consejo de administración del Banco Hispano Americano. Por las actas del consejo de administración del Banco Nacional de México sabemos que viajó frecuentemente a España en el período inmediatamente anterior a la fundación del Hispano. La última ausencia de México, de más de un año, debió emplearse en planear este asunto. La reunión definitiva para la creación de la nueva entidad tuvo lugar en el domicilio de Basagoiti en Madrid el 16 de junio de 1900.

Bibliografía

– CERUTTI, Mario (1995), Empresarios españoles y sociedad capitalista en México (1840-1920), Madrid, Fundación Archivo de Indianos/Júcar.

– FRANCIA, Lourdes (1998), “Los Basagoiti y el BCH (1900-1997): cuatro generaciones ya”, Letras de Cambio, núm. 15, pp. 75-82. (Este trabajo tiene aspectos muy interesantes, pero señala erróneamente 1848 como fecha de nacimiento de Antonio Basagoiti, lo que, sin embargo, tomé por cierto al escribir su perfil biográfico para el libro Los 100 empresarios españoles del siglo XX, Madrid, LID, 2000).

– GARCÍA RUIZ, José Luis (1999), “La nueva banca mixta en el Madrid de comienzos de siglo”, en P. Tedde (ed.), Economía y colonias en la España del 98, Madrid, Síntesis/Fundación Duques de Soria, pp. 261-297.

– GARCÍA RUIZ, José Luis (2000), “Antonio Basagoiti Arteta”, en Eugenio Torres (dir.), Los 100 empresarios españoles del siglo XX, Madrid, LID, pp. 57-61.

– GARCÍA RUIZ, José Luis (2007), “Noventa años de banca comercial: el Banco Hispano Americano, 1900-1991”, Revista de la Historia de la Economía y de la Empresa, 1, pp. 117-138.

– HERRERO BERVERA, Carlos (2004), Los empresarios mexicanos de origen vasco y el desarrollo del capitalismo en México, 1880-1950, México, Universidad Autónoma Metropolitana / Plaza y Valdés.

– MARICHAL, Carlos (1999), “De la banca privada a la gran banca. Antonio Basagoiti en México y España, 1880-1911”, Historia Mexicana, 4, pp. 767-793.

– ZABALA, Carlos M. (1989), Historia de Guecho, Algorta, Padres Trinitarios.

– ZALDO HERNÁNDEZ, Rafael (2013), Indianos ilustres: familia Zaldo, Burgos, Imprenta Santos (con el patrocinio del Ayuntamiento de Pradoluengo y la Diputación Provincial de Burgos).

Otras fuentes: Información facilitada por el ingeniero Antonio Dueñas Vallejo, que ha reunido documentación sobre su pariente Bruno Zaldo.

Fotografía: Colección de arte del Banco Hispano Americano.

 
José Luis García Ruiz (Universidad Complutense de Madrid), miembro de la Asociación Española de Historia Económica.

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