Aprender cuesta, sobre todo en septiembre

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Aprender cuesta, sobre todo en septiembre

28/08/2013 | FxM – Nacho Sainz-Ezquerra

Septiembre está a punto de empezar, y con ello, el bolsillo de cada universitario, y el de sus padres, está temblando. Se aproximan una gran cantidad de gastos a los que toca hacer frente de la mejor manera posible. Es más hay gente que no puede estudiar porque le es imposible hacer frente a todos los gastos implícitos.

En primer lugar está el desembolso que hay que hacer con la matrícula de las diversas carreras universitarias. Hasta el año pasado un curso académico de unos 60 créditos podía costar entre 900 y 1.000 euros al año, lo que suponía unos 16 euros por crédito. Tras la subida de tasas ese precio ha ascendido hasta situarse en los 20 euros por crédito aproximadamente, lo que significa una subida de entre un 15% y un 25%. Eso sin contar si se tienen asignaturas de 2ª matrícula, esto es asignaturas que se cursaron el año pasado pero que no se aprobaron, lo que implica un desembolso mayor, puesto que si es de segunda o tercera convocatoria casi hasta se triplica el coste por crédito. Lo bueno es que normalmente las universidades ofrecen la posibilidad de fragmentar el pago, circunstancia que puede ayudar a una mejor gestión del gasto total. Otra opción es la de matricularse en unas pocas asignaturas en el primer cuatrimestre, y en el segundo matricularse del resto.

Depende de cada carrera el coste por crédito, así por ejemplo las carreras de la rama de ciencias de la Salud como Medicina, Enfermería o Veterinaria son las más caras. Mientras que las de Humanidades son las más baratas. También hay que comentar que dependiendo de dónde se estudie, es decir en una u otra universidad, los precios varían.

Una vez hecha la matrícula, y en el ámbito de los estudios, hay gastos que van implícitos en la carrera pero que normalmente no se tienen en consideración. Tal es el caso de las decenas, o en ocasiones los cientos de euros que se gastan los estudiantes en fotocopias o impresión de apuntes. Bien porque les “copian” los apuntes a los compañeros, o bien porque los profesores cuelgan material en el “aula virtual” (el temario, los ejercicios, las prácticas, etc.) y se imprimen para poder trabajar con ellos. Después están los libros y manuales, en el caso de algunas carreras. El precio de éstos suele variar bastante pero no son inferiores a 20 euros y es muy difícil que superen los 200, por norma general.

Una vez comenzado el curso, o en algunos supuestos, según comienza, los estudiantes se dan cuenta y piensan que es necesario apoyar su formación mediante academias particulares. Otro gasto más, que en ocasiones resulta innecesario. Los jóvenes no se molestan ni siquiera en ir a las clases de la universidad para comprobar en sus propias carnes si la asignatura es difícil o no, directamente por comentarios de otros años y/o influencia de los compañeros pagan estas clases porque así se creen que van a aprobar. Es decir, si los estudiantes tanto se quejan de que se elevan las tasas universitarias, ¿por qué no acuden a los propios profesores a preguntarles las dudas en vez de duplicar o triplicar el gasto por “aprender”? Por poner un ejemplo, una academia particular puede suponer un desembolso mensual de unos 60 euros.

En otro momento puede que el “chaval” diga que necesita un ordenador portátil. Son muchos los estudiantes que ya van a clase con su portátil. Es más, en algunas asignaturas es casi hasta imprescindible. ¿Cuánto cuesta uno de estos ordenadores? ¡Hagan sus apuestas señores! Por menos de 400 o 500 euros no se encuentra uno de estos equipos en condiciones. Y eso sin añadir que el niño/a no te pida una tableta…

Dejando los estudios a un lado, está el tema de las comidas. Si bien la mayoría de las carreras tienen unos horarios distribuidos de la mejor manera posible, bien por las mañanas o bien por la tardes, para evitar que los chavales se tengan que quedar todo el día en la universidad, en ocasiones es inevitable. En ocasiones por tener clases a diferentes horas y en diferentes grupos, como por temas de trabajos de las propias asignaturas, los estudiantes se tienen que quedar a comer en los centros universitarios, o cerca de ellos. Todo depende de lo que se coma, pero hay cafeterías universitarias que ofrecen precios bastante asequibles, por ejemplo un menú del día puede costar unos 6 euros. Aunque también existe la posibilidad de que los propios universitarios lleven su comida y la calienten en los microondas, puesto que algunas facultades disponen de las instalaciones oportunas.

Tema aparte, está el lugar de residencia. Dependiendo de la lejanía, hay diversas opciones para desplazarse. La que hoy en día prima es la del vehículo particular. Permite un rápido desplazamiento cuando se quiera. Ahora, que si se contempla esta posibilidad, hay que echar cuentas de cuántos kilómetros se van a hacer al día, las facilidades que ofrezcan los centros universitarios en cuanto a aparcamiento, gasto en combustible, seguro, etc. Otra opción es la del transporte público. Aquí ya se depende sobre todo de los horarios. Aunque si bien, en estos casos existen ayudas económicas que ofrecen tanto los ayuntamientos como las comunidades autónomas. El coste en estos casos depende de las distancias: así si se trata de transporte urbano el precio puede ser superior al euro por trayecto, ahora si ya hablamos de desplazamientos entre pueblos o ciudades el coste se incrementará. Si la distancia es muy grande ya hay que contemplar la posibilidad de cambiar de residencia, esto es alquilar un piso sólo, compartido, o una residencia universitaria o colegio mayor.

En el caso de decantarse por la opción del cambio de residencia, los precios mensuales por término medio rondan los 500 euros en el caso de alquilar un piso sólo, 200 euros si se comparte, y 400 euros en una residencia o colegio mayor, sumándole unos 300 euros en el caso de que se quiera pensión completa. En algunos casos además, en el alquiler de un piso hay que sumarle los gastos de agua, luz, gas, o Internet. Claro que no sólo se queda ahí, puesto que si bien el/la joven tiene que comer, también tiene que hacer un desembolso en cuanto al tema de la compra de la comida, cosa que si viviera con sus padres sería más rentable.

Y, ya por último estarían los hobbies de nuestros universitarios. ¿Cuánta gente joven está apuntada a un gimnasio? ¿O bien a clases de algún deporte? En tal caso hay variedad de ofertas, dependiendo del horario y las actividades que uno quiera. D
e tal modo que, por ejemplo, un centro deportivo (gimnasio, piscina, pistas de tenis, padel, etc.) al que puedes ir a cualquier hora mensualmente cuesta entre unos 30 y 40 euros.

Por tanto, y en resumidas cuentas, un estudiante universitario llega a gastar anualmente unos 5.600 euros desglosados de la siguiente manera:
– 1.000 euros por matrícula
– 60 euros en fotocopias
– 50 euros por libro
– 60 euros x 9 meses = 540 euros por academia
– 450 euros en un portátil
– 50 euros x 10 meses = 500 euros por comida
– 70 euros x 10 meses = 700 euros en gasolina
– 200 euros x 10 meses = 2.000 euros en un piso
– 30 euros x 10 meses = 300 euros en gimnasio

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