Cómo gastar 2,8 billones de dólares en efectivo

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Cómo gastar 2,8 billones de dólares en efectivo

27/01/2014 | John Plender – Financial Times Español

El exceso de dinero de las corporaciones globales es cada vez más impresionante. De acuerdo con la firma de servicios profesionales Deloitte, la tercera parte de las empresas globales no financieras están sentadas sobre una pila de dinero de 2,8 billones en metálico. La mayor parte de ésta corresponde a empresas de los EE. UU. especialmente del sector tecnológico.

Yo calculo que en sus informes más recientes Apple, Microsoft y Google acumulan efectivo por un total de 258 miles de millones de dólares y mantienen deudas mínimas. ¿Deberíamos preocuparnos por si estas empresas utilizarán en 2014 este dinero congelado para financiar inversiones en plantas y maquinaria, en beneficio de la economía en general?

Seguramente no. El sector financiero está para servir de intermediario entre aquellos con exceso de fondos y aquellos que quieren invertir. Y se puede confiar en que esto se realiza. Y en el caso de muchos gigantes de la alta tecnología el exceso de efectivo es inevitable. Sus elevadas ganancias provienen principalmente del capital humano más que del capital físico. Cuando se requiere capital físico para manufacturar productos de alta tecnología la actividad intensiva del capital de cualquier manera a menudo se realiza en los mercados emergentes. Estas compañías simplemente no encuentran usos atractivos en su propio negocio para todo ese efectivo.

Esto resulta en una relación curiosa con los mercados de capital. La razón por la cual una empresa de redes sociales como Facebook se hizo pública no fue porque necesitara capital. Este paso se diseñó para dar una salida a sus inversores de riesgo y crear una moneda – acciones – para incentivar a sus empleados y pagar por sus adquisiciones.

La manera lógica de utilizar esta gran cantidad de efectivo de las empresas de alta tecnología sería dándosela a los accionistas a través de dividendos o recompra de acciones. Pero hay un obstáculo que surge del gobierno corporativo. Los emprendedores-fundadores de la empresa tienden a mantener el control emitiendo acciones sin derecho a voto. Así que permanecen inmunes a la presión de distribuir el efectivo.

En efecto, el sector tecnológico de los EE. UU. opera bajo el modelo de gobierno corporativo japonés. Las empresas son dirigidas para el beneficio de los administradores y los empleados, y el sector corporativo acumula grandes cantidades de efectivo a pesar de invertir más, en relación con el producto interno bruto, que otras grandes economías del mundo desarrollado.

Y como las empresas japonesas, los inversionistas de las empresas del sector de alta tecnología de los EE. UU. van tras los administradores con la esperanza de obtener el producto de su inversión en forma de ganancias de capital. El problema llegará cuando las empresas dejen de crecer. Es mucho más difícil en los EE. UU. destituir a los directores ejecutivos que en Europa, y las compras hostiles son bloqueadas por las estructuras de capital de dos niveles.

También se puede decir que esta no es la manera de llevar un mercado de capitales. Un punto de vista alternativo es que la idea anglosajona del valor para el accionista como una solicitud residual de los beneficios corporativos después de que se han satisfecho a los demás grupos con intereses en la empresa está en una posición poco confortable en un mundo en el cual el capital humano impulsa la innovación. Los empleados corren más riesgo en estas empresas que los administradores de fondos cuyos riesgos están repartidos ampliamente en varios y grandes portafolios de inversiones.

Dicho esto, en el contexto de si las inversiones corporativas servirán para impulsar el siguiente paso de la recuperación de los EE.UU., estas empresas de alta tecnología son atípicas. De manera conjunta, el sector corporativo de los EE.UU. ha estado pidiendo prestado a la vez que acumula efectivo para aprovechar las bajas tasas de interés antes de pagar sus deudas existentes. También tiene el problema de que gran parte de esa montaña de dinero está en subsidiarias ubicadas en el extranjero y no puede ser repatriado sin tener que pagar altos impuestos. Así que resulta tentador mantener ese efectivo con la esperanza de que se pueda llegar a un acuerdo con los políticos para disminuir la penalización al repatriar ese dinero.

El flujo de datos sobre los fondos también revela que las empresas de EE. UU. por lo general tienden, a diferencia de las que no están en el sector de alta tecnología, a regresar efectivo a los accionistas ya sea a través de dividendos o recompra de acciones en lugar de invertir en nuevas plantas y maquinaria.

Y hay otro problema de gobierno corporativo. Disminuir las acciones a través de la recompra eleva las ganancias por acción, que es lo que a menudo sirve de parámetro para otorgar incentivos a los directores ejecutivos.

Varios académicos han demostrado que las empresas posponen las oportunidades de inversión, investigación y desarrollo con la finalidad de incrementar las ganancias a corto plazo y elevar el precio de sus acciones. También tienden a comprar cuando el precio de las acciones es ya alto.

Hay bases para creer que la forma en que están estructurados los incentivos en los consejos directivos es equivocada y esto explicaría la falta de inversión en los EE. UU. y el Reino U
nido,
tal y como plantea Andrew Smithers en su reciente libro: “El camino hacia la recuperación. Cómo y por qué la política económica debe cambiar”. Si un cambio en las inversiones no se materializa en 2014, los políticos deberán prestar más atención al planteamiento de este autor.

How to spend $2.8tn of corporate cash

01/27/2014 | John Plender – Financial Times English

The surfeit of global corporate savings becomes ever more impressive. According to Deloitte, the professional services firm, a third of the world’s biggest non-financial companies are sitting on most of a $2.8tn gross cash mountain. Much of this is in the US and concentrated in the technology sector.

I calculate that at their latest reporting dates Apple, Microsoft and Google alone were hoarding net cash of $258bn and had minimal debt. Should we worry whether these companies are going to use this idle money in 2014 to fund increased investment in plants and machinery, to the benefit of the wider economy?

Surely not. The financial sector is there to intermediate between those with surplus funds and those who wish to invest. It can be relied on to do so. And in the case of many high-tech giants the surplus cash is unavoidable. Their high profits stem chiefly from human capital rather than physical capital. Where physical capital is required to manufacture high-tech products the capital-intensive activity is anyway often outsourced to emerging markets. Such companies simply cannot find attractive uses for all the cash in their existing businesses.

This results in a curious relationship with the capital markets. The reason why a social network company such as Facebook went public was not that it needed capital. The flotation was designed to provide an exit for its venture capitalists and a currency – shares – to incentivise employees and pay for acquisitions.

The logical way to deal with the great high-tech cash hoard would be to hand it over to shareholders by way of dividends or share buybacks. But there is a corporate governance obstacle. Founding entrepreneurs have tended to retain control by issuing non-voting shares to outsiders. They are thus largely immune from pressure to distribute cash.

In effect, the US technology sector operates on the corporate governance model of Japan. Companies are run for the benefit of managers and employees, and the corporate sector runs a big savings surplus despite investing more in relation to gross domestic product than the other big developed-world economies.

As with Japanese companies, investors in the US high-tech sector ride on the coat-tails of the managers in the hope of taking their return in the form of capital gains. The problem will come when the companies run out of growth. It is harder in the US to vote out chief executives than it is in much of Europe, and hostile takeovers are ruled out by two-tier capital structures.

You might say that this is no way to run a capital market. An alternative view is that the Anglo-Saxon notion of the equity shareholder as a residual claimant on corporate profits after the claims of all other stakeholders have been met sits uncomfortably with a world in which human capital drives innovation. Employees have far more at risk in these companies than fund managers whose risks are spread widely across large portfolios.

That said, in the context of whether corporate investment is going to propel the next stage of the US recovery, these high-tech companies are atypical. In aggregate, the US corporate sector has been borrowing as well as piling up cash to lock in low interest rates before repaying existing debt. It also has the problem that much of the cash mountain is held in foreign subsidiaries and cannot be repatriated without incurring a big tax liability. It is thus tempting to keep the cash in the hope that a deal could be struck with the politicians to reduce the penalty for bringing it home.

Flow of funds data also reveal that US companies generally have, unlike those in the high-tech sector, been returning cash to shareholders either through dividends or buybacks rather than investing in new plants and machinery.

There lies another corporate governance problem. Shrinking the equity via buybacks raises earnings per share, which often serves as a metric for chief executives’ incentive schemes.

There is a body of academic evidence that companies have been forgoing investment opportunities and research and development in order to boost short-term earnings and lift the share price. They also have a tendency to buy when share prices are already high.

There are grounds for thinking that flawed boardroom incentive structures may explain under-investment in the US and UK, as Andrew Smithers argues in a recent book: «The Road to Recovery: How and Why Economic Policy Must Change.» If an investment upturn fails to materialise in 2014, policy makers will need to pay closer attention to his very articulate case.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times».
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