Cómo los humanos pueden recobrar el control de los mercados de los ordenadores

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Cómo los humanos pueden recobrar el control de los mercados de los ordenadores

23/10/2015 | Gillian Tett (Financial Times) – Financial Times Español

Los inversores han tenido una superabundancia de razones para preocuparse por los precios del petróleo este año. Ahora existe una más: Timothy Massad, presidente de la Commodity Futures Trading Commission (CFTC) de EEUU, reveló el miércoles que ha habido 35 extrañas «caídas relámpago» en los mercados petroleros estadounidenses este año.

Sí, has leído bien: según los investigadores de la CFTC, en casi tres docenas de ocasiones los precios del crudo de West Texas Intermediate han oscilado tan dramáticamente que se les ha definido como caídas relámpago. Esto significa que los precios variaron 200 puntos básicos en menos de una hora, antes de recuperar al menos 75 puntos básicos.

Incluso si la definición es un poco arbitraria, estas fluctuaciones claramente se están volviendo cada vez más frecuentes, y no sólo en los mercados petroleros. Este año, los inversores se sorprendieron cuando una caída relámpago en las acciones estadounidenses ocasionó que el precio de algunos fondos negociados en la bolsa se desplomara durante un breve período. Hace casi exactamente un año, ocurrieron sacudidas similares en el mercado de bonos del Tesoro de EEUU.

Sin embargo, la investigación de la CFTC muestra que el problema se extiende más allá de estos notables episodios: las caídas relámpago están afectando incluso a los mercados de materias primas, como a los del maíz, que hasta ahora se consideraban aburridos.

¿Por qué? Pregúntale a un banquero, y seguramente estará tentado a culpar a las regulaciones. El argumento es que las reformas introducidas después de la crisis de 2008 han hecho que los bancos tengan tal aversión al riesgo que están reacios a actuar como creadores de mercado — siempre listos y dispuestos a comprar o vender cuando los inversores quieren negociar — lo cual significa que la liquidez desaparece durante una crisis, haciendo que los precios fluctúen.

Pero el Sr. Massad apunta hacia otro culpable: los algoritmos, tales como los que utilizan los operadores de alta frecuencia. Ésta es la pieza fundamental del rompecabezas. Durante los últimos años, el uso de programas informáticos automatizados se ha expandido tan rápidamente que la CFTC asegura que, en la actualidad, están involucrados en el 50 por ciento de todas las negociaciones de los f
uturos
de metales y de energía, y en el 67 por ciento de los futuros de bonos del Tesoro.
Si los mercados fueran como la nave espacial en la película “2001: Una odisea del espacio”, sería Hal, el determinado ordenador de la nave, el que estaría al mando.

El punto crucial es que estos programas informáticos automatizados — como Hal — carecen de juicio humano. Cuando estalla una crisis y los precios se estremecen, los ordenadores simplemente no se «toman un largo receso para beberse un café», como dice el Sr. Massad, y esperan a que el sentido común regrese; más bien, tienden a acelerar las negociaciones bursátiles, lo cual alimenta las fluctuaciones de la caída relámpago.

Esto no sólo crea un dolor de cabeza para los inversores convencionales; también plantea un reto político para los reguladores, entre otras razones porque figuras como Hillary Clinton, la candidata demócrata a la presidencia, se concentran cada vez más en el tema. Y el problema para los legisladores es que parece extremadamente difícil frenar el fenómeno.

En teoría existen tres amplios caminos que se pudieran seguir. En primer lugar, se pudiera tratar de apagar los equipos automatizados o aminorar su velocidad (por ejemplo, gravando las operaciones o limitando las velocidades de las operaciones bursátiles). En segundo lugar, se pudiera alentar a los bancos a retomar su papel como creadores de mercado. O, en tercer lugar, se pudiera aceptar que las oscilaciones son inevitables y tratar de frenar su impacto; se pudieran imponer largas pausas en las negociaciones en todo el mercado, por ejemplo, o hacer el intento de detectar cuándo los ordenadores están a punto de causar el caos.

En la práctica, la CFTC parece estar concentrándose en el tercer camino. El Sr. Massad reveló esta semana los planes para que su agencia escudriñe los algoritmos de los operadores y frene aquellos que parezcan propensos a comportarse de forma errónea cuando la liquidez desaparece. La agencia también desea tener una mayor supervisión de los operadores de alta frecuencia y llevar a cabo acciones para reforzar los interruptores que puedan detener las negociaciones durante una crisis.

Estas medidas son sensatas, pero es poco probable que detengan las caídas relámpago a menos de que también se implementen otras medidas más enérgicas. La industria de gestión de activos está poniendo pegas a apagar o frenar los ordenadores de una manera que vuelva las negociaciones más costosas para los inversores durante períodos normales.

Y no existe deseo alguno entre los reguladores de deshacerse de las reformas posteriores a la crisis y alentar a los bancos a volver a ser creadores de mercado nuevamente. En cualquier caso, las negociaciones algorítmicas han llegado a ser tan dominantes durante los últimos cinco años que, incluso en el caso poco probable de que se produzca un cambio regulatorio, está lejos de estar claro si los mismos bancos estarían dispuestos a retomar el papel de creadores de mercado.

Así es que la CFTC y otros organismos están atascados. Ellos pueden seguir contando las caídas relámpago diligentemente. Pero en verdad no pueden prevenirlas.

El único consuelo es q
ue, cuantas más caídas relámpago se produzcan,
mayor será la posibilidad de que los inversores convencionales aprendan a ignorarlas. Y, por supuesto, algunos financieros astutos aprenderán a explotar estas oscilaciones de precios periódicas usando su perspicacia humana.

 

How humans can wrest control of the markets back from computers

10/23/2015 | Gillian Tett (Financial Times) – Financial Times English

Investors have had plenty of reasons to worry about oil prices this year. Now there is another: Timothy Massad, chairman of the US Commodity Futures Trading Commission, revealed on Wednesday that there have been 35 bizarre “flash crashes” in American oil markets this year.

Yes, you read that right: according to CFTC researchers, on three dozen occasions prices for West Texas Intermediate crude have gyrated so dramatically that they have been defined as flash crashes. This means prices swung 200 basis points in less than an hour, before recovering at least 75 basis points.

Even if the definition is a little arbitrary, these swings are clearly becoming far more frequent — and not just in oil markets. Investors were shocked this year when a flash crash in US equities caused the price of some exchange traded funds to plummet for a brief period. Almost exactly a year ago, similar convulsions erupted in the treasuries market.

However, the CFTC research shows the problem extends well beyond these eye-catching episodes: flash crashes are now affecting even hitherto dull commodities sectors, such as corn.

Why? Ask a banker, and they will be tempted to blame regulation. The argument is that reforms introduced after the 2008 crisis have made banks so risk averse that they are reluctant to act as market makers, standing ready to buy or sell when investors want to trade — which means liquidity vanishes in a crisis, making prices swing.

But Mr Massad points to another culprit: algorithms such as those used by high-frequency traders. This is the vital piece of the puzzle. In the past few years, use of automated computer programs has expanded so fast that the CFTC says they are now involved in 50 per cent of all trades for metals and energy futures, and 67 per cent of Treasury futures. If the markets were like the spaceship in the movie, 2001: A Space Odyssey, it would be Hal, the craft’s wilful computer, at the controls.

The crucial point is that these automated trading programs — like Hal — lack human judgment. When a crisis erupts and prices churn, computers do not simply “take a long coffee break”, as Mr Massad says, and wait for common sense to return; instead they tend to accelerate trading, fuelling those flash crash swings.

This not only creates a headache for mainstream investors; it also poses a political challenge for regulators, not least because figures such as Hillary Clinton, the Democratic presidential candidate, are increasingly focused on the issue. And the problem for policymakers is that curbing the phenomenon looks extremely hard.

In theory there are three broad paths they could take. First, they might try to switch off those automated computers or slow them down (say, by taxing trades or capping trading speeds). Second, they could encourage banks to resume their role as market makers. Or, third, they could accept that gyrations are inevitable and try to curb their impact — by imposing long trading breaks on the entire market, for example, or trying to spot when computers are about to go haywire.

In practice, the CFTC appears to be focused on the third path. Mr Massad revealed plans this week for his agency to scrutinise traders’ algorithms and curb those that seem likely to behave erratically when liquidity disappears. The agency also wants greater oversight of high-frequency traders and moves to reinforce circuit breakers that can halt trading in a crunch.

These measures are sensible but unlikely to stop flash crashes unless stronger measures are used too. The asset management industry is setting out objections to turning the computers off or slowing them in a way that would make it more costly for investors to trade in normal times.

And there is no desire among regulators to roll back the post-crisis reforms and encourage banks to take up market making once more. In any case, algorithmic trading has become so dominant in the past five years that, even in the unlikely event of regulatory change, it is far from clear that the banks themselves would wish to resume the market-making role.

So the CFTC and others are stuck. They can keep diligently counting those flash crashes. But they cannot truly prevent them.

The only silver (or gold, oil and cotton) lining is that, the more flash crashes occur, the greater the chance that mainstream investors will learn to shrug them off. And, of course, some ultra-canny financiers will get better at exploiting these periodic price swings — by keeping their human wits about them.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
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