El Coste Real de los Pagos Aplazados

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Por las tensiones presentes en la economía hoy en día, nuestras elecciones financieras tienen hoy mayor relevancia que nunca. Incluso si se trata de pequeñas decisiones, saber decidir bien puede significar la diferencia entre un bienestar económico a largo plazo o una espiral de tensión financiera.

A la hora de afrontar la etapa veraniega, donde se combinan de forma peligrosa las rebajas y las vacaciones con la inflación, no es de extrañar que optemos por utilizar alguna modalidad de pago un poco más “suave” a la hora de afrontar dichos gastos.

De entre las muchas opciones disponibles, las tarjetas de crédito y los microcréditos son dos de las herramientas financieras más populares. Pero ¿somos realmente conscientes de cuánto cuestan estos medios de pago? Si pago en 12 meses sin intereses, ¿no tengo costes?

En este artículo, analizaremos cómo leer los costes reales de cada forma de pago y cómo utilizar una herramienta simple de interpretar, como la TAE, para comparar entre alternativas. Nuestro objetivo es proporcionarte una visión clara y transparente de estos métodos de financiación para que puedas tomar siempre una decisión financiera más informada y evitar caer en la trampa de la deuda.

¿Cómo se determina el coste de la financiación?

A la hora de evaluar el coste de cualquier medio de financiación debemos distinguir siempre entre dos conceptos diferentes de base:

  • Intereses. Es el coste asociado a la posesión del dinero ajeno, expresado siempre en términos porcentuales relativos al capital pendiente del préstamo y al periodo durante el que hayamos tenido el dinero. Generalmente, se expresa siempre en términos anuales, es decir, cuánto cuesta tener X euros durante un año.
  • Comisiones. Son los costes asociados a la formalización, estudio o aprobación de la operación, que se expresan en términos nominales, es decir, en euros. Es el precio que cubre los costes de atención y documentación que soporta el prestamista por llevar a cabo la operación, así como su margen de beneficio por desarrollar estas actividades. También existen comisiones por otras gestiones relacionadas con la financiación, como por ejemplo la amortización anticipada. Si quieres saber más sobre ella, puedes leer nuestro artículo de FxM aquí.

Veamos estos dos conceptos con un simple ejemplo: imaginemos una compra de 900€ que financiamos con el establecimiento en tres meses, a un interés del 6% anual y con una comisión de apertura de 30€. Cada mes pagamos un tercio de la compra (300€) y los intereses adeudados durante ese mes. La comisión de apertura la pagamos en la primera cuota.

Así, tenemos que hacer los siguientes pagos:

  • Mes 1: Tenemos que pagar 300€ para devolver un tercio del préstamo, la comisión de apertura de 30€ y también un 6% anual sobre 930€, correspondientes sólo a un mes de tenencia de esos 900€ más los intereses adeudados por la comisión de apertura. ¿Cómo lo calculamos? Es muy sencillo, hacemos una simple proporción: si a 12 meses le corresponde un coste del 6%, para un mes, el coste será un doceavo de ese 6%. Así:

Intereses (Mes 1) = 1/12 x 6% x 930€ = 4,65€

Por tanto, debemos pagar 334,65€ el primer mes.

  • Mes 2: De nuevo tenemos que pagar 300€ para devolver un tercio del préstamo y un interés del 6% anual, pero ahora calculado sobre 600€, ya que hemos pagado (formalmente amortizado) 300€ el pasado mes.  Así:

Intereses (Mes 2) = 1/12 x 6% x 600€ = 3€

Como vemos, al deber menos dinero, pagamos un interés menor, y ya no hay que pagar la cuota de apertura, por lo que la cuota es sustancialmente menor: 303€.

  • Mes 3: Finalmente terminamos de pagar el préstamo pasado el tercer mes, cuando amortizamos los últimos 300€ el 6% anual sobre esa cantidad. Por tanto:

Intereses (Mes 3) = 1/12 x 6% x 300€ = 1,50€

El último pago del préstamo es 301,50€.

¿Cuántos intereses hemos pagado? La cifra es de sólo 9,15€. ¿Cuál es el coste total de la financiación? Si incluimos la comisión, tenemos un coste de 30€ adicionales, por lo que nos ha costado en total 39,15€. Es decir, para una compra de 900€ hemos acabado pagando 939,15€: un 4,35% más.

Es posible que este formato de préstamo te parezca algo extraño, porque cada mes pagamos una cantidad diferente. Y, sin embargo, lo más habitual es que cuando realizamos alguna operación de financiación tengamos una cuota específica que es constante en cada período.[1] Además, conocer una cuota fija y constante nos es más cómodo para organizar nuestras finanzas, ya que así sabemos cuáles van a ser todos los pagos asociados a la financiación.

Para tener esos pagos constantes, se utiliza un método de amortización concreto, conocido como método francés o amortización francesa, que consiste precisamente en ir devolviendo un préstamo pagando siempre una cuota constante, que comprende tanto pagos de intereses como de capital.

Una alternativa

Imaginemos ahora que para financiar dicha compra tenemos una posibilidad alternativa: usar nuestra tarjeta de crédito. Según las condiciones que hemos pactado con nuestra entidad, podemos financiar cualquier compra superior a 100€ en tres meses con dos alternativas diferentes: o bien la financiamos a un interés del 12% anual con cuotas constantes (amortización francesa), o bien sin intereses pero con una comisión igual al 5% de la cantidad financiada que se pagaría justo al inicio.

Antes de seguir leyendo, te proponemos un reto: con la información que tienes hasta ahora, di cuál crees que sería la alternativa más cara y la más barata. ¡Puede que el resultado final te parezca sorprendente!

Veamos ahora qué sale más económico:

  • Sin comisión, pero con un interés del 12% anual. Tendríamos que pagar tres cuotas de 306,02€,[2] por lo que deberíamos pagar un total de 918,06€ por financiar la compra. Así el coste sería de 18,06€, un 2,01% de los 900€ que financiamos.
  • Sin intereses, pero con una comisión del 5% de la cantidad adeudada. En este caso, tendríamos un pago justo al inicio de 45€ y luego tres pagos de 300€ cada uno. El coste total sería igual a esa comisión de 45€, es decir, un 5% del total de 900€.

Es sorprendente, ¿verdad? La alternativa más barata de todas es precisamente la que tiene un tipo de interés más alto, del 12%. ¿Por qué es la más barata? Por una simple razón: porque al ser una operación a muy corto plazo, ese tipo de interés del 12% anual tiene muy poco recorrido e impide que se generen costes altos por esa parte. Sin embargo, el poder ahorrarnos las comisiones, que en los otros casos sí son importantes, supone una diferencia muy a nuestro favor.

Seguramente este resultado te parezca sorprendente a primera vista, pero lo que sin duda resulta también es paradójico y difícil de prever, ya que resulta contraintuitivo el que la alternativa más cara de intereses sea en realidad la más barata.

Una herramienta fundamental: la TAE

Como hemos visto, la comparativa entre alternativas de financiación puede ser difícil cuando se utilizan diferentes criterios de amortización y se incluyen diferentes costes distintos al interés, como las comisiones de apertura. Por ello, necesitamos una herramienta de comparación simple y directa que nos indique sin necesitar hacer más cálculos cuál es la alternativa más cara y la más barata.

Esta herramienta es la conocida como Tasa Anual Equivalente o TAE por sus siglas, un concepto que seguro te sonará si alguna vez has pedido un préstamo, has abierto una cuenta bancaria o has solicitado una tarjeta de crédito. Y es que, la TAE es un concepto tan fundamental para cualquier producto financiero que el Banco de España obliga a desglosarlo en toda operación relativa a estos productos, ya sean de financiación o de depósito y ahorro.

Y, ¿qué es la TAE? Es un indicador del coste (productos de financiación) o del beneficio (productos de ahorro) asociado a un producto financiero determinado teniendo en cuenta todas las comisiones aplicables y el tipo de interés. Se expresa siempre en términos porcentuales y en una base temporal de un año, pero, a diferencia del tipo de interés, es perfectamente comparable entre diferentes productos.

Su interpretación es razonablemente sencilla: la TAE nos indica el tipo de interés anual que estamos pagando por la financiación si incluyésemos en el cálculo absolutamente todos los costes e independientemente del método de amortización elegido. Por ello, si el producto A tiene una TAE del 8% y el producto B del 10%, es perfectamente correcto indicar que A será más caro que B. Como hemos visto en nuestro ejemplo anterior, dictaminar esto en base a las comisiones y los tipos de interés es bastante más complicado y requiere más cálculo.

El cálculo de la TAE, por el contrario, sí que supone una serie de cálculos algo complejos, aunque como usuarios de los productos financieros no debemos preocuparnos por ello, ya que, como hemos comentado, es obligatorio que los proveedores, como entidades bancarias o establecimientos de comercio que ofrecen financiación, nos informen de ella antes de cualquier contratación.

Para finalizar, veamos con nuestras tres alternativas de ejemplo cuál es la TAE de cada una de ellas, para ver lo sencillo que es así determinar el coste real de cada una:

  • Financiación con el establecimiento: 30€ de comisión de apertura que se paga junto al pago del primer mes y un interés anual del 6%. En este caso, la TAE es del 29,83%.
  • Sin comisión, pero con un interés del 12% anual. La TAE de la operación es de un 12,68%, la más barata de todas.
  • Sin intereses, pero con una comisión del 5% de la cantidad adeudada. La TAE de la operación sería de un 36,22%, la más cara de todas ellas.

Este verano, si optas por financiar alguna de tus compras, presta mucha atención a todo el condicionado y evalúa siempre las diferentes alternativas con las que cuentas para saber elegir bien y disfrutar de una mejor salud financiera. Y recuerda, siempre deben indicarte la TAE de la operación, así que si no lo hacen reclámala y pide que te informen debidamente, para que puedas saber realmente lo que te va a costar.

¡Disfruten del verano Mortales! Nosotros seguiremos informando y dándote consejos claves para disfrutarlo sin que sea a coste de nuestra tranquilidad financiera. ¡No dejes de seguirnos para estar al día!

Prof. Julián Óscar Hernández Florindo

Formador de Finanzas para Mortales

Doctor en Economía de la Empresa y Finanzas


[1] Quizá podemos incluir como excepción el caso de las hipotecas a tipo variable, cuya cuota es constante pero sólo entre los períodos de revisión del tipo de interés.

[2] Calcular esta cuota constante es razonablemente sencillo en programas como Microsoft Excel, aunque existen múltiples simuladores en el mercado para poder llegar a la cifra de forma rápida y sencilla. Por ejemplo, el Banco de España pone a tu disposición uno aquí.

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