El sueño de triunfar en América07/09/2014 | Financial Times – Financial Times Español
Aún ahora en esta época de la información la industria manufacturera ejerce todavía una emotiva y poderosa atracción, y el presidente Barack Obama es tan susceptible a ella como cualquiera. “Una de mis prioridades seguirá siendo continuar ampliando la manufacturera”, dijo en junio a una audiencia en la otrora gran ciudad industrial de Pittsburgh. “Quiero que sea cierto que si trabajas duro en este pa&iacutiacute;s, si tienes una buena idea, si deseas invertir tu esfuerzo, puedes triunfar aquí en América y vivir tu propio sueño americano”. Su entusiasmo es comprensible. La pérdida de empleos manufactureros en lugares como Pittsburgh es uno de los factores que está detrás del “adelgazamiento” de la clase media estadounidense, el aumento de la desigualdad y el estancamiento de los ingresos promedio. El resurgimiento de la manufactura en los EE. UU. naturalmente despierta la esperanza de que estas tendencias se puedan revertir. Sin embargo los datos de empleo publicados el viernes son un útil recordatorio de los límites de esa ambición. El empleo manufacturero acumuló alrededor de 168 mil puestos más hasta agosto de este año, pero está lejos de ser el motor de la recuperación de empleos en la salida de esta crisis. Desde que en 2010 el empleo se empezó a recuperar el sector privado de los EE. UU. ha creado alrededor de 10 millones de nuevas plazas. Pero solo 705 mil fueron manufactureras. Por cada empleo fabril creado hubo dos en hostelería y restaurantes y dos en sanidad y asistencia social. La visión del presidente Obama del florecimiento de una industria manufacturera innovadora y del emprendimiento es atrayente porque tiene algo de verdad en ella. La industria de hecho está cambiando pero es más una recuperación que un renacimiento. La producción de la industria manufacturera de los EE. UU. del mes de julio fue un 1,5 por ciento más elevada que a principios de la recesión iniciada a finales de 2007, y se puede comparar con las reducciones en el mismo periodo del 1 por ciento en Alemania, el 8 por ciento en el Reino Unido, el 16 por ciento en Francia y el 17 por ciento en Japón. Como lo ha detallado el Boston Consulting Group, un crecimiento más rápido de la productividad en los EE. UU. que en otras economías desarrolladas, a la vez que los salarios se han mantenido bajos han hecho que sea un lugar atractivo para la inversión en la manufactura. Y el boom del esquisto, que ha llevado a la baja el coste del gas natural y la electricidad, ha reforzado esa ventaja. Y no se puede negar que las tendencias son positivas, pero es importante mantenerlas en perspectiva. La industria manufacturera significó el 12,3 por ciento del PIB de los EE. UU. en el primer trimestre del año; más que durante la recesión, pero aún por debajo de su participación antes de la recesión. Un titular que narraba una historia de éxito de la manufactura de los EE. UU. fue la decisión de SolarCity, la empresa de cubiertas de energía solar impulsada por Elon Musk, para construir un fábrica de paneles fotovoltaicos en el estado de Nueva York. Una de las razones que lo hicieron posible era la automatización que hace posible operar con menos trabajadores que en las fábricas asiáticas que producen la mayoría de los paneles del mundo. Un estudio sobre “el regreso de la manufactura”, publicado por el Instituto de Tecnología de Massachusetts, mencionaba que se hablaba más de traer de vuelta los empleos a los EE. UU. de lo que se hacía. El estancamiento de los salarios para una gran parte de los estadounidenses es un problema profundo que no es fácilmente resoluble, aunque los sistemas reguladores y fiscales que promueven la innovación y la inversión, la educación y el adiestramiento que proveen las habilidades que la economía necesita, ayudarían. Confiar en el resurgimiento de la manufactura no debe ser la respuesta, a pesar de su atractivo emocional. |
The dream of making it in America09/07/2014 | Financial Times – Financial Times English
The manufacturing industry still exerts a powerful sentimental pull, even this late in the information age, and President Barack Obama is as susceptible to it as anyone. "One of my top priorities is going to be to continue to build up manufacturing," he told an audience in the once-great industrial city of Pittsburgh in June. "I want to make sure that if you work hard in this country, if you´ve got a good idea, if you´re willing to put in some sweat equity, that you can make it here in America and live out your American dream." His enthusiasm is understandable. The loss of manufacturing jobs from places such as Pittsburgh is one factor behind the "hollowing out" of the American middle class, the rise of inequality and the stagnation of median incomes. The revival in US manufacturing is naturally raising hopes that those trends might be reversed. The jobs data published on Friday, however, were a useful reminder of the limits to that ambition. Manufacturing employment rose by 168,000 in the year to August, but it is far from being the engine of jobs growth in the recovery. Since employment began to pick up early in 2010, the US private sector has created about 10m net new jobs. Just 705,000 were in manufacturing. For every factory job created, there were two in hotels and restaurants and two in healthcare and social assistance. President Obama´s vision of flourishing manufacturing innovation and entrepreneurship is seductive because there is a germ of truth in it. The industry is indeed in an upturn, although it is more of a rebound than a renaissance. US manufacturing output in July was 1.5 per cent higher than at the start of the recession at the end of 2007, which compares with declines over the same period of 1 per cent for Germany, 8 per cent for the UK, 16 per cent for France and 17 per cent for Japan. As has been detailed by the Boston Consulting Group, faster productivity growth in the US than in other large developed economies, while wages have remained subdued have made it an attractive location for manufacturing investment. The shale boom, which has driven down the cost of natural gas and electricity, has reinforced that advantage. Yet while the trends are undeniably encouraging, it is important to keep them in perspective. Manufacturing accounted for 12.3 per cent of US Gross Domestic Product in the first quarter of the year; more than at the trough of the recession, but still less than its pre-recession share. While some industries are clearly roaring back, particularly petrochemicals and other sectors that rely on cheap energy, the evidence from others is more tentative. Prospects for manufacturing employment are even more doubtful than for output. The same productivity gains that are powering the comeback of US manufacturing mean that it will not create very many jobs. One headline-grabbing success story for US manufacturing recently was the decision by SolarCity, the rooftop solar power company backed by Elon Musk, to build a photovoltaic panel factory in New York State. One of the reasons that is possible was that automation makes it possible to operate with fewer workers than the factories that produce most of the world´s panels in Asia. A study of "reshoring", published by the Massachusetts Institute of Technology, found that there had been more talk about bringing jobs back to the US than action. Stagnating incomes for a large proportion of Americans are a deep-rooted problem that is not easily solved, although tax and regulatory systems that encourage innovation and investment, and education and training that provide the skills that the economy needs, would help. Relying on a manufacturing revival cannot be the answer, whatever its emotional appeal. |
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