Nadie asume que es capaz de correr más rápido que un coche o nadar más rápido que una lancha motora. Echar un pulso a determinadas máquinas y pretender ser más veloz, es una fantasía. En el contexto bursátil ¿podría un agente de bolsa mandar millones de órdenes de compraventa en un segundo? La respuesta es fácil, no. Ahora bien, si se utiliza el trading de alta frecuencia, entonces sí que se puede.
El trading de alta frecuencia o high frequency trading (HFT) en inglés, consiste en utilizar super computadoras y algoritmos para negociar en los mercados financieros a corto plazo. La diferencia fundamental con el inversor tradicional es la velocidad a la que actúa en el mercado el HTF, que lo hace en fracción de segundos. La clave del trading es que la mayoría de las órdenes que se lanzan no se materializan y terminan cancelándose. De esta manera crean en el mercado una demanda “ficticia”, lo cual otorga al producto financiero una liquidez que no tiene.
Por lo tanto, el trading de alta frecuencia, consiste en enviar órdenes de compra a la velocidad de la luz, es decir, en cuestión de un abrir y cerrar de ojos (literal). El mercado de trading de alta frecuencia puede lanzar más de 40.000 órdenes en menos de un segundo. Esto supone crear un sobreprecio en el mercado por la gran demanda creada de forma ficticia. Lo fundamental de crear ese altísimo precio es que el trading de alta frecuencia ejecuta las órdenes de compra, pero las vuelve a cancelar en cuestión de segundos, porque realmente quiere vender y lo hace cuando el precio ha subido.
En la siguiente gráfica se puede ver el volumen de órdenes de compra canceladas (rojo) y las que realmente se han ejecutado (verde). Estas órdenes están hechas mediante ordenadores de gran potencia especializados en el trading de alta frecuencia. El primer escenario coincide con la crisis financiera de 2008, el segundo con el “flash crash” de 2010 en el que el Dow Jones (índice bursátil de Estados Unidos) bajó un 9% su cotización y el último punto coincide con la bajada de rating de la economía estadounidense.
Por ejemplo, una persona posee 200 bicicletas y sabe que el mercado está dispuesto a pagar 20 euros por ellas. Si esta persona hace trading de alta frecuencia podría inflar el precio hasta 25 euros, con órdenes de compra que finalmente se cancelan. Cuando el mercado está en su máximo y ha asumido que ese producto es muy líquido (hay una burbuja de compradores creada por el trading), entonces vende las bicicletas y, por lo tanto, en vez de ganar 4.000 euros, ganará 5.000 euros.
Este ejemplo (con cifras realmente pequeñas) es muy sencillo si se compara con las cifras de los mercados financieros. Actualmente, se estima que el 60% de las operaciones bursátiles totales de Estados Unidos se hacen mediante trading y en Europa suponen el 40%.
Defensores vs detractores
Los ortodoxos del trading tienen argumentos que van más allá del dinero que se gana mediante esta técnica. Gestores de grandes fondos de trading, algunos de ellos llevan 4 años consecutivos sin perder un solo día, afirman que gracias al trading se han bajado las comisiones de operativa y que, además, inyectan liquidez en el mercado.
Sin embargo, lo común es criticar este modelo. Con el trading se ha conseguido que los precios sean más volátiles y no haya una estabilidad en el mercado. Asimismo, crean un contexto de precios muy por encima de su valor real para obtener beneficios en el corto plazo. Los inversores tradicionales argumentan que en los mercados financieros cuando uno gana otro pierde y el HTF genera un volumen de beneficio tan alto que hace ineficiente el trabajo de muchos inversores.
Como medida a estos embistes, con los que las finanzas conviven, se ha propuesto poner un margen de tiempo entre operaciones para evitar que ordenadores especializados en trading manden millones de órdenes en un segundo y manipulen los precios en su propio beneficio.
La tecnología no tiene porqué ser el problema, sino el uso que se hace con ella. El trading de alta frecuencia es capaz de ver el precio y volumen antes que nadie. Su regulación es necesaria para evitar burbujas, crisis y una especulación desmedida sobre una economía financiera que cada vez está más lejos de la economía productiva.
Autor: Daniel Moreno (4 abril 2018)