Elige vivir – y da gracias al crecimiento económico15/10/2014 | John Kay – Financial Times Español
Hoy en día en los países desarrollados la esperanza de vida al nacer es de 80 años. Esta cifra casi se ha duplicado en el último siglo. La esperanza de vida al nacer indica cuánto viviría alguien si los patrones de mortalidad existentes cuando nace continuaran a lo largo de su vida. Pero no lo harán. Estos patrones mejoran, así que la mayoría de la gente nacida durante el siglo pasado ha vivido más allá de lo que esperaba al nacer. Los niños nacidos hoy pueden esperar vivir más allá de los 80 años, aunque la afirmación de Peter Thiel and Aubrey de Grey de que el primer hombre que vivirá mil años ya está vivo es optimista. La esperanza de vida era mucho menor hace un siglo porque muchos niños morían durante la infancia y muchos adultos no alcanzaban a vivir lo esperado porque morían debido a enfermedades infecciosas no-curables. Este tipo de muertes ahora son tan pocas que incluso su reducción no tendrá muchos efectos en el promedio de vida esperado. Actualmente el factor más importante para el aumento de la esperanza de vida son los incrementos en la esperanza de vida después de la edad de jubilación convencional. Esta medida ha venido mejorando en uno o dos meses por año. Los avances que salvan vidas son los beneficios más grandes que trae el cambio tecnológico. Pero cuando los listillos discuten sobre el futuro, la emoción acerca de coches sin conductor o nanotecnología da paso a caras largas cuando el tópico cambia a longevidad humana. Sería agradable vivir más, ¿Pero qué hay acerca de su efecto en la economía? La pregunta es absurda. El crecimiento económico se trata de dar a la gente más opciones, y ninguna opción es más buscada que la oportunidad de tener una vida más larga. La evidencia más clara es la cantidad de gente que está deseosa de pagar por alargar sus vidas aunque sea por un poco más. La “crisis” demográfica tiene varios componentes. Está el coste de las pensiones. Quien nazca hoy, si se retira a los 60 y llega a vivir hasta los 100, tendría periodos iguales de vida y de trabajo. La sociedad se mueve hacia la solución obvia – un concepto de retiro flexible en el cual la gente pueda elegir su proporción preferida entre trabajo y ocio. Alcanzar estas ampliadas esperanzas de vida cuesta dinero. No mucho necesariamente, porque un estilo de vida saludable contribuye mucho más a la longevidad que los tratamientos médicos. Pero todos moriremos, ya sea por las enfermedades que aún haya y no sepamos curar, o por los efectos acumulados por la edad misma. Así que los costes médicos y de cuidados serán inevitablemente una fracción en aumento del ingreso nacional. Pero este es un dinero que la gente realmente está dispuesta a pagar. Y resiste los intentos para controlar el grotesco coste de la sanidad privada de los EE. UU. “Más para el Servicio Nacional de Salud” es siempre la prioridad del electorado británico en cuanto a gastos. Y luego está la carga de una población envejecida sobre una fuerza laboral más joven. Aquí estamos atrapados entre un creciente número de ancianos y una baja tasa de natalidad. En la Europa actual la edad promedio en la cual las mujeres tienen su primer hijo está por encima de los 30. Pero no sabemos si estas mujeres, que persiguen una carrera antes de empezar una familia, terminarán teniendo menos hijos o es que tendrán hijos más tarde: el tamaño de la familia es la variable clave. Predecir es difícil, especialmente el futuro. Oscuros pronósticos, en ocasiones sobre la explosión demográfica, o sobre el estancamiento económico, han sido repetidamente descalificados. Pero lo cierto es que todos los temas que nos conciernen resultan de desarrollos que nos dan más opciones – la opción entre más riquezas materiales y más ocio, el placer de gastar más cuidándonos, y la oportunidad para las mujeres de tener carreras profesionales y, a la vez, vida familiar. ¿Qué hay en estos desarrollos que no nos guste? ¿Por qué deberíamos preocuparnos acerca de un menor producto interior bruto per cápita, o mayor gasto público como parte del ingreso nacional si es consecuencia de que las cosas mejoran? |
Choose life – and thank economic growth10/15/2014 | John Kay – Financial Times English
In developed countries today life expectancy at birth is about 80 years. That figure has almost doubled over the past century. Life expectancy at birth measures how long someone born today would survive if the patterns of mortality existing when they were born continued through their lifetime. But they will not. These patterns improve, so that most people born in the past century have lived far beyond their life expectancy at birth. Children born today can expect to live well beyond 80 years, even if the claim by Peter Thiel and Aubrey de Grey that the first 1,000-year man is already alive is optimistic. Life expectancy was much lower a century ago because many children died in infancy and many adults failed to achieve a normal lifespan because they were killed by now-curable infectious diseases. Deaths from these sources are now so low that even dramatic further improvements will not have much effect on average lifespan. The most important factor today is increases in life expectancy after conventional ages of retirement. This measure has recently b Life-saving advances are the greatest benefit of technological change. And yet when pundits discuss the future, the excitement around driverless cars and nanotechnology gives way to long faces when the topic moves to human longevity. It may be nice to live longer, but what about the effect on the economy? The question is absurd. Economic growth is about giving people more choices, and no choice is more earnestly sought than the chance of a longer life. The hard economic evidence is the amount that people are willing to pay to extend their lives even for short periods. The demographic “crisis” has several components. There is the cost of pensions. Someone born today, retiring at 60 and living to 100, would have equal spells of work and retirement. Society is moving towards the obvious resolution – a concept of flexible retirement in which people can choose their preferred trade-off between work and leisure. Achieving these extended lifespans costs money. Not necessarily much, because healthy lifestyle is a more important contributor to longevity than medical treatment. But we all die, either from the remaining diseases we have not yet learnt to cure, or the accumulated effects of old age itself. So medical and care costs will inevitably be an increasing fraction of national income. But this is money the public really wants to spend. It resists attempts to control the grotesque costs of private US healthcare. “More for the National Health Service” is always the British electorate’s top spending priority. Then there is the burden of an ageing population on a younger workforce. Here we are caught in a squeeze between the growing numbers of the elderly and a lower birth rate. In Europe today, the median age at which women have their first child is over 30. But we do not know whether these women, pursuing careers before starting a family, will ultimately have fewer children or just later children: completed family size is the key variable. Prediction is hard, especially about the future. Gloomy prognostications, sometimes of population explosion, then of secular stagnation, have repeatedly been falsified. But one certainty is that all the issues of concern result from developments that give us more choices – the choice between higher material living standard and more leisure, the indulgence of spending more looking after ourselves, and the opportunity for women to have careers as well as, or along with, family lives. What is not to like about these developments? Why should we care about lower gross domestic product per capita, or higher public spending as a share of national income if it is the consequence of things that make us better off? |
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Copyright © «The Financial Times Limited«. «FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited». Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times». |
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