Europa vuelve a la realidad – no antes de tiempo26/03/2013 | Financial Times – Financial Times Español Español
Europa ha alcanzado la mejor solución disponible para los males de Chipre – pero no sin antes intentar otras opciones y casi dejar que una pequeña economía de la periferia quebrara la unión monetaria. El acuerdo logrado el lunes por la mañana, especialmente la escabrosa ruta que se siguió para alcanzarlo, sienta profundos precedentes para la banca y finanzas de la eurozona, en algunos casos para empeorar y en otros para mejorar. Pocos en Chipre pueden estar de acuerdo, pero la isla ha conseguido el mejor acuerdo que podía esperar. Este no es el papel que difundían los medios de comunicación que ponían a Chipre como víctima inocente de la arrogancia europea. Chipre había elegido una estrategia de alto riesgo al vivir con un sistema financiero mucho mayor de lo que el estado podía sustentar. Dos años después de que Nicosia perdió acceso al mercado, los bancos todavía tenían contabilizados activos equivalentes a siete veces el PIB anual de Chipre. Incluso pérdidas proporcionalmente pequeñas eran imposibles pagarse por el estado. Un sistema financiero con metástasis atraía más fondos de los que podía utilizar en su país. Más allá de alimentar una burbuja inmobiliaria, los bancos chipriotas reciclaban fondos hacia Rusia y otras zonas de origen de los fondos, y apostaron de manera absurda en bonos soberanos griegos. Cuando sucedió la restructuración de la deuda griega se condenó al sistema bancario chipriota. Pero la elección de hacer la economía dependiente de la banca off-shore fue hecha con la complicidad de sus líderes y el beneplácito de la población que disfrutaba viviendo más allá de sus posibilidades. Otros países dejaron claro que sus contribuyentes no pagarían por un modelo que ni Chipre mismo podía permitirse con préstamos imposibles de pagar – ni saliendo de sus tesoros públicos ni de las arcas del Banco Central Europeo. Mantuvieron sobre la mesa un préstamo de rescate de 10 mil millones de euros para cumplir con el déficit financiero del gobierno – pero que no cubría las pérdidas bancarias. Aún ignorando las quejas (algunas de ellas serias) de que los bancos también daban servicio a evasores fiscales y al lavado de dinero, la idea de que la solidaridad europea permitiría más a Chipre, por muy complaciente que fuera esto a Nicosia, no podía sostenerse. La percepción de los chipriotas y otros más de que Europa “forzaba” a la isla a arruinar a sus ahorradores sólo demuestra la inmensamente mala comunicación del resto de la unión monetaria. Chipre sufrirá. La quiebra bancaria empeorará la contracción económica prevista en un 25 %. Pero ningún paquete de medidas sería mejor que éste – tan ordenada como pudiese esperarse una restructuración. Mejor que una quita a los pequeños depósitos que mantendría vivos a los bancos zombies, ambos bancos serán sacrificados. Laiki será cerrado; sus depósitos no asegurados y la deuda con el banco central serán trasladados al Banco de Chipre. Éste también será restructurado con un intercambio de depósitos por activos no asegurados. De manera relativa los ganadores ahora son los pequeños ahorradores, que se enfrentaban una quita irracional, además de los negocios no financieros que se libran de un caos peor que significaba salirse del euro. Queda aún mucho por hacer. Los empleos y beneficios de la banca off-shore no regresarán; la banca en sí misma no regresará sin unas buenas prácticas. Chipre deberá trazarse una nueva ruta económica, probablemente acelerando la explotación del gas natural. La restructuración da la mejor perspectiva para restablecer pronto el funcionamiento del sistema bancario. Pero la crucifixión de la confianza de los chipriotas en la banca – una víctima del intento original de la quita a los depósitos asegurados – significa que cualquier banco “bueno” que surja de las cenizas padecerá para ganar su confianza. Por ello la introducción del control de capitales, que siendo necesarios como previsión contra una corrida bancaria inmediata al reabrir los bancos, son incompatibles con la unión monetaria en el largo plazo. Chipre y el resto de Europa deben trabajar juntos para asegurar que los controles de capital serán levantados tan pronto sea posible. Si pudiesen ser limitados sólo a los dos bancos en problemas, se enviaría una señal positiva, enfocando el castigo donde el mal persiste y enseñando a los inversores sin seguro – incluyendo a los ahorradores – a supervisar a las instituciones en las que depositan su dinero. La quita contemplada en los depósitos y el control de capitales pesará sobre la economía europea. En contraste, se han puesto algunos sanos precedentes con este acuerdo. Los bancos en bancarrota se liquidarán y no se mantendrán vivos a costa de los contribuyentes locales o foráneos. El orden jerárquico de los pagos será respetado: el rescate de los bonos sénior es una gran mejora sobre anteriores “rescates”. La tranquilidad de los mercados prueba que pueden distinguir entre los deudores solventes de los insolventes. Las consecuencias políticas no tienen un lado bueno. De alguna manera los políticos no previeron el resultado negativo del intento del parlamento chipriota de poner parte de la carga del rescate en los pequeños ahorradores. Berlín no comprendió que podría ser (injustamente) culpado. Rusia nunca tuvo mucho que ofrecer, pero una diplomacia europea más diestra habría dejado menos dañadas las relaciones. Más preocupante es que las esperanzas de que el euro superara satisfactoriamente la crisis fueron mermadas por el sorprendente amateurismo de sus líderes en el caso chipriota. Chipre sufrirá. Pero ningún otro paquete de políticas será mejor que este. |
Europe gets real – not before time26/03/2013 | Financial Times – Financial Times English
Europe has arrived at the best available remedy for Cyprus’s woes – but not without first trying every other option and nearly letting a tiny peripheral economy shatter the monetary union. The deal agreed early on Monday, especially the tortuous route by which it was secured, sets profound precedents for eurozone banking and finance, in some ways for the worse, in others for the better. Few in Cyprus may agree, but the island state has got the best deal it was entitled to expect. This was not the morality play rolling across media bulletins that paint the country as an innocent victim of European highhandedness. It chose a high-risk strategy of living off a banking system far bigger than the state could support. Two years after Nicosia lost market access, the banks still have books seven times Cyprus’s annual economic output. Even proportionately small losses are unaffordable for the state to make good. A metastasised banking system sucked in more funds than it could usefully deploy at home. Beyond fuelling a housing bubble, Cypriot banks recycled funds to Russia and other origins, and made a big bet on Greek sovereign bonds. In the event, Athens’s restructuring killed the Cypriot banking sector. But the choice to hitch the economy to offshore banking was made with the complicity of leaders and the acquiescence of a population content to live beyond its means. Other countries made clear that their taxpayers would not pay for a model Cyprus itself cannot afford with loans it could never pay back – from their public treasuries or the European Central Bank. They kept a €10bn rescue loan to meet the government’s financing gap – but not cover banks’ losses – on the table throughout. Even ignoring claims (not all frivolous) that the banks also serviced tax avoiders and money launderers, the idea cannot be sustained that European solidarity entitled Cyprus to more, flattering as this is to Nicosia. The perception of Cypriots and others that Europe “forced” the island to ruin depositors only testifies to abysmally bad communication by the rest of the currency union. Cyprus will suffer. The banking meltdown will worsen a contraction some forecast at 25 per cent. But no other package of policies would be better than this – as orderly a restructuring as could be hoped for. Rather than a tax on small depositors that keeps zombie banks alive, both big banks will be sacrificed. Laiki will be closed; its insured deposits and central bank debt moved to bank of Cyprus. It, too, will be restructured with noninsured deposit-for-equity Much work remains. Jobs and profits in offshore banking will not return; banking itself will not return without good policy. Cyprus must chart a new economic course, probably by accelerating natural gas exploitation. Restructuring holds the best prospect for quickly re- establishing a functioning banking system. But the crucifixion of Cypriots’ trust in banks – a casualty of the original tax on insured deposits – means any “good” bank rising from the ashes will struggle to win their confidence. Hence the introduction of capital controls. While necessary to guard against an immediate run when banks reopen, they are incompatible with monetary union in the long run. Cyprus and the rest of Europe must work together to ensure capital controls are lifted as soon as possible. If they can be limited to the two problem banks, it will send a very positive signal. It will focus punitive actions on where the rot resides and teach uninsured investors – including depositors – to monitor the institutions to which they entrust their money. A contemplated deposit raid and actual capital controls will weigh on the European economy. Against that, some healthy precedents are set by the deal. Broke banks can be resolved and not kept alive by the taxpayers of their own or other countries. The hierarchy of claims will be respected: the bail-in of senior bonds is a big improvement on earlier “rescues”. The quiescence of markets prove they can tell solvent debtors from insolvent ones. The political fallout has no such redeeming features. Somehow, politicians did not foresee a backlash from Nicosia’s attempt to place the burden on small savers. Berlin did not understand it would (wrongly) be blamed. Russia never had much to offer, but defter European diplomacy would have left relations less damaged. Most worryingly, hopes of the euro navigating the debt crisis successfully were hit badly by its leaders’ breathtaking amateurishness in the Cyprus case. Cyprus will suffer. But no other package of policies would be better than this. |
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