James Mirrlees – Premio Nobel de economía de 1996

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Tributación óptima y análisis Coste-Beneficio

En 1996 el premio Nobel de Economía lo compartieron el canadiense William Vickrey  y el británico James Mirrlees, por su contribución a la teoría económica de los incentivos en los casos de información asimétrica. Por lo que se refiere a Vickrey su fama está asociada a la subasta que lleva su nombre, que permite a los licitadores exponer sin temor sus verdaderas preferencias y por ser el único galardonado que no ha podido recoger su premio, pues murió tres días después de que se lo concedieran.  En cuanto a Mirrlees sus principales aportaciones las podemos agrupar en tres grandes apartados: El relativo a la información asimétrica, el que discurre sobre la tributación óptima y el que se ocupa del análisis Coste-Beneficio.

Desincentivando el fraude

En contra de lo que supone la teoría ideal, la realidad no es tan perfecta. Ni los bancos conocen todos los datos de sus clientes, ni las aseguradoras saben con precisión el estado de salud de los que acuden a contratar con ellas un seguro de vida. Tampoco los accionistas de compañías cotizadas en Bolsa compran y venden acciones de sus carteras con la misma información de la que disponen los gerentes que las administran. El interesado trata, si no de engañar, al menos de presentarse más atractivo de lo que él mismo se reconoce. El caso de la autoevaluación que hace el contribuyente al presentar su declaración de la renta entra de lleno en este apartado.

Los trabajos de Mirrlees apuntan en la dirección de lo que llama “principio de revelación”, de tal forma que el interesado se vea incentivado a declarar la verdad y eluda la tentación del fraude. Se trataría de establecer una mezcla de premios y castigos, que tienen que inventar los que disponen de menos datos, para conseguir equilibrar su desventaja informativa.

Un banco pedirá informes comerciales, visitará instalaciones, consultará el registro de propiedades y pedirá garantías personales, avales o afectación de bienes, pudiendo mejorar las condiciones de los préstamos en función de las garantías aportadas y del historial de cumplimientos en el pasado.

Las compañías de seguros se reservan fórmulas para premiar la sinceridad, rebajando las primas a pagar por los clientes cuidadosos, los que no declaran siniestros y castigando las declaraciones deshonestas y con cuantiosas multas si se demuestra el fraude. El establecimiento de franquicias a cargo del asegurado, la aplicación de la regla indemnizatoria proporcional, cuando el valor del bien asegurado es superior al declarado, o la colaboración entre compañías a través de la figura del reaseguro, son otras formas de combatir y paliar esa información asimétrica.

Por su parte los accionistas minoritarios se ven protegidos por instituciones del Estado; la SEC en Estados Unidos, o la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores) que castiga contundentemente el uso de información privilegiada y que obliga a comunicar y difundir cualquier hecho relevante. Las sanciones son tan fuertes que no debería traer cuenta el exponerse con semejantes prácticas.

La tributación óptima

El principal incentivo para no defraudar en la declaración de la renta consiste en el miedo a la inspección y a la consiguiente multa con sus cuantiosos recargos; sin embargo, de la misma manera que el temor puede ser un buen guardián de las lealtades, no estaría mal que, igual que se rebajan las primas a los asegurados ejemplares, la Hacienda Pública rebajase el tipo marginal del contribuyente al que no se le detectase ningún fallo y no hubiese que enviarle ninguna “paralela”.

En el ámbito tributario Mirrlees distingue entre eficiencia y equidad de la función fiscal. Hacienda observa ingresos iguales y los grava en consecuencia. Esta sería su función recaudatoria, pero es evidente que en unos casos esos ingresos se han conseguido con un duro esfuerzo, mientras que en otros han sido fruto de la suerte, de la subida de los alquileres o de una bonanza económica totalmente ajena a la intervención del contribuyente.

Es cierto que las desgravaciones pueden matizar estas injusticias, pero no siempre van en el sentido de estimular el emprendimiento, incentivar la creación de empleo o de fomentar una sana actividad económica no especulativa. En base a ello Mirrlees establece la “Teoría de la tributación óptima”, y cabe destacar que Mirrlees ha sido el principal abogado para la supresión de la tributación en cadena y el promotor de gravar solamente el valor añadido en cada transacción.

El análisis Coste-Beneficio

La denominación de este epígrafe puede llamar a engaño, pues cualquier empresario que se precie sabe cuáles son los costes en los que incurre y a lo que ascienden los beneficios que disfruta. Se trata de evaluar todos los costes, incluidos los que se trasladan a la sociedad en forma de contaminación, comercio clandestino o corrupción política, así como los beneficios genéricos, no apropiables individualmente, como la seguridad, la educación o la calidad sanitaria. El tema no es solo de actualidad, sino de una importancia manifiesta. Demasiadas veces se asignan partidas presupuestarias sin la debida atención a la rentabilidad global de estas inversiones.

Mirrlees, a los 82 años nos abandonó a finales de 2018, pero nos ha dejado abiertas una serie de cuestiones para que sigamos buscando incentivos que mejoren las diferencias de información, para hacer más ecuánime la tributación fiscal y para analizar la parte de la Economía en la que no intervienen los mercados y en la que operan unos curiosos empresarios que no actúan con ánimo de lucro.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blogJosé Carlos Gómez Borrero

José Carlos Gómez Borrero

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