La Cenicienta de la hermanas feas de la banca10/08/2014 | Sophia Grene – Financial Times Español
El tendero que era propietario de una “tienda de barrio” en el pueblo en el que crecí seguía atendiendo el negocio aún después de que el Alzheimer empezó a entorpecer su desempeño. En el pueblo se comentaba que, aunque dudaba acerca de la cantidad precisa de cambio que debía dar a los clientes, los (pequeños) errores siempre eran a su favor. No había duda de que no lo hacía intencionadamente, sino que su subconsciente de alguna manera maniobraba para que no diera dinero de más. En esta línea, la revisión temática de las mejores prácticas, publicada el mes pasado por la Financial Conduct Authority del Reino Unido, encontró que muchas de las empresas obligadas a cumplir las mejores prácticas habían fallado en comprenderlo de manera adecuada, o decidieron no aplicarlas a parte de su empresa. Muchos asumieron que la disciplina del mercado era suficiente – si sus clientes continuaban utilizando sus servicios debía ser porque su desempeño era el mejor y si no fuera así los clientes ya los habrían abandonado. El regulador los corrigió acerca de esto diciendo que confiar que los clientes, como los administradores de valores, podrían buscar otras opciones no era suficiente. Aunque los administradores de valores pudieran resentirse por ser aludidos como seres indefensos, incapaces de velar por ellos mismos en el escalofriante mundo del trading de valores, esta no es una opinión de la industria sin base alguna. La administración de valores es la Cenicienta de las hermanas feas de la industria bancaria – donde los bancos pueden dedicar dinero a las labores de lobbie que resultarán en regulaciones, los administradores de valores confían en grupos pequeños, y con menores recursos, para realizar esa labor. Pero así como en la Cenicienta no termina nada mal al final, los administradores de valores se benefician de las regulaciones, aunque sean lentos en reconocerlo y a menudo luchen contra su implantación. Un buen ejemplo es Ucits, el vehículo europeo de inversión colectiva. El cual se ha convertido en una marca global, con inversores desde Perú a China que confían en él por su regulación para ser estables. Muchos analistas de mercados creen que la vilipendiada Directiva de administración de fondos de inversión alternativos puede terminar teniendo el mismo impacto, posiblemente haciendo de la industria europea de fondos de inversión algo menos excitante, pero más grande y con un atractivo más amplio al prometer a los inversores que no están dando su dinero a cowboys (o a Bernard Madoff). Este punto de vista demasiado optimista parece que no caerá bien entre los administradores de fondos, pero deberían aceptar las oleadas de regulaciones que están sucediendo y mirar el lado bueno de las cosas. El nuevo panorama regulatorio tiene significativas oportunidades de negocio, por lo menos de acuerdo con la sección de administración de valores de la consultora PwC. Iniciativas tales como la Revisión de distribución del mercado minorista del Reino Unido y la directiva europea de mercados de instrumentos financieros tienen la intención de dar más transparencia al mercado, lo que significa que los productos sean como commodities, dando más confianza a la industria, de acuerdo a PwC. Para una industria que justamente se ha pasado los últimos años en la búsqueda de una identidad para ser confiable de nuevo, esto no debería ser algo sin importancia. Una mejor regulación de las inversiones alternativas debería significar que los inversores institucionales se sientan más a gusto al añadirlos a su portafolio, con un mayor énfasis en altos estándares en la gestión que se traduciría en más mini empresas de inversión externalizando estas funciones para concentrarse en sus principales operaciones. Esto podría ser visto como una ganancia para todos, mientras se crean trabajos en las compañías que realizan la externalización, el trabajo aburrido se hará mejor y los administradores de inversiones se enfocarán en lo que hacen mejor. Incluso podrían buscar las oportunidades de negocio creadas por la regulación en otros sectores de servicios financieros. Cierto número de administradores de patrimonio han revelado que sus clientes les piden hacer inversiones específicamente en la categoría de “actividades que ya no realizan los bancos”, y donde los ricos van, la mayoría de los administradores de fondos usualmente los siguen. Los administradores de valores que se sientan abrumados por las oleadas de regulaciones que les conciernen harían bien en retroceder un poco para tener una perspectiva más amplia, y sacar provecho de lo inevitable. |
The Cinderella to banking´s Ugly Sisters08/10/2014 | Sophia Grene – Financial Times English
The shopkeeper who owned the «licensed grocer» in the village where I grew up continued serving behind the counter well after Alzheimer’s started to impinge on his functioning. The villagers commented that he had become vague about the precise amount of change owing to customers, but the (small) errors were always in his favour. There was no implication that he was doing it deliberately, rather that his subconscious somehow stepped in to make sure he did not give money away. Just so, the thematic review of best execution released last month by the UK’s Financial Conduct Authority found that many financial firms obliged to deliver best execution have failed to grasp the principle properly, or decided it does not apply to part of their business. Many assumed market discipline was sufficient – if their clients were still using their services, they must be offering best execution or the clients would have gone elsewhere. The regulator puts them right about this, saying this reliance on customers, such as asset managers, shopping around was not enough. Although asset managers might resent the implication that they are hapless innocents, incapable of looking after themselves in the scary world of securities trading, it is not an entirely baseless view of the industry. Asset management is Cinderella to the banking industry’s Ugly Sisters – where banks can pour money into lobbying the source of regulation, asset managers rely on smaller, less well-funded groups to do that work. But just as Cinderella does not do too badly in the end, asset managers frequently benefit from regulation, even if they are slow to see it and often fight its implementation. A good example is Ucits, the European collective-investment vehicle. It has become a global brand, with investors relying on its regulatory stability from China to Peru. Many market commentators believe the much-maligned Alternative Investment Fund Managers Directive could end up having a similar impact, possibly making the European hedge fund industry less exciting, but much bigger and more broadly appealing by promising investors that they are not giving their money to cowboys (or Bernard Madoff). This Pollyanna view is unlikely to go down well among asset managers, but they might do well to accept that waves of regulation are happening and look on the bright side. The new regulatory landscape holds significant business opportunities, at least according to consultancy PwC’s asset management practice. Initiatives such as the UK’s Retail Distribution Review and the Europe-wide Markets in Financial Instruments Directive are intended to bring greater transparency to the market, which should mean products become more commoditised, leading to more trust in the industry, according to PwC. For an industry that has rightly spent the past few years soul-searching about how to win back trust, that should be no small thing. Better regulation of alternative investments should mean institutional investors become more comfortable with adding them to portfolios, while greater emphasis on high standards in the back office could mean more investment boutiques outsourcing those functions to concentrate on their core operations. That could be seen as a win for everyone, as jobs are created in outsourcing companies, the boring work is done better and investment managers get to focus on what they do best. They could also look around at the business opportunities created by regulation in other financial services sectors. A number of wealth managers have confided that clients are asking them to make allocations specifically to the category of «activities no longer done by banks», and where rich individuals lead the way, mainstream asset management usually follows. Asset managers feeling overwhelmed by regulation coming at them would do well to stand back and take a broader view, to make the best of the inevitable. |
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