La educación financiera complementa al sentido común12/04/2013 | FxM – Hugo Vázquez
Los hábitos familiares, la sociedad y la educación influyen nuestra salud económica. En los últimos años varios estudios han revelado que existe un déficit de alfabetización (educación) financiera a lo largo y ancho del mundo. Aún en los países desarrollados la mayoría de la población carece (o ha olvidado) los conocimientos básicos para resolver operaciones financieras que son de uso diario para controlar sus compras, el ahorro y la inversión, los préstamos y los créditos, los seguros y las hipotecas. Se han detectado problemas para realizar operaciones matemáticas básicas para calcular los intereses en el uso de instrumentos de ahorro y crédito, así como de tarjetas, préstamos, hipotecas, etc. En este sentido, Atkinson y Messy (2012): “Midiendo la educación financiera: resultados de la OCDE…” mencionan en las conclusiones del estudio, realizado en 14 países, que aunque parece que la mayoría de la gente tiene un conocimiento básico de educación financiera, gran parte de la población carece de la habilidad para calcular el interés compuesto y aprovechar la diversificación. Esto concuerda con la falta de evidencias relevantes que relacionen el haber recibido educación financiera con el comportamiento financiero de la población. ¿En quién recae la responsabilidad de alfabetizar financieramente a la población, en la familia o en el Estado, y a qué edad o nivel escolar se debe dar este tipo de educación? Warren Buffet dice que “nunca es demasiado pronto para enseñar educación financiera, tanto si es hacerles comprender (a los niños) el valor de la moneda como saber diferenciar entre necesidades y deseos, o la importancia del ahorro”. Pero, ¿Puede la escuela compensar la falta de una formación familiar que favorezca el hábito del ahorro y la moderación en el consumo? A pesar de lo anterior ¿Es adecuado el tiempo que se dedica en el currículo escolar a la educación financiera tomando en cuenta la relevancia que tendrá en la vida de los alumnos? Además, los gobiernos de muchos países tienen páginas web de información y orientación financiera dirigida a todos los niveles de edad, la UE también lo tiene, pero ¿sirven de algo? Carpena, Cole et al. (2011): “Unpacking the causal chain of financial literacy”, dicen que la alfabetización financiera no capacita a los individuos para discernir costos y beneficios que requieren habilidades matemáticas avanzadas, pero sí mejora significativamente la capacidad de distinguir las opciones financieras y las actitudes para tomar decisiones financieras. Lusardi y Mitchell (2008): “How much people know about Economics and finance?” mencionan en sus conclusiones que a la gente se le dificulta aplicar y seguir las enseñanzas impartidas en la educación financiera, por lo que quizás impartir educación financiera no sea suficiente, sería importante también proporcionar las herramientas para cambiar el comportamiento financiero. En la actualidad, la avaricia, la especulación, la competitividad excesiva, la falta de sentido común y una deficiente educación financiera crean un cóctel que deja una resaca que perjudica a todos. Parece ser que para mejorar los hábitos financieros de la población lo que se puede hacer es incluir y/o incrementar la educación financiera en el currículo académico, a la vez que se ponen al alcance de la población herramientas que faciliten la valoración de cualquier instrumento de ahorro e inversión, y trabajar a la par con las asociaciones de consumidores para minimizar cualquier comportamiento que perjudique la seguridad económica de los ciudadanos y del país en su conjunto. |