La educación tecnológica es un requisito para los empleos del futuro13/03/2017 | Rana Foroohar (Financial Times) – Financial Times Español EEUU es un país de dos mercados laborales, con muchos empleos para individuos con títulos de posgrado y aún más puestos de trabajo para empleados de restaurantes de comida rápida, pero sin suficientes empleos para aquellos individuos que se encuentran en el medio de los dos extremos. Éste es el problema de una economía que consiste mayormente en gastos de consumo. Donald Trump asumió el poder debido a su promesa de restablecer los empleos de la clase media. Pero aun si el presidente estadounidense pudiera revertir la globalización y la disrupción del mercado laboral debido a la tecnología, persiste el problema doméstico: la brecha de habilidades. Deloitte señala que hay 3,5 millones de empleos bien remunerados en el sector manufacturero que tendrán que ser cubierto en EEUU para el año 2025. Sin embargo 2 millones de estos puestos de trabajo siguen sin ocuparse porque ni las escuelas secundarias ni las universidades están produciendo suficientes estudiantes con los conocimientos tecnológicos y de comunicación necesarios. Los empleados que se requieren incluyen desde trabajadores en las fábricas que sepan usar equipos de robótica hasta gerentes intermedios que puedan navegar a través de una variedad de tecnologías, industrias y geografías. Andrew Liveris, director ejecutivo de Dow Chemical, y Ginni Rometty de IBM, ambos asesores del presidente de EEUU, están promoviendo un programa de capacitación laboral. Su plan podría ayudar a cerrar la brecha de habilidades y convertirse en una estrategia para abordar las dos áreas políticamente polémicas de reforma educativa y política industrial. El pilar del plan es la educación enfocada en las carreras, por ejemplo el programa de bachillerato de seis años fundado por IBM en 2011, en la que 300 compañías afiliadas — como SAP, GlobalFoundaries y Regeneron — trabajan con 60 escuelas locales en seis estados para crear programas de estudio que prepararán a estudiantes para obtener un diploma de bachillerato y después un título superior de dos años. Dado que el 99 por ciento de los empleos creados entre 2008 y 2016 requerían más que un certificado de bachillerato, esto sería clave. En 2015, menos de la mitad de todos los jóvenes adultos estadounidenses tenían un ítulo de asociado o universitario. Muchos se endeudan para obtener títulos caros pero posiblemente inútiles en carreras como mercadotecnia deportiva o administración de empresas. “La tecnología es el hilo plateado que ayudará a crear los trabajos del futuro”, dijo la Sra. Rometty. No importa qué más estudien, los estudiantes necesitan graduarse con habilidades básicas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. Y la Sra. Rometty tiene una gran aliada en la Casa Blanca con respecto a esta misión: Ivanka Trump, la hija del presidente. “La Administración, en compañía con los líderes del sector privado como Ginni, planea respaldar y amplificar los esfuerzos de la industria para educar y capacitar la fuerza laboral del futuro”, afirma la Srta. Trump. La educación orientada hacia el trabajo intenta restablecer la conexión entre educadores y empleadores que se rompió en la década de 1970. En ese momento, los liberales lucharon por eliminar la educación vocacional debido a que era racista y clasista: los reformadores creían que todos tenían el derecho a estudiar a Herman Melville en vez de soldadura. El problema se ha convertido de nuevo en el centro de atención, dice la Sra. Rometty, ya que los empleos que ella denomina como “de cuello nuevo” del futuro caen en medio de las anteriores categorías de una educación académica de artes liberales y aquella que proporciona conocimientos científicos y habilidades vocacionales. Un maquinista muy cualificado con dos años de educación universitaria fácilmente podría ganar un salario más alto que un individuo con un título universitario de ciencias políticas de una universidad de segundo o tercer nivel. Con el auge de la educación online, no todos los estudiantes necesitan endeudarse para obtener un título universitario. La educación puede individualizarse para satisfacer las necesidades de cada estudiante. Todos podemos, después de todo, leer a Melville por nuestra cuenta; o ver una clase de vídeo de un profesor de Harvard sobre la literatura de Melville. Esta tendencia va más allá de EEUU. Los líderes políticos alrededor del mundo están “lidiando con el problema sobre cómo preparar a una fuerza laboral para el siglo XXI”, dice la Sra. Rometty. Los presupuestos de primavera del Reino Unido exigió una transformación en la educación técnica. Lo mismo sucedió en Australia que tiene siete escuelas IBM. Otras compañías, como Siemens, GE, Procter & Gamble, Microsoft y Google, tienen sus propias itinerarios de programas de este tipo. La mayoría, incluyendo los programas de IBM, son diferentes a la educación vocacional de estilo germánico que encausa estrechamente a los estudiantes a una edad más temprana. En EEUU, una estrategia es revivir la Ley Perkins, cuya meta es invertir mil millones de dólares en fondos federales en la educación vocacional. Este proyecto de ley murió en el Congreso antes de la elección presidencial. Betsy DeVos, la secretaria de Educación del Sr. Trump, ha pedido que Congreso reautorice el proyecto de ley y añada subvenciones sujetas a las habilidades tecnológicas que tienen una elevada demanda. Los líderes empresariales también están impulsando los Programas Federales de Empleo y Estudio de mil millones de dólares que permiten que los estudiantes trabajen en el sector privado mientras estudian. IBM ha empleado a los primeros graduados de sus escuelas, muchos de los cuales han completado sus títulos de seis años en cuatro años. Conforme comiencen a trabajar recibiendo salarios de 50.000 dólares al año, estos estudiantes se convertirán en los consumidores que se necesitan para activar una recuperación económica real y sostenible. |
The silver thread of technology that runs through future jobs13/03/2017 | Rana Foroohar (Financial Times) – Financial Times English America is a country of two labour markets, with jobs aplenty for PhDs and even more for burger flippers, but not enough in between. This is a problem in an economy that consists largely of consumer spending. Donald Trump rose to office promising to bring back those middle-class jobs. But even if the US president were able to reverse globalisation and technological job disruption, the homegrown problem remains: the skills gap. Deloitte points to 3.5m well-paid manufacturing jobs that will need to be filled in the US by 2025. Yet 2m will remain unfilled by Americans because neither high schools nor colleges are turning out enough technology literate and communications savvy students. The missing workers include everyone from factory workers who know how to use robotics equipment to entrepreneurial middle managers who can navigate across a variety of technologies, industries and geographies. Andrew Liveris, chief executive of Dow Chemical, and Ginni Rometty of IBM, both advisers to the president, are promoting a workforce-training programme. Their scheme could help bridge those skills gaps and become a significant lever for the two politically contentious areas of education reform and industrial policy. A cornerstone of the plan is career-focused education, an example of which is the six-year high school programme founded by IBM in 2011, in which 300 partner companies, such as SAP, GlobalFoundaries and Regeneron, work with 60 local schools in six states to shape curriculums that will educate students to a high school diploma and on to a two-year associate’s degree. Given that 99 per cent of the jobs created from 2008 to 2016 required more than a high-school certificate, this will be crucial. In 2015, less than half of all US young adults had an associate’s degree or higher. Many go into debt for expensive but arguably useless credentials in subjects such as sports marketing or business administration. “Technology is the silver thread running through the jobs of the future,” according to Ms Rometty. Whatever else they study, students need to graduate with basic science, technology, engineering and maths skills. She has an important White House supporter in this crusade: Ivanka Trump, the president’s daughter. “In partnership with private sector leaders like Ginni, the administration intends to support and amplify industry efforts to educate and train the workforce of tomorrow,” says Ms Trump. Workplace-oriented education aims to rebuild the connection between educators and employers that was broken in the 1970s. At the time, liberals fought to do away with vocational education on the grounds that it was racist and classist: reformers believed that everyone had a right to study Herman Melville rather than welding. The problem comes to the fore again, says Ms Rometty, since what she has dubbed the new-collar jobs of the future will go between the former categories of academic liberal arts or science and vocational skills. A highly trained machinist with two years of college education could easily make a higher starting salary than a four-year political science graduate from a second- or third-tier university. With the rise of online education, not every student has to accumulate debt to pursue a four-year degree. Education should be sliced and diced to suit the needs of individuals. We can, after all, read Melville on our own — or watch a Harvard professor teach Moby-Dick via streamed lectures or mass participation online courses. This trend goes well beyond the US. Every political leader is “grappling with how to prepare a 21st-century workforce”, says Ms Rometty. Last week’s UK Spring budget called for an overhaul of technical education. The same is true in Australia, which has seven IBM schools. Other firms, such as Siemens, GE, Procter & Gamble, Microsoft and Google, have their own iterations of such programmes. Most, including IBM’s, are different from the Germanic-style vocational education, which tracks students more narrowly and earlier. In the US, one way would be to revisit the Perkins Act, which aims to provide $1bn of federal funds for vocational training. The act was held up due to partisan squabbles in Congress before the presidential election. Betsy DeVos, Mr Trump’s education secretary, has called for Congress to reauthorise the act and link subsidies more closely to skills such as technology that are in high demand. business leaders are also pushing for the $1bn federal work study programmes to allow students to work in private sector jobs along with their studies in college libraries or cafeterias. IBM has hired the first graduates from its schools, many of whom have completed their six-year degrees in four. As they take on $50,000-a-year salaries, these students will be the consumers needed to trigger a real and sustained economic recovery. |
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