Acaban de terminar las vacaciones de Semana Santa y ya hay balance: un año más, España ha batido un nuevo récord turístico con una ocupación del 10% más respecto al año pasado, cuando a lo largo de todo 2016 recibimos 75 millones de visitantes. La supuesta mejoría de la economía doméstica y el buen tiempo han sido factores fundamentales para la consecución de estos datos que ya auguran un verano pleno para el sector.
El récord de Semana Santa se ha centrado en la costa con una ocupación hotelera que ha rozado el 90% según la patronal CEHAT pero el turismo interior, protagonizado por visitantes nacionales, también ha rondado ese porcentaje. Algunas capitales, como Sevilla, Segovia o Soria, han colgado el cartel de completo. Y es que la fe -el turismo religioso- mueve montañas.
No es un fenómeno nuevo, ni estacional ni característico de una sola religión. Las visitas a ciudades santas como Jerusalén, La Meca o Roma son referentes en el sector. En España, los viajes organizados a los santuarios marianos de Lourdes o Fátima o a la catedral de Santiago (3 millones anuales) forman paute de la historia turística de nuestros abuelos.
El Santuario de Fátima celebra este año su centenario (entre el 10 y el 14 de mayo) y espera la visita del Papa Francisco. La localidad portuguesa de Cova da Iria estima que recibirá a 7 millones de personas, así que los precios se han disparado: una habitación de hotel de 30 euros, costará el 13 de mayo, 800. El gobierno portugués ya ha anunciado que cerrará sus fronteras con motivo del evento.
No olvidemos que la visita a España del anterior Papa, Benedicto XVI, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, en noviembre de 2011, dejó un beneficio de 354 millones de euros a nuestro país.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) calcula que unos 300 millones de personas en todo el mundo acuden cada año a lugares de culto (el 60% son cristianos de Europa o Latinoamérica), motivo por el que muchas agencias de viajes se han especializado en este nicho. La peregrinación se corresponde con estancias cortas, de tres o cuatro días, y los destinos suelen ser santuarios, tumbas de santos, canonizaciones, congresos eucarísticos, visitas a líderes religiosos o años santos.
En España, el turismo religioso está en auge y no sólo en Semana Santa. Los destinos jubilares son el objetivo de muchos turistas, nacionales y extranjeros. La Catedral de Santiago recibe, cada año, 3 millones de turistas nacionales según la encuesta de movimientos turísticos de los españoles (Familitur), con un gasto individual diario cercano a los 60 euros (frente a los casi 40 euros que gasta de media una persona en un destino costero). La cifra se triplica en los Años Jubilares: en 2010, último Año Santo Jubilar Compostelano, Galicia alcanzó la cifra récord de más de 6 millones de euros en beneficios. El próximo será 2021.
Y qué decir del Camino de Santiago: más de 260.000 personas lo recorren cada año motivadas por razones culturales, turísticas, espirituales y religiosas, dejándose sus dineros en albergues, hoteles, restaurantes y bares del trayecto.
Otro destino jubilar de moda es el Lebaniego que este año 2017 celebra -según los anales eclesiásticos- su septuagésima edición: el 23 de abril volverá a abrirse la Puerta del Perdón del Santuario del Monasterio de Santo Toribio (ubicado en Camaleño, Cantabria), un centro franciscano que alberga el trozo más grande conocido de la cruz donde murió Jesucristo, el Lignum Crucis, y obras del Beato de Liébana. Declarado Monumento Nacional en 1953, el santuario es, junto a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela, Urda (Toledo) y Caravaca de la Cruz (Murcia), uno de los lugares santos del cristianismo. El evento, que se ha denominado “Acontecimiento de Excepcional Interés Público”, se complementará con actividades religiosas y culturales que ha organizado el Gobierno de Cantabria como reclamo turístico y oportunidad de proyección exterior.
Según un informe de la auditoría KPMG para la Conferencia Episcopal Española, las fiestas religiosas y sus actividades culturales complementarias permiten la creación de casi 360.000 empleos y un impacto económico cercano a los 30.000 millones de euros. La entrada a edificios religiosos supera los 22 mil millones (casi un 2% del PIB nacional) y la riqueza patrimonial abarca 18 centros declarados Patrimonio de la Humanidad y 78 Catedrales. En el caso de las fiestas religiosas, la cifra alcanza el nivel de 9.900 millones de PIB con unas cifras de empleo que ronda los 134.000 empleos directos.
Si nos centramos en otras religiones, los musulmanes (los que practican el islam o la religión musulmana) tienen el deber de visitar, al menos una vez en la vida, la Meca, ciudad de Arabia Saudita (actualmente, segundo país productor de petróleo) donde nació el profeta Mahoma. Las familias ahorran durante años para poder cumplir esta promesa, el haj, que reporta a las arcas del Estado entre 8 y 10 mil millones de dólares, el equivalente al 10% de su PIB.
También las iglesias evangélicas organizan retiros espirituales a lugares relevantes del protestantismo como Tierra Santa. El turismo religioso siempre ha dado dinero. Y ahora que está de moda, mucho más.
Autora: Elvira Calvo (20 abril 2017)