La futura burbuja
16/03/2015 | Peter Frase publicado en el blog The New Inquiry
En la ciencia Ficción uno de los temas recurrentes incluye al protagonista viajando al pasado para prevenir un presente distópico: Lobezno en X-Men: Días del futuro pasado intenta prevenir un genocidio contra los mutantes, o Marty McFly en “Regreso al futuro» reescribiendo la historia de su propia familia.
En el siglo veinte el optimismo acerca del futuro estaba fuertemente identificado con los liberales progresistas e, incluso, con la izquierda radical.
Ahora sin embargo los términos han cambiado y son los empresarios propagandistas del capitalismo quienes acusan a sus críticos de detener el futuro. El multimillonario cofundador de PayPal, Peter Thiel, por ejemplo, avisa en una conferencia de la industria tecnológica que “vivimos en una sociedad dominada por el odio y el repudio a todas las cosas científicas y tecnológicas”, una sociedad que está “dominada por el miedo al futuro, no por la esperanza por el futuro”.
Pero la visión del futuro de estos cuasi-campeones de la innovación tecnológica a menudo resulta ser, vista de cerca, miope y temerosa. Muchas de estas empresas surgidas en Silicon Valley no están ofreciendo mágicas nuevas tecnologías sino meramente servicios de enlace como Taskrabbit, Airbnb y Uber. Estas plataformas son poco más que mecanismos para explotar más eficientemente a la precaria fuerza laboral y evitar las leyes locales que regulan el trabajo, el alquiler de vivienda y el transporte.
Tomemos, por ejemplo, el “Premio Ludita” 2014 que otorga la Fundación Información Tecnológica e innovación, un grupo de reflexión financiado por la industria tecnológica. Un supuesto grupo anti-tecnología está proponiendo la neutralidad de la Red, el principio de que las comunicaciones por internet deberían estar disponibles a los mismos precios y velocidades para todos los usuarios. Debido a que este principio invalida el modelo de negocio de las empresas que quisieran utilizar su posición monopolística para cobrar precios variables por el acceso a sus redes, el movimiento por la neutralidad de la Red es calificado de “anti-innovación”.
Del mismo modo, el intento del estado de Nueva York para regular el uso de Airbnb para administrar hoteles sin licencia, y el de Virginia y Nevada para incorporar a los chóferes de Uber al régimen existente de regulación de taxis, ha colocado a esos estados en el lado de los luditas. Parece ser que para ser un anti-futuro, uno no necesita oponerse a la tecnología o la innovación sino tan sólo a cualquiera de sus usos que resulta generan beneficios en la actualidad
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