La Importancia de la Educación Financiera Cómo un Mayor Conocimiento Podría Haber Cambiado el Curso de la Crisis de 2008

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La educación financiera es más que una habilidad útil: es un deber cívico. En un mundo donde las decisiones financieras juegan un papel clave en la vida diaria, es imprescindible estar informado.

El próximo 2 de octubre se celebra el Día de la Educación Financiera, una fecha que resalta la importancia de adquirir competencias y conocimientos en este ámbito.

Desde Finanzas para Mortales nuestra principal misión es democratizar las finanzas y el conocimiento financiero, haciendo que estén al alcance de todos. Creemos que cada persona merece tener las herramientas y la información necesarias para tomar decisiones financieras informadas.

 El entendimiento de las finanzas es esencial no solo para la gestión individual del dinero, sino también para comprender y mitigar las crisis económicas, como la sucedida en 2008. Hoy veremos cómo esta crisis nos mostró las consecuencias catastróficas que pueden surgir de un sistema financiero mal entendido y mal regulado.

El contexto de la Crisis

Antes de la crisis de 2008, hubo un auge económico caracterizado por un aumento en los precios de la vivienda y una disponibilidad aparentemente infinita de crédito y liquidez en los mercados. Podríamos decir que todo iba tan bien que era mejor no perder tiempo en preguntarse si fallaba algo, era preferible disfrutar del viento a favor.

En este marco excepcionalmente estable y optimista de los mercados, se disparó la innovación financiera, con el objetivo de aprovechar esa coyuntura tan favorable. Dentro de todos los productos que despuntaron en ese contexto, destacan sin duda las MBS.

Una MBS, o Mortgage-Backed Security, es un instrumento que conocemos en español como titulización hipotecaria. Es un producto de inversión que está respaldado por las hipotecas. Básicamente, su funcionamiento es el siguiente: los bancos agrupan varias hipotecas y las venden como un único producto financiero a inversores. Estos inversores, a cambio, reciben los pagos mensuales de las hipotecas que componen esa MBS.

Ahora bien, ¿por qué alguien haría eso? Para los bancos, las MBS eran una forma de obtener dinero rápidamente en lugar de esperar 30 años a que los propietarios de viviendas pagaran sus hipotecas. Los inversores, por otro lado, veían las MBS como una inversión atractiva porque ofrecían buenos rendimientos y, en teoría, eran seguras, ya que se basaban en el hecho de que la mayoría de la gente paga su hipoteca.

Sin embargo, aquí es donde las cosas empezaron a complicarse antes de la crisis de 2008. A medida que el mercado inmobiliario se calentaba, se concedían más y más hipotecas a personas que realmente no podían permitírselas o tenían muchas dificultades, las llamadas hipotecas subprime.

Estas hipotecas más arriesgadas también se agrupaban en MBS y se vendían a inversores. Debido a un análisis incorrecto de las agencias de rating, se calificó a estas inversiones como productos muy seguros, cuando no lo eran realmente.

¿En qué se equivocaron? Dieron por supuesto que era muy improbable que hubiese una alta incidencia de impagos hipotecarios de forma simultánea, por lo que confiaban en que el efecto de la diversificación entre todas las hipotecas de la MBS fuera suficiente para paliar el riesgo.

La lógica es simple: si agrupamos 100 hipotecas sería muy raro que, de repente 20, 30 o 40 personas dejasen de pagar todos a la vez. Y, si tan sólo hay uno o dos impagos, con lo que se gana del resto de hipotecas se compensan de sobra las pérdidas.

Sin embargo, una lógica tan simple y efectiva en otros contextos financieros como es la diversificación falló estrepitosamente por una razón obvia: ¿es tan poco probable que mucha gente deje de pagar su hipoteca a la vez?

La economía nos dio la respuesta pronto, y lo hizo de la forma más cruel posible: arrasando con todo a su paso. Cuando el mercado inmobiliario comenzó a caer, la economía se enfrió y las tasas de interés comenzaron a subir, muchas personas con hipotecas subprime comenzaron a tener problemas para pagar de forma simultánea.

Esto llevó a un efecto dominó: las MBS que contenían estas hipotecas perdieron valor, y quienes las poseían (desde grandes bancos hasta fondos de inversión) sufrieron enormes pérdidas.

Dado que las agencias de rating a menudo daban a estas MBS subprime calificaciones altas, muchos inversores asumieron que eran tan seguras como las MBS tradicionales y no cuestionaron (o no pudieron cuestionar por la complejidad del producto) si realmente esta calificación era correcta.

Estas pérdidas desencadenaron la crisis financiera de 2008. Los bancos reaccionaron volviéndose más cautos y conservadores, lo que llevó a una contracción del crédito. Las empresas no podían conseguir préstamos, el desempleo aumentó y la economía entró en recesión.

¿Quién es el culpable? Podríamos caer en la tentación de decir que fue la banca, los reguladores, los fondos de inversión o aquellos que vivían por encima de sus posibilidades. Seguro que has escuchado esas expresiones por parte de múltiples agentes de opinión.

Sin embargo, si analizamos fríamente el motivo real de la crisis de 2008, sólo encontraremos un culpable claro: la falta de educación financiera. Este factor es común allá donde miremos en 2008: desde los deudores que entraron en una hipoteca que no podía pagar o con condiciones imposibles, hasta algunas instituciones financieras que no comprendieron del todo los productos que estaban vendiendo, o los inversores que compraron productos de los que no podían analizar correctamente el riesgo.

La educación financiera como herramienta preventiva

La educación financiera no es sólo útil para el manejo personal de nuestras finanzas, sino que desempeña un papel crucial en la prevención de crisis a múltiples niveles: individual, corporativo y regulatorio. Veamos cómo:

  • Para el consumidor individual: Si hubiéramos tenido una población mejor educada en temas financieros, muchas familias podrían haber reconocido que las hipotecas con intereses demasiado altos o las hipotecas que ofrecían pagos iniciales bajos con tasas de interés altas más tarde eran peligrosas. Habrían sido más cautelosos y quizás habrían optado por opciones más conservadoras o, mejor aún, habrían esperado hasta estar en una posición financiera más segura antes de comprar una casa.
  • Para las empresas financieras: En el nivel corporativo, una mejor educación financiera habría significado una mayor comprensión de los productos financieros complejos que estaban siendo creados, evaluados y vendidos.

De haberse estudiado mejor el riesgo de las MBS y publicitado su alto riesgo, los inversores no las habrían adquirido con tanta alegría, reduciendo su demanda y por tanto la expansión del efecto dominó de los impagos hipotecarios.

  • A nivel regulatorio: A nivel gubernamental, los reguladores deberían haber reconocido los riesgos crecientes y haber intervenido antes de que las burbujas del mercado se inflaran de manera peligrosa, en lugar de optar por la alternativa de no estropear la fiesta.

La Crisis de 2008: un cúmulo de malas decisiones

Todavía hoy, muchos agentes entienden la educación financiera como aprender a ahorrar y no gastar más de lo que se gana. Si bien estos son aspectos cruciales, la educación financiera es mucho más amplia, al igual que aprender matemáticas no es sólo conocer la suma y la resta.

Una educación financiera completa permite entender cómo funcionan los mercados, el papel de las instituciones financieras, cómo y por qué se toman decisiones de inversión y cómo interpretar y usar la información económica y financiera.

La crisis de 2008 no fue el resultado de un solo evento, sino de una serie de decisiones financieras arriesgadas y, en muchos casos, mal informadas. Instituciones bancarias y particulares invirtieron en productos financieros complejos sin entender completamente los riesgos asociados. Esta falta de comprensión y transparencia, combinada con una regulación insuficiente, creó un efecto dominó de consecuencias desastrosas.

Una cultura financiera sólida habría puesto en el centro del debate la necesidad de transparencia. Los productos financieros, como las hipotecas subprime y sus MBS que desencadenaron la crisis, eran complicados y difíciles de entender incluso para profesionales experimentados. Si más personas hubieran tenido la capacidad de cuestionar y entender estos productos, es posible que hubiera habido una mayor presión sobre las instituciones para ofrecer opciones más transparentes y menos arriesgadas.

El consumidor financiero informado no solo toma mejores decisiones para su bienestar personal, sino que también actúa como un freno para prácticas financieras imprudentes. Cuando las personas entienden los riesgos y se muestran reacias a aceptar ofertas financieras dudosas, las instituciones se ven obligadas a actuar de manera más responsable.

Promover la educación financiera desde temprana edad es crucial. Un ciudadano que comprende conceptos básicos, como el interés compuesto, la diversificación de riesgos o la importancia de la liquidez, está mejor preparado para enfrentar decisiones financieras a lo largo de su vida y para cuestionar prácticas potencialmente perjudiciales en el mercado.

La educación financiera como prevención de futuras crisis

La crisis de 2008 nos dejó muchas lecciones, pero una de las más importantes es la necesidad de una sólida educación financiera. Mientras conmemoramos el Día de la Educación Financiera, recordemos que cada persona empoderada con conocimientos financieros es una pieza esencial en la construcción de economías más fuertes, transparentes y resilientes.

Un mayor énfasis en la educación financiera no solo beneficiaría a individuos al tomar decisiones más informadas sobre sus finanzas, sino que también podría evitar futuras crisis al fomentar un ambiente de responsabilidad, transparencia y prudencia en el mundo financiero.

Al igual que sus efectos nos afectan a todos, la prevención de futuras crisis es responsabilidad de todos: gobiernos, instituciones y ciudadanos. Y el primer paso es garantizar que todos tengan acceso a una educación financiera de calidad. Porque, como ha demostrado la historia, lo que no sabemos puede, y de hecho lo hace, perjudicarnos a todos.

Afortunadamente, desde la crisis de 2008, ha habido un impulso creciente para mejorar la educación financiera en todo el mundo, lo que refuerza la idea de que éste fue un factor causal determinante en esta crisis que era necesario atajar.

Sin embargo, todavía hay mucho trabajo por hacer. La educación financiera no debe ser un lujo o algo que solo buscan aquellos interesados en una carrera en finanzas. Debe ser una competencia básica que todos buscan desarrollar, al igual que la lectura, la escritura y las matemáticas. Y, eso sí, recordemos que no sólo vale sumar y restar, hay que saber más, enseñar mejor y contar con mejores herramientas.

Desde FxM aportamos nuestro pequeño granito de arena para llevar a todos los mortales los temas financieros más candentes, necesarios, complejos y relevantes; democratizando el acceso a la educación financiera con múltiples iniciativas y programas. Si quieres saber todo lo que hacemos y todo lo que tenemos planeado, no dudes en consultar en nuestra web todas nuestras iniciativas y sumarte a ellas si así lo deseas.

Prof. Julián Óscar Hernández Florindo

Formador de Finanzas para Mortales

Doctor en Economía de la Empresa y Finanzas

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