Lecciones de idiomas06/09/2014 | Simon Kuper – Financial Times Español
A sus 57 años, el estadounidense William Alexander se dispuso a aprender francés. Su atractivo relato “Flirting with French” (Coqueteando con el francés), describe su intento durante un año. Al terminar su lectura a uno le surge una pregunta políticamente incorrecta: ¿Para un angloparlante nativo mayor de 12 años, vale la pena el esfuerzo de invertir tiempo en aprender otro idioma? El surgimiento paralelo del inglés global y los traductores en línea han cambiado el resultado del análisis coste–beneficio. Habiendo pasado gran parte de mi vida intentando aprender idiomas, me doy cuenta que hay cuatro niveles en su manejo. El primero es la conversación básica: por ejemplo la habilidad de ordenar una comida en alemán. Mucha de la gente que durante años estudia un idioma no supera este nivel. Sin embargo para los angloparlantes esta habilidad se está convirtiendo menos útil. Cuando empecé a aprender alemán hace 30 años muchos adultos alemanes no podían hablar inglés básico. Hoy en día al turista que suelta algunas palabras en alemán difícilmente aprendidas a menudo se le responde en un animado inglés. Esto es un hecho que sucede en todo el mundo. El inglés es hoy en día “el idioma más ampliamente hablado y escrito de la historia”, escribe Robert McCrum et al. en The Story of English. Además, las aplicaciones del móvil pueden traducir un discurso al momento. Aprender alemán (por decir algún idioma) solo para entablar una conversación básica ya no vale el esfuerzo. El segundo nivel de manejo de un idioma es la lectura – quizás no tan bien como para leer a Goethe pero si lo suficiente como para entender un periódico alemán. Pero esta habilidad también se está volviendo obsoleta. Los traductores en línea como el Traductor de Google siguen mejorando. Ponga un artículo en alemán y usualmente obtendrá instantáneamente una útil versión en inglés. El Traductor de Google no es todavía el “Traductor Universal” de Star Trek pero tampoco lo son la mayoría de los lingüistas humanos. En breve: no te molestes en aprender un idioma solo para tener la habilidad de leerlo. El tercer nivel de manejo de un idioma – conversación fluida – obviamente todavía es útil. Sin embargo, dependiendo del idioma, puede implicar años de estudio. Los idiomas exóticos requieren un esfuerzo hercúleo. Una vez conocí a un estadounidense que había pasado siete años aprendiendo chino mandarín. Él decía que lamentaba haberlo hecho porque no había pasado más allá de la conversación básica. Crucialmente, la mayoría de los angloparlantes solo comienzan a aprender idiomas en la escuela a partir de los 12 años – justamente cuando la habilidad de aprender idiomas comienza a disminuir rápidamente. Alexander cita a Michael Long, un expe Después de 12 años en Paris hablo suficiente francés como para convivir en una fiesta y hacer entrevistas. Pero sueno aún más aburrido y estúpido en francés que en inglés. El momento extra que me toma procesar una frase le resta espontaneidad a las conversaciones. Cuando un francés hace una broma entro en pánico. En cualquier caso, visto solo en términos de ventaja personal, los angloparlantes lo hacen mejor cuando le hablan en inglés a los extranjeros. De esta manera controlan la conversación, mientras que aquellos batallan y suenan como tontos. Esto nos ayuda a triunfar en las relaciones en la oficina, tratos comerciales y discusiones de bar. El nivel de manejo de un idioma realmente útil es la fluidez perfecta. Para mí esto significa ser capaz de decir y entender todo en un idioma, aún si se tiene acento y se cometen errores gramaticales. Si eres perfectamente fluido puedes pasar largas veladas charlando con amigos cercanos en la mesa de la cocina. Esta es la manera de entender a un país. El holandés fluido que aprendí en mi infancia me ha llevado a todas las habitaciones de una casa holandesa. En Francia nunca he ido más allá del salón. Para alcanzar una fluidez perfecta se necesita empezar joven – de preferencia en la infancia. Cualquiera que empiece después de los 12 años probablemente no llegué muy lejos. Alexander admite, después de estudiar francés durante 13 meses: “No solo no he logrado tener fluidez, ni siquiera conversar en francés, sino que he fracasado espectacularmente”. Por supuesto que estudiar un idioma tiene beneficios adicionales al de aprender otro idioma. El proceso de aprendizaje te puede ayudar a apreciar otra cultura (aunque probablemente no mucho si todo lo que puedes decir es “Zwei Bier, bitte”). Mejor aún, aprender otro idioma mejora las habilidades de resolución de problemas y de memorización. Dicho directamente: los chicos bilingües son más inteligentes. Y parece que también les funciona a los adultos. Después del año de estudio, Alexander se hizo un examen de sus funciones cognitivas. Su resultado – preocupante un año antes – había mejorado considerablemente. Las implicaciones, concluye, son “tan sorprendentes, tan importantes, que casi puedo olvidar mi fracaso para aprender francés”. |
Language lessons09/06/2014 | Simon Kuper – Financial Times English
Aged 57, the American William Alexander set out to learn French. His engaging new memoir, Flirting with French, describes his year-long attempt. You come away from the book with an unfashionable question: for native English-speakers aged over 12, is it still worth investing the time to learn a language? The twin rise of global English and online translation engines has changed the cost-benefit analysis. Having spent much of my life trying to lea The second level of mastery is reading a language – perhaps not well enough to read Goethe but enough to understand a German newspaper. But this skill, too, is becoming obsolete. Online translation engines like Google Translate keep improving. Feed in a German article, and you´ll usually get a serviceable English version instantaneously. Google Translate isn´t quite Star Trek´s “Universal Translator” yet but then neither are most human linguists. In short: don´t bother learning a language just for functional reading ability. The third level of language mastery – high-level conversation – obviously remains useful. However, depending on the language, it can take years of work. Exotic languages can take Herculean effort. I once met an American who had spent seven years learning Mandarin Chinese. He said he regretted having done so, because he hadn´t got much beyond basic conversation. Crucially, most anglophones only start learning languages at school at about age 12 – exactly the age when the ability to learn languages is nosediving. Alexander quotes Michael Long, an expert at the University of Maryland, as saying that only a “tiny, tiny minority” of post-adolescent learners will attain near-native proficiency in another language. After 12 years in Paris, I speak enough French to function at dinner parties and interview people. But I still sound even more boring and stupid in French than in English. The extra moment I take to process a sentence drains spontaneity from conversations. When a French person makes a joke, I panic. In any case, viewed strictly in terms of narrow personal advantage, anglophones do best when speaking English to foreigners. That way we control the conversation, while they struggle and sound stupid. This helps us triumph in office politics, business deals and bar quarrels. The truly useful level of linguistic mastery is perfect fluency. To me, this means being able to say and understand everything in a language, even if you have an accent and make grammatical errors. If you´re perfectly fluent, you can have long evenings nattering with clo To achieve perfect fluency, you need to start young – preferably as an infant. Anyone starting after age 12 probably won´t get far. Alexander admits, after 13 months studying French: “Not only have I failed to become fluent, or even conversant, in French, but I´ve failed spectacularly.” Of course, studying a language has benefits besides actually learning the language. The learning process can also help you appreciate another culture (though probably not much if all you can say is “Zwei Bier, bitte”). Better, learning a language improves problem-solving and memory skills. Put simply: bilingual kids are smarter. It even seems to work for older people. After Alexander´s year of study, he took a cognitive-functioning test. His scores – worrying a year before – had skyrocketed. The implications, he concludes, are “so startling, so important, I can almost overlook my failure to learn French”. |
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