Los cisnes negros: un animal temido en los mercados

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¡Saludos, Mortales! Aunque el título de nuestro post de hoy parece más apropiado para los entusiastas en biología, en realidad hoy vamos a trabajar con un misterio fascinante del mundo financiero: los cisnes negros. Este concepto, considerado casi místico en el contexto de la bolsa, es esencial para entender los terremotos que sacuden ocasionalmente nuestras economías y mercados.

¿De dónde viene esta peculiar expresión? El término cisne negro fue popularizado por Nassim Nicholas Taleb, un experto en riesgos y trader de opciones. Antes de que se descubrieran en Australia, se creía que todos los cisnes eran blancos; por ello, un cisne negro se refería a algo imposible o inexistente. Taleb lo utilizó como metáfora para explicar eventos extremadamente raros e impredecibles que tienen un impacto monumental en los mercados y la economía.

¿Cómo se manifiesta un cisne negro en la bolsa y la economía?

Son eventos fuera de lo común, que no podemos prever, pero que causan efectos enormes y, a menudo, devastadores. Por ejemplo, la crisis financiera global de 2008 fue un cisne negro. Nadie esperaba que los problemas de hipotecas en los Estados Unidos provocaran una catástrofe económica mundial.

Como características fundamentales, un cisne negro reúne tres:

  • Es impredecible.
  • Sus consecuencias son masivas.
  • Después de ocurrir, tendemos a encontrar explicaciones que lo hacen parecer menos aleatorio y más predecible de lo que realmente fue.

De todas ellas, esta última característica es la más relevante de todas y la que hace a los cisnes negros realmente útiles. ¿Por qué? Porque nos permiten entender cómo funcionan de verdad los mercados ante situaciones de estrés máximo y, de tener su origen en los propios mercados, nos permiten saber qué medidas debemos tomar para que no vuelvan a repetirse.

Algunos de los cisnes negros más llamativos de la historia: Las Torres Gemelas

Primero, recordemos la trágica caída de las Torres Gemelas en 2001. Este horroroso acto terrorista no solo causó una devastación humana inconmensurable, sino que también generó ondas de choque en los mercados globales. Las bolsas cayeron, los aviones dejaron de volar, y el mundo entró en una nueva era de incertidumbre y miedo. Nadie pudo haber previsto un evento de esta magnitud y sus amplias repercusiones económicas.

Claramente, el ataque fue principalmente un acto terrorista con motivaciones políticas y religiosas que no tuvo su origen en los mercados o en la economía, pero que tuvieron un profundo impacto en ellos. La acción directa fue el secuestro de aviones comerciales para realizar ataques suicidas, pero las repercusiones se sintieron en todo el mundo y en diversos sectores.

¿Fue culpa de los mercados el ataque? No, este fue un evento externo que afectó a los mercados, no fue causado por ellos. ¿Fue el diseño de los mercados internacionales una causa de la expansión del efecto? Sí. Sin duda, este shock reveló lo débiles que pueden ser los mercados globales a eventos inesperado, incluso si la razón original no es económica.

Gracias a ello, aprendimos la importancia de la seguridad y la prevención en un mundo globalizado. También se destacó la necesidad de tener estrategias de inversión y negocios resilientes que puedan soportar shocks externos inesperados y la relevancia de utilizar medidas de riesgo adicionales que consideren también los eventos extremos, y no sólo los más probables.

El segundo cisne negro del siglo XXI: la crisis global de 2008

Sigamos con la crisis financiera de 2008, un cisne negro que nos tomó por sorpresa y sacudió los cimientos de nuestra economía, siendo particularmente afectada España por este evento.

Sus consecuencias son sabidas por todos: la burbuja inmobiliaria estalló, los bancos que parecían invencibles colapsaron, y el mundo se precipitó a una recesión brutal que produjo el mayor frenazo económico en décadas. Tal es así, que aún hoy siguen resonando algunos ecos lejanos de esta crisis, especialmente en los más desfavorecidos. Este fue un claro ejemplo de cómo un evento imprevisto puede desencadenar una reacción en cadena, afectando a millones de vidas y empresas.

¿Fue culpa de los mercados? En gran medida, sí. Fue una crisis originada en el sistema financiero, exacerbada por la falta de comprensión y regulación adecuada de ciertos instrumentos financieros. Precisamente por ello, ha sido uno de los cisnes negros de los que más hemos aprendido.

Las principales lecciones han sido en lo relativo a la importancia de la regulación, la transparencia y la prudencia en las prácticas financieras. También se destacó la necesidad de diversificación y una comprensión profunda de los riesgos involucrados en las inversiones, haciendo especial hincapié en que todo participante de los mercados, independientemente del volumen de su inversión, su experiencia o su conocimiento, cuente con la debida protección a la hora de operar en los mercados.

Normativas tales como Basilea III, relativa a la supervisión prudencial de los bancos o MiFID II, relativo a la protección de los inversores minoristas, tienen sus raíces en este evento. Aunque estas normativas te suenen lejanas, han cambiado profundamente muchas de las operativas habituales que realizamos con la banca:

  • Las hipotecas no deben de superar el 80% del valor de la tasación de la vivienda. Esta es una recomendación del Banco de España basada en las reglas de supervisión prudencial de Basilea III, que exigen mayores garantías a los bancos cuando conceden hipotecas por encima de dicho porcentaje.
  • Antes de invertir, debemos hacerte el test del inversor (idoneidad o conveniencia). Son dos herramientas básicas de protección para ayudarte a invertir sólo en los productos que comprendes, siendo requisitos obligatorios dictaminados por la directiva MiFID II.

Un cisne negro mucho más reciente: la pandemia de COVID-19

Más recientemente, la pandemia de COVID-19 irrumpió como un ciclón inesperado, cerrando países y aniquilando mercados. ¿Quién podría haber imaginado que un virus pondría de rodillas a la economía global, causando una disrupción sin precedentes y una incertidumbre abrumadora?

La rápida propagación del virus y su duradero impacto nos recordaron la vulnerabilidad de nuestro sistema ante determinados factores fuera de nuestro control, como los sanitarios.

Por tanto, fue otro evento externo a los mercados, pero que generó gran turbulencia por la interconexión de los diferentes sectores económicos y la excesiva dependencia en los flujos de comercio globales.

Tras 2020, aprendimos la importancia de la preparación para pandemias y la necesidad de conservar sistemas sanitarios de primera generación y un adecuado contexto de ciencia e investigación para favorecer una rápida respuesta a este tipo de desafíos.

En el plano económico, se destacó la debilidad del modelo económico de la globalización desmedida y la deslocalización de fábricas e industrias de manufactura, así como la necesidad de resiliencia y adaptabilidad en nuestras economías y mercados. En lo positivo, hay que destacar como la cooperación global y la innovación conjunta fueron claves para dar una rápida respuesta a la crisis y sufragar velozmente los daños producidos a la economía.

Unos fenómenos no tan escasos

Aunque comenzábamos nuestro post definiendo los cisnes negros como eventos de naturaleza extraordinaria, un breve repaso de la historia reciente nos permite ver cómo en 22 años hemos podido contar tres cisnes negros. En términos estadísticos, no parece muy razonable definir como extraordinario algo que ha sucedido en un 13,04% de los años del siglo XXI.

Quizá, si sólo hubiera pasado en un 5% de las veces, o incluso un 1%… Pero ¿un 13%? Indicaría que, de mantenerse la tendencia, tendríamos al menos otros 10 eventos más como el COVID-19 en lo que nos queda de siglo. Si también contamos la guerra de Ucrania o los recientes eventos en Israel… Todo parece que la tendencia no sólo se mantiene, sino que se acelera más si cabe.

Por ello, si los cisnes negros comienzan a reproducirse y a ser tan numerosos como los blancos, la única alternativa viable es ser capaces de aprender las lecciones a tiempo y mantenernos siempre actualizados sobre las posibles consecuencias que podamos sufrir y cómo podemos prepararnos para ellas.

Ante un mundo lleno de sorpresas e incertidumbres, una herramienta poderosa que todos podemos usar es la información. Saber qué está pasando a nuestro alrededor, entender los cambios en la economía y tener claro cómo pueden afectarnos es fundamental.

Esto nos ayuda a tomar mejores decisiones y a estar preparados para enfrentar lo que venga. En Finanzas para Mortales, estamos 100% comprometidos con esta misión: queremos hacer que las finanzas, que a veces parecen un tema complicado, sean algo que todos puedan entender.

Por ello trabajamos para explicar las cosas de manera clara y sencilla, para que puedas sentirte más seguro y listo para enfrentar los retos económicos del futuro. ¡Cuenta con nosotros para acompañarte en este camino de aprendizaje y descubrimiento!

Prof. Julián Óscar Hernández Florindo

Doctor en Economía de la Empresa y Finanzas

Formador de Finanzas para Mortales

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