La nevera de la madre de la Reina Isabel II cumplió 62 años en 2016 todavía en funcionamiento. En la actualidad, alrededor del 10% de los grandes electrodomésticos son reemplazados en menos de cinco años, según un estudio distribuido por la Agencia Medioambiental de Alemania. Esto se debe a la obsolescencia programada, técnica empresarial que reduce la vida útil de un producto para incentivar que el consumidor lo reemplace.
Uno de los primeros ejemplos de esta práctica fue el protagonizado por Philips, General Electric y otras grandes empresas tecnológicas de principios del siglo XX. Esta asociación promovió que las bombillas incandescentes no duraran más de 1.000 horas, multando a los fabricantes que no respetaran la costumbre.
La obsolescencia programada comenzó a ser una práctica generalizada gracias al mercado estadounidense y al crecimiento de la clase media del país tras la II Guerra Mundial, según la publicación de la «Institución Smithsonian».
Un ejemplo clásico de esta práctica son las medias de nylon. La compañía creadora del complemento, Union Hosiery Company for Du Pont, decidió acortar su vida visto el éxito arrollador de ventas que tuvieron en los años 40, según el libro de la editorial de la Universidad de Harvard «Hecho para romperse: Tecnología y Obsolescencia en América».
La obsolescencia programada no siempre tiene que ver con productos que se rompen pronto. Otra forma de obsolescencia es crear tendencias que creen en el cliente la necesidad de comprarse continuamente nuevos productos. En el mundo de la moda esto se conoce como la «fast fashion» o «moda rápida», la estrategia de los grandes almacenes para mantener su nivel de ventas invitando a los consumidores a adquirir todo el tiempo nuevas prendas.
UN ANTES Y UN DESPUÉS
Apple y Samsung recibieron la primera multapor llevar a cabo prácticas de obsolescencia programada en 2018. La Autoridad de la Competencia de Italia les conminó a pagar diez y cinco millones de euros respectivamente por «aplicar prácticas comerciales deshonestas» al ralentizar -a través de actualizaciones al sistema operativo- los móviles más antiguos para «acelerar la sustitución» de los terminales.
Apple, que también está siendo investigado por el mismo motivo en Francia, señaló que si bien es cierto que reduce el rendimiento de los iPhone antiguos, lo hace para evitar que se apaguen cuando están en picos de alta potencia.
A diferencia de Italia, que ha multado a Apple en el marco de sus leyes contra las prácticas engañosas en el comercio, Francia considera la obsolescencia programada un delito. Tal y como está expuesto en la Ley de Transición Ecológica, esta práctica está penada con dos años de prisión y una multa de 300.000 euros, aunque esta puede aumentar -dependiendo de los beneficios percibidos por la empresa- hasta el cinco por ciento de la facturación media anual.
QUÉ LEGISLACIÓN HAY AL RESPECTO
España no tiene ninguna ley específica para la obsolescencia programada en general. Sin embargo, sí que regula esta práctica en algunas industrias: el Real Decreto 110/2015 insta en su artículo 6 a que las empresas de tecnología a «diseñar y producir sus aparatos de forma que se prolongue en lo posible su vida útil, facilitando entre otras cosas, su reutilización, desmontaje y reparación».
Aunque algunos países europeos -como Francia- sí que aplican medidas contra la obsolescencia programada, no hay una ley común a todos los países de la Unión Europea. El Parlamento europeo pidió en 2017 a la Comisión Europea, a los países miembros y a las empresas que adoptaran una definición común para obsolescencia programada, se aseguraran de que los productos «están diseñados para ser resistentes, fáciles de reparar y de actualizar» y que ofrecieran «incentivos apropiados» por la creación de «productos duraderos que puedan ser reparados», entre otras medidas.
Las directrices de la Comisión Europea giran más en torno a impulsar la economía circular, en la que «el valor de los productos y los materiales se mantiene durante el mayor tiempo posible, los residuos y el gasto de recursos son minimizados y los materiales se mantienen dentro de la economía cuando la vida de un producto finaliza».
Fuente: Europa Press 15 marzo 2019)