Planificación financiera para jóvenes: a la hora de invertir, piensa en verde

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Los activos verdes son inversiones que promueven la sostenibilidad y tienen un impacto positivo en el medio ambiente. Estas inversiones son cada vez más populares entre los jóvenes, que suelen tener un perfil más tolerante al riesgo y buscan invertir en activos que se alineen con sus valores. Un tipo de activo verde que ha ganado atención en los últimos años son los bonos catástrofe (CAT bonds, en inglés), que ofrecen una interesante oportunidad de inversión para los jóvenes, a la vez que tienen un impacto directo y medible tanto social como medioambiental.

¿Por qué los activos verdes pueden ser atractivos para los jóvenes?

Los jóvenes, en particular los millennials y la Generación Z, son más propensos a dar prioridad a la sostenibilidad y la responsabilidad social a la hora de tomar decisiones en su día a día, también en lo referente a su planificación financiera y decisiones de inversión. Además, dada la personalidad más aventurera y atrevida característica de la juventud, están más predispuestos a asumir mayores riesgos en inversiones inusuales, una combinación que hace que los activos verdes sean una opción atractiva para ellos.

Los activos verdes ofrecen la oportunidad de invertir en empresas que están teniendo un impacto positivo en el medio ambiente y en aspectos sociales, al tiempo que potencialmente generan mayores rendimientos que las inversiones tradicionales.

¿Qué son los “bonos catástrofe”?

Los bonos catástrofe, o CAT bonds en inglés, son un tipo de activo verde que proporciona cobertura de seguro frente a catástrofes naturales, como huracanes, terremotos e inundaciones. Estos bonos están diseñados para transferir el riesgo de catástrofes naturales a los inversores y son normalmente emitidos por compañías de seguros, aunque cada vez más gobiernos están haciendo emisiones de este tipo de renta fija.

Presentan un mayor riesgo que otro tipo de bonos ya que, de producirse la catástrofe natural que aseguran, los tenedores de los bonos pierden su inversión principal, dinero que es utilizado por las aseguradoras o los gobiernos (depende de quien sea el emisor) para reparar los daños de los asegurados. Sin embargo, si estos bonos vencen sin que se haya producido dicha catástrofe, los inversores reciben un cupón que es superior al habitual en este tipo de inversiones. El plazo de vencimiento de estos bonos suele ser de tres años.

Ilustración 1 – El funcionamiento de un CAT bond. Elaboración propia

Perfil del inversor

Los bonos catástrofe son especialmente interesantes para los jóvenes inversores, más allá de que ofrecen la oportunidad de obtener mayores rendimientos, les alienta a impulsar acciones para que la sociedad en su conjunto mejore el medio ambiente y de esta manera evitar catástrofes naturales.

Por otro lado, si desagraciadamente se produjera el siniestro, la pérdida del principal es tomada por sus inversores como un donativo para aquellas personas que están sufriendo los estragos de terremotos, huracanes, volcanes, inundaciones…

Desde un punto de vista plenamente financiero y excluyendo la dimensión de sostenibilidad, estos bonos también pueden ofrecer una gran oportunidad de diversificación a los inversores neutros, ya que no están correlacionados con los mercados financieros tradicionales. Por tanto, no sufren pérdidas graves en periodos de crisis ni presentan estructuras de riesgo habituales, lo que aumenta la resiliencia de la cartera.

Ilustración 2 – Los beneficios de invertir en CAT bonds. Elaboración propia

Riesgos de invertir en bonos catástrofe

Como todas las inversiones, existen riesgos asociados a la inversión en bonos catástrofe. Por supuesto, el principal riesgo es la posibilidad de que se produzcan las catástrofes naturales que provocan la pérdida de la inversión principal del inversor.

Sin embargo, este riesgo puede mitigarse invirtiendo en una cartera diversificada de diferentes tipos de bonos catástrofe. Por otra parte, hay que tener en cuenta que este tipo de bonos no son tan líquidos como las inversiones tradicionales. Esto quiere decir que los inversores pueden no ser capaces de vender sus bonos tan fácilmente, y pueden asumir importantes pérdidas al liquidar su posición de forma temprana.

Ejemplo de un bono catástrofe emitido

En 2020, el Banco Mundial emitió cuatro bonos catástrofe en nombre del Gobierno de México. Esta emisión ofrece al país una protección financiera de hasta 485 millones de dólares contra pérdidas por tormentas y terremotos de cierta magnitud durante un periodo de cuatro años. Si se produce un desastre natural cubierto por los bonos, una parte o la totalidad del dinero invertido en ellos será puesto a disposición del Fondo Mexicano de Desastres Naturales (FONDEN).

Esta última ha sido la mayor transacción de bonos catástrofe para México, desde que comenzaron sus emisiones de este tipo en 2006, siendo el primer país en emitir bonos catástrofe soberanos. Desde entonces, otros países del Caribe se están sumando a esta forma de asegurarse contra las pérdidas millonarias que pueden consistir estos desastres naturales.

Con un ejemplo tan exótico como atractivo, hemos visto como la sostenibilidad y las finanzas pueden estar alineadas perfectamente y combinar aspectos de ambos mundos para contribuir a mejorar la seguridad en las zonas más propensas a sufrir desastres naturales. La tendencia clara de nuestra sociedad es verde, y las finanzas no son ajenas a ello, tal y como hemos visto con los CAT bonds, un instrumento de inversión rentable, con un alto poder de diversificación y que, en el peor de los casos, supone un donativo a una zona devastada por un desastre natural. No suenan mal, ¿verdad?

Prof. Julián Óscar Hernández Florindo

Formador de Finanzas para Mortales

Doctor en Economía de la Empresa y Finanzas

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