¡Hola, Mortales! Seguro que en alguna ocasión os habéis preguntado si en un ataque de nostalgia podemos cambiar nuestro colorido y cómodo papel moneda por una alternativa tan clásica y distinguida como el oro.
Además, ciertos encapuchados de rojo han puesto de nuevo sobre la mesa una fiebre por el oro bajo el Banco de España. Y, no solo España guarda ingentes cantidades de este metal precioso bajo las más estrictas medidas de seguridad: países como EE. UU., Reino Unido o China cuentan con numerosísimas reservas de oro en sus bancos centrales. ¿Por qué? ¿Es esencial para el correcto funcionamiento del país? ¿Es lo que da a las monedas su valor?
Hoy aclararemos todas vuestras dudas sobre el papel del oro con respecto al papel moneda explorando dos sistemas monetarios: el patrón oro y el dinero fiat o fiduciario.
Comenzaremos respondiendo a la pregunta con la que encabezamos nuestro post de forma directa: Sentimos comunicaros que hoy día no es posible ir a un banco comercial o al banco de España y que nos cambien dinero por oro. Sin embargo, esta respuesta no sería adecuada si nos transportamos algunas décadas atrás, ya que durante mucho tiempo existió un régimen de conversión directa de la moneda en metales, generalmente oro, que se conocía como el patrón oro.
Esto significaba en la práctica que la cantidad de dinero en circulación de un determinado país debía tener relación directa con la cantidad de reservas de oro que ese país poseía para respaldar su divisa. Este sistema daba confianza a la población y al exterior, y confería cierta estabilidad económica.
Observa a continuación el siguiente certificado de oro de los Estados Unidos de América:
Ilustración 1 – Imagen cortesía del Instituto Smithsonian (fuente original). Utilizada para fines educacionales de acuerdo con lo recogido en los principios de uso razonable de la Section 108 del U.S. Copyright Act.
Si alguna vez has viajado a la tierra de las oportunidades, seguro que este certificado tiene un parecido más que razonable con el billete más común del mundo, el de un dólar, que puedes ver a continuación:
Ilustración 2 – Imagen cortesía del US Currency Education Program (fuente original). Utilizada para fines educacionales de acuerdo con lo recogido en los principios de uso razonable de la Section 108 del U.S. Copyright Act.
A pesar de las notables diferencias entre uno y otro en términos de colores y valor, en ambos se representa la figura de George Washington y suponen la determinación por escrito de un valor monetario determinado.
En la primera imagen tenemos un certificado de oro en el que se indica que ese documento es un título oficial (como una especie de escritura o un cheque) que otorga a su poseedor el derecho de recibir a demanda (payable to the bearer on demand) la cantidad de 20 dólares en monedas de oro (in gold coin).
En la segunda imagen, tenemos un billete de dólar de uso corriente en EE. UU. en el que se indica, de nuevo rodeado de oficialidad, que ese título actúa como moneda de curso legal (legal tender) para todas las deudas, públicas y privadas (for all debts, public and private). En este caso, debemos entender el concepto de “deuda” como un término amplio e intercambiable por pago.
Por tanto, existe una diferencia muy importante entre las fuentes del valor de ambos documentos: en el primero de ellos, es el oro el que da valor a esos 20$ que aparecen en el certificado. En el segundo de ellos, es el gobierno de los Estados Unidos y la Reserva Federal el que dan el valor de 1$ (cualquiera que sea ese valor) al poder utilizar ese billete como medio de pago. Esta diferencia en la fuente del valor es precisamente la que establece esa dualidad entre patrón oro y dinero fiat en la que hoy profundizaremos.
El valor del oro como referencia
El patrón oro fue un sistema monetario que tuvo un papel central en la economía mundial durante gran parte del siglo XIX y principios del siglo XX. Su origen se encuentra en la idea de respaldar el valor de la moneda con un metal precioso muy altamente valorado por el ser humano desde la Antigüedad (el oro) por sus características de brillo, densidad y durabilidad (entre muchas otras).
El patrón consistía en definir de antemano un tipo de cambio de la moneda de cada país respecto al oro, dando a los ciudadanos el derecho de exigir al banco el equivalente del efectivo en este preciado metal, y aquí es donde residía la confianza de los agentes económicos en el sistema.
Es decir, los billetes o, formalmente, certificados de oro, sólo servían como un medio cómodo de poder usar el oro sobre el que poseemos un derecho de reclamación. Podemos hallar un paralelismo con las tarjetas de débito actuales: lo que tiene valor no es la tarjeta en sí, sino el dinero que transferimos desde nuestra cuenta bancaria a la del comercio en el que pagamos. Pero, eso sí, es mucho más cómodo llevar una sola tarjeta que decenas de billetes.
En el sistema del patrón oro, cada unidad de moneda, como el dólar o la libra esterlina, tenía un valor fijo en términos de oro. Por ejemplo, en el caso del dólar americano se aplicaba un tipo de cambio fijo de $42,22 por onza de oro, lo que equivale a una tasa de 1,35$ por gramo de oro, aproximadamente. En la actualidad, el precio de mercado del oro se sitúa alrededor de los 64$/gramo, ¡una diferencia muy notable!
Una de las ventajas del patrón oro, y el principal motivo de su adopción, era la estabilidad que proporcionaba a las monedas y a las economías. Los precios solían mantenerse relativamente estables a lo largo del tiempo, ya que la cantidad de dinero en circulación estaba vinculada al suministro de oro disponible. Esto daba a los inversores y a la población en general una mayor confianza en el valor de su dinero y limitaba los peligros de la inflación.
Sin embargo, este sistema también tenía limitaciones. La cantidad de dinero en circulación estaba restringida por la cantidad de oro disponible, lo que dificultaba la expansión de la oferta monetaria en momentos de crisis económicas. ¿Qué significa esto? Que el gobierno no podía darle al botón mágico de imprimir dinero y, por tanto, se perdía la posibilidad de estimular la economía mediante la provisión de créditos baratos. Por tanto, la economía mostraba un riesgo muy alto de deflación, un fenómeno tan peligroso como la hiperinflación.
La Gran Depresión y el colapso del patrón oro
El crack del 29 fue un colapso de la Bolsa de Nueva York a la que sucedieron graves consecuencias económicas que marcaron el inicio de la Gran Depresión, la peor crisis de carácter económico del siglo XX.
Durante los años 20, la economía de EE.UU. vivió una gran expansión. La bolsa recibió cuantiosas inversiones, a menudo con dinero prestado, con la expectativa de que los precios de las acciones seguirían subiendo. Sin embargo, esto creó una burbuja especulativa.
El 24 de octubre de 1929, los precios de las acciones se desplomaron. Muchos inversores perdieron enormes cantidades de dinero y no pudieron pagar sus deudas. Esto provocó una reacción en cadena. Los bancos, afectados por estas pérdidas y por retiros masivos de dinero, quebraron. La confianza en la economía se desplomó.
La Gran Depresión, que siguió al crack del 29, fue una época de desempleo masivo, quiebras y pobreza generalizada. En EE.UU., el desempleo alcanzó casi el 25%. La crisis se extendió a otros países, afectando las economías globales.
Antes de la Gran Depresión, muchas naciones seguían el patrón oro, pero durante la Depresión, los países necesitaban una manera más flexible de manejar sus economías. Necesitaban imprimir más dinero para estimular la economía, pero el patrón oro lo restringía.
Por tanto, muchos países, empezando por Gran Bretaña y seguido por otros, abandonaron el patrón oro. Esto les permitió devaluar sus monedas, hacer sus exportaciones más baratas y estimular el crecimiento. El abandono del patrón oro fue un reconocimiento de que la rigidez de este sistema no era compatible con una economía moderna y la suavización de las crisis clásicas de todo ciclo económico.
Bretton Woods y el dólar como moneda de referencia
Tras la Segunda Guerra Mundial, se celebró una conferencia en Bretton Woods, New Hampshire, en 1944. En esta conferencia, se acordó un nuevo sistema monetario que tomó el nombre de Sistema de Bretton Woods en el que las monedas de los países se fijaron en relación con el dólar estadounidense, que a su vez estaba vinculado al oro. Los países mantenían así sus tasas de cambio dentro de un margen estrecho frente al dólar.
Bretton Woods dio comienzo a una era de crecimiento económico y expansión del comercio mundial pero la rigidez del sistema de nuevo se mostró incapaz de hacer frente a los desafíos de la década de los 60 y reveló la imposibilidad de EE.UU. de mantener el valor del dólar en oro.
El surgimiento del dinero fiat
En 1971, el presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, anunció la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro, lo que puso fin al último vínculo entre las monedas y el oro. Esto marcó el comienzo del sistema de dinero fiat que conocemos hoy en día.
El dinero fiat es un término que se refiere a la moneda que no tiene respaldo físico como el oro o la plata. Su nombre deriva del latín fiare, que significa impuesto por el gobierno, similar a nuestro término castellano fuero.
Por tanto, la fuente de valor del dinero fiat se basa en la confianza y la fe en el gobierno que lo emite. Por ello también se le conoce como dinero fiduciario. Los billetes y monedas en circulación tienen un valor nominal impreso, pero su valor real está respaldado por la economía y la estabilidad política de un país.
Con este sistema, si tenemos en nuestras manos un billete de 10 euros, ese billete en sí mismo no tiene convertibilidad en un metal precioso. Su valor se deriva de la confianza en el gobierno y la economía de la zona euro. Si las personas confían en que este billete de 10 euros es aceptado en la mayoría de las transacciones y puede usarse para comprar bienes y servicios por ese valor, entonces cumple su función como dinero fiat.
Cuantos más usuarios de moneda haya en el planeta que quieran comprar bienes europeos, que sólo se pueden comprar con euros, mayor será la demanda por estos billetes y más estarán dispuestos a entregar a cambio, ya sean divisas como el dólar o la libra u otros bienes.
Por tanto, es el mercado libre, fruto de las expectativas y perspectivas de valoración y confianza de los diferentes individuos en la economía de cada país y zona monetaria, el que fija el valor de una moneda frente a otra. Así, los países y entidades responsables (como el BCE en el caso de Europa) no fijan ni determinan la tasa de cambio frente a otras monedas (salvo algunos casos muy concretos), sino que desarrollan sus estrategias de política monetaria para que su divisa alcance un determinado valor en los mercados.
De esta forma, cuando hay una crisis económica aguda, las autoridades monetarias pueden “imprimir dinero” mediante la reducción de tipos y la inyección de liquidez a los mercados para reducir el valor de su moneda, hacer más barato el crédito y fomentar el gasto y el consumo, para “subir de revoluciones” la economía.
Seguro que en este momento os suenan todas las estrategias monetarias del BCE y otros muchos bancos centrales durante 2020-2023 para reanimar la economía, luego enfriarla y después estabilizarla. Subidas como las del Euribor son consecuencias directas de esta acción monetaria que, en muchas ocasiones, no son sencillas de comprender. Por ello, te invitamos a que te mantengas actualizado con FxM, ya que en nuestro próximo post hablaremos justo de cómo pueden los gobiernos y autoridades “jugar” con el dinero para alcanzar (o al menos intentar) determinados objetivos.
España, el patrón oro y la peseta
En el caso español, aunque en 1876 se consideró incluir la peseta en el patrón oro y se reactivó la acuñación de monedas en su equivalente en oro, la peseta nunca llegó a ser parte de este sistema.
Como en otros lugares del mundo, la Gran Depresión y la inestabilidad económica llevaron a España a abandonar la idea de integrarse dentro de la estructura del patrón oro, con lo que el valor de la peseta se basaría plenamente en la confianza en la economía y la estabilidad política de España.
A lo largo del siglo XX, la peseta se mantuvo como moneda fiat respaldada por la economía española. Esto provocó que los sucesivos gobiernos pudieran alterar notablemente su valor a través de ciclos de devaluación de la peseta que permitieron aumentar la competitividad de España en términos de sus exportaciones, pero a cambio de afrontar tasas de inflación de dos dígitos durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX.
En 1999, España decidió unirse a la zona euro y adoptar el euro como su moneda oficial en 2002. Esto implicó una transición hacia una moneda gestionada por el Banco Central Europeo (BCE) y respaldada por la fortaleza económica de la zona euro en su conjunto, mucho más valiosa y fiable que la de cualquiera de sus estados miembros por separado.
Esta evolución refleja la tendencia global hacia sistemas monetarios más flexibles y respaldados por la confianza en las instituciones gubernamentales y económicas.
Esperamos que este artículo haya arrojado luz sobre el dinero fiat y el patrón oro, y que hayáis disfrutado con su lectura. Gracias por ser parte de nuestra comunidad de Finanzas para Mortales y nos vemos en el siguiente reto: ¡conocer todo lo que da de sí el dinero cuando el gobierno puede utilizarlo de forma estratégica!
Prof. Julián Óscar Hernández Florindo
Doctor en Economía de la Empresa y Finanzas
Formador de Finanzas para Mortales