¿Qué ha ocurrido con la economía brasileña?

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La economía brasileña ha sido durante la primera década del siglo XXI la gran sorpresa de América Latina por su desarrollo y su modernización, partiendo de una base con un país con gran pobreza y enormes desigualdades. Tanto fue así, que tras la crisis del 2008 fue de los países que antes volvió a la senda del crecimiento, marcando en el 2010 un histórico 7,5% de crecimiento de su economía y actuando como imán para inversiones internacionales.
Esta economía, con un PIB de más de 2.200 millones de dólares en 2013, un 38% del PIB de Latinoamérica y un 2% del mundial, ha experimentado profundos cambios estructurales a lo largo del siglo XX. Ha pasado de ser un país fundamentalmente agrícola a ser un país industrializado. Además, en esta última década, ha pasado de experimentar injustas desigualdades internas a inaugurar un camino hacia la convergencia social y económica, reduciendo a la mitad la pobreza y mejorando la distribución de la riqueza, creando así una nueva clase media que impulsó la economía del país. Brasil es actualmente la séptima mayor economía del mundo, y el motor económico de su región, debido a su tamaño.
La economía brasileña ha experimentado desde el año 2000 un crecimiento y mejora de todas sus variables, si bien es cierto, que afectado por la crisis, este crecimiento se vio reducido desde el 2011. Además, el peso de su economía dentro del conjunto de la economía Sudamericana se vio aumentado, llegando su PIB en el 2011 a suponer un 43% del PIB total de América Latina.
La inflación es uno de los problemas endémicos de la economía de Brasil. A lo largo de su historia reciente, el gobierno brasileño implementó numerosas medidas de choque para luchar contra la inflación. En el periodo de 1980 a 1993, Brasil tuvo cuatro monedas diferentes y nueve planos de estabilización.
La apertura comercial de Brasil de un 28%, la mitad que la media de su región del 50%, y aunque haya aumentado la situación ligeramente en estos años, todavía es una economía poco integrada internacionalmente, situándose muy lejos de la apertura demostrada por Chile, un país altamente insertado en el comercio internacional con un 65% de apertura comercial; con este dato, Brasil se convierte en una de las economías más cerradas del mundo.
Las exportaciones brasileñas, en los últimos años han sufrido una importante transformación, de un perfil de exportador de manufacturas a exportador de productos básicos. Este hecho es muy perjudicial para la economía brasileña, ya que los productos básicos, son los de menor valor añadido y por tanto, los que menos riqueza aportan.
La variación de reservas positivas de la Balanza de Pagos ayudó a Brasil a reducir su deuda histórica. Los años más notables a este respecto, fueron el 2007 con un repunte de 87.484 de entrada de nuevas reservas gracias al aumento de los precios de las commodities exportadas por Brasil y los años posteriores a la crisis debido a la estabilidad inicial demostrada por el país.
El tipo de cambio del real brasileño a lo largo de estos años ha actuado como un auténtico indicador de los desequilibrios y fluctuaciones comentados anteriormente.
Pero de estos fenómenos, es precisamente la valorización de las materias primas en los mercados internacionales lo que ha supuesto una auténtica arma de doble filo para las exportaciones brasileñas. Mientras que se han registrado los mejores datos de la historia gracias a las exportaciones de estos bienes, esto ha producido una apreciación del real que ha conllevado la pérdida de competitividad de las manufacturas brasileñas mermando las exportaciones de éstas y provocando la desindustrialización del país. El problema es que cuando los precios de estas materias se estabilizaron, el efecto positivo desapareció, pero la perdida de tejido industrial fue difícilmente reversible. Esta es la situación afrontada por Brasil en la actualidad, tras el auge de los precios de las materias primas en el 2007.
El real brasileño ha sufrido una progresiva apreciación a lo largo de esta década y desde el 2003 como consecuencia del aumento de los precios de las materias primas, de las atractivas y elevadas tasas de interés impuestas en Brasil para controlar la inflación y de la debilidad de la economía americana durante la crisis.
Además, por si fuera poco, un real valorizado aumenta el poder adquisitivo de los brasileños, aumentando las importaciones y perjudicando la balanza comercial; para Brasil en la actualidad es dañino un real apreciado y urge una depreciación de su tipo de cambio que le permita ganar competitividad en las exportaciones de sus manufacturas para dejar de ser un simple proveedor de materias primas.

NUEVA SITUACIÓN
El ministro de Economía Joaquim Levy, reconoció un déficit equivalente a más de 7.000 millones de euros en su presupuesto de 2016, cambiando la postura del año pasado, cuando el gobierno maquilló las cuentas para garantizar la reelección de Rousseff. El PIB, recién anunciado, del segundo trimestre, retrocedió un 1,9%, mientras la producción industrial acumula en los seis primeros meses del año una contracción del 6,3% en comparación con el mismo periodo de 2014. La inflación interanual ya está en el 9,6%, el desempleo ha ascendido hasta el 8,3%, el dólar va camino de los 4 reales y la popularidad de Rousseff, por debajo del 10%, es la peor de un presidente en las últimas tres décadas. La expectativa para el PIB de 2015 es de una caída del 2,1%.

La crisis es resultado de un proceso de negación de la realidad por parte del Gobierno, que adoptó políticas de intereses artificialmente bajos y abundancia de crédito público. Si había una tendencia negativa en el sector externo con el fin del boom de commodities, y una productividad que paró de crecer, la política económica multiplicó los problemas.
Si no se resuelve el tema fiscal, Brasil puede verse abocada hacia la insolvencia. La carga tributaria es excesiva y la situación puede empeorar con los gastos de Seguridad Social, como las jubilaciones, que crecen un punto porcentual del PIB al año.
Si hay algo claro es que en el problema de la economía brasileña se conjugan la situación financiera y la crisis política; el país sigue imbuido en una tormenta que se manifiesta con signos de crisis política, corrupción y recesión. Todo junto hace un cocktail que ha llevado a que, por ejemplo, las agencias de calificación crediticia hayan situado al bono de Brasil como basura ocho años después de haber logrado el grado de inversión.
En aquel momento Brasil se había convertido en el verdadero El Dorado de Latinoamérica, tal como explicaba anteriormente. Era un estado presidido por Lula Da Silva que había conseguido dominar el miedo de los inversores institucionales, donde la economía creció, la pobreza se redujo igual que el desempleo.
Hay voces que dicen que todo ese crecimiento tenía los pies de barro y parece que ahora se tambalea bajo el segundo mandato de Dilma Rousseff.
En estos momentos la oposición sigue intentando provocar un juicio político que tenga como consecuencia la destitución de la presidenta del país y esto, sería muy negativo para Brasil, un estado que necesita decenas de reformas para volver a crecer.
Brasil va a sufrir otro año de fuerte contracción, la falta de coordinación más la caída de la inversión y la debilidad del mercado laboral llevará a una contracción del 3,5% del PIB.
Durante los últimos 25 años la economía ha experimentado un fuerte aumento del gasto público, en 2012 casi tres cuartas partes del presupuesto se dedicaban a pagos directos a la población –Seguridad Social, subsidios, salarios— mientras que en 1987 el porcentaje era de apenas el 39%.
De hecho, la renta per cápita se ha reducido un 7,5% en los últimos tres años «lo que hace difícil predecir cómo va a reaccionar esa clase media ante esta nueva situación», explican en la firma.
Pero, ¿cómo ha pasado Brasil de ser la gran esperanza de Latinoamérica a la situación actual?
El país ha sido víctima de la caída de los precios de las materias primas provocada por la desaceleración de China, desde 2012 las exportaciones se han reducido un 25% con respecto a las importaciones y que esto podría haber pasado una factura de un 3,5% al PIB del país.
El país no aprovechó los años de bonanza para invertir y que el porcentaje de ahorro de los ciudadanos ha caído sustancialmente. La fuerte demanda que llevó a la recuperación de los últimos años estuvo ligada más bien a la política fiscal expansiva de Dilma Rousseff en su primera legislatura.
Todo esto, junto a la caída de los ingresos por materias primas han llevado a un fuerte aumento del endeudamiento del país que llega ya casi al 70% del PIB lo que ha provocado que las agencias de calificación crediticia vean riesgos.
El sobrecalentamiento de la economía por la política fiscal expansiva de Rousseff provocó también un gran aumento de la inflación. En respuesta el banco central inició un proceso de subidas en 2013 que se interrumpió en abril de 2014. En estos momentos los tipos están ya en el 14,5%.
El país también se enfrenta a una fuerte devaluación del Real, y hay indicios de que puede devaluarse aún más, sobre todo contra el dólar, sin embargo esto podría beneficiar su balanza comercial.

Cuatro factores clave para entender la situación:

1. Problemas fiscales

Durante el Gobierno de Dilma Rousseff, las autoridades aumentaron fuertemente gasto, a tal grado que erosionaron las cuentas públicas. Como consecuencia, el país sudamericano registró su primer déficit presupuestario en más de una década, durante el año pasado.Brasil cerró 2014 con un déficit fiscal primario de 0,63% del producto Interno Bruto (PIB).

El Gobierno de Rousseff envió al Congreso un proyecto en el que espera reducir el déficit a 0,34% del PIB, cuando previamente se había estimado un saldo fiscal positivo equivalente al 0,7% del PIB.
2. La economía en recesión
El PIB del gigante sudamericano se contrajo 1,9% en el segundo trimestre y sumió al país en una recesión. La contracción fue mayor a la baja de 1,7% que esperaba el mercado. El pasado mes de septiembre, Rousseff reconoció que parte de sus políticas contribuyeron a la recesión.
3. Los socios de Brasil en crisis
Brasil dependió durante mucho tiempo de la xportación de materias primas, lo que significó una gran fuente de recursos desde el exterior. Sin embargo, el panorama se ve nublado ante la desaceleración global.
La combinación de un ciclo de commodities, la incertidumbre por China y las dificultades que enfrenta el resto de la economía global, junto con las investigaciones de fraude en Petrobras, harán difícil el crecimiento económico en los próximos años China, uno de los mayores consumidores de commodities del mundo, elevó las alertas al devaluar su moneda, un movimiento que los mercados vieron como un intento para animar el debilitado crecimiento económico.
4. Inflación
El mercado interno de Brasil también se deprimió por la alta inflación que ha registrado.
Los precios al consumidor subieron 9,53% en los 12 meses hasta agosto. Aunque la cifra representó una baja frente a julio, constituye más del doble de la meta oficial del banco central brasileño: 4,5%.El banco central elevó recientemente su tasa de referencia a un máximo de nueve años de 14,25% en un intento por frenar el alza en los precios. Es de esperar que la inflación se desacelere en los próximos años ante la medida del banco central y la recesión.

Fuente: Europa Press (12 de diciembre de 2015)

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