Robert Merton – Premio Nobel de Economía de 1997

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Los derivados para cubrir riesgos o para jugar en Bolsa

En el año 1997 el premio Nobel de economía se concedió al norteamericano Robert Merton y al canadiense Myron Scholes por haber ideado un nuevo método para la valoración de los instrumentos derivados y más concretamente las opciones financieras. La fórmula creada, que hoy es aceptada y utilizada de manera general por aquellos que operan en los mercados de valores, es conocida como la Black and Scholes. Con mayor propiedad debería llamarse Black, Merton and Scholes, pues los tres llegaron al mismo resultado conjunta y simultáneamente, pero Fisher Black no pudo compartir el galardón pues había muerto en 1995 y a Robert Merton, aunque se le reconociese con el premio su contribución al desarrollo de la famosa fórmula, la costumbre le ha negado que su nombre fuese recordado cada vez que los operadores anuncian que han aplicado Black and Scholes para calcular el precio de una opción.

Los seguros de cambio y los contratos a futuro

Empezaremos por comentar la necesidad de importadores y exportadores de conocer el verdadero montante de las transacciones que realizan. Si se compraba una partida de soja por ”x” dólares americanos la tonelada y se vendía más tarde por “y” marcos alemanes, podía suceder que la cotización del marco frente al dólar hubiese bajado tanto mientras se completaba la operación que el resultado final se convirtiese en una lamentable pérdida para el importador alemán. La incertidumbre respecto al cambio futuro entre ambas monedas se traducía en un riesgo que el comerciante en cuestión no quería asumir, para lo que necesitaba una forma de transferir ese riesgo a un tercero que le asegurase un precio futuro conocido de antemano.

El seguro de cambio suponía de hecho un contrato de futuro, donde el comprador alemán no podía pagar los dólares comprometidos, pues aún no le había llegado la mercancía y por lo tanto no había podido venderla y por consiguiente cobrarla. Necesitaba conocer la cotización dólar/marco, no a la fecha de hoy, sino para cuando esperase disponer del dinero de su venta y estuviese obligado a satisfacer su deuda.

Los mercados financieros resolvieron el problema estableciendo cotizaciones a futuro mediante la conexión de los mercados de contado y la aplicación del arbitraje de intereses.

La compra o venta a plazo con petición de margen

Apoyándose en la idea de que un mercado es más representativo cuanto mayor sea el volumen de transacciones realizadas, el mundo financiero introduce la posibilidad de vender acciones sin tenerlas o de comprarlas sin tener que pagarlas al momento, por lo menos en su totalidad. Una especie de compra venta a crédito, para lo cual el intermediario exigirá unas determinadas garantías. Si creemos que una acción va a bajar de precio, por el motivo que sea, podemos venderla hoy para su entrega días más tarde, con la esperanza de recomprarla más barata cuando se nos exija la entrega de los títulos que habíamos vendido en descubierto.

De la misma manera, si nuestras expectativas son alcistas, la operativa consistiría en comprar los títulos hoy con la promesa de pagarlos más tarde, cuando hayan subido. Entonces los venderíamos, devolveríamos el préstamo y obtendríamos un beneficio por la diferencia de precios. Naturalmente podemos equivocarnos y el intermediario responsable del buen fin de la operación pedirá un margen, del 10% por ejemplo del valor de la operación, por si las cosas no funcionan como había previsto su cliente. En ese caso, estando a punto de agotarse los fondos constituidos, le reclamaría un aumento de la garantía, de tal forma que, si el operador en futuros no puede aportar la garantía que se le solicita, puede perder, no una parte, sino todo el dinero que hubiese involucrado hasta entonces.

Es a este tipo de operativa a la que se conoce genéricamente como apalancamiento. Con un margen del 10% se pueden comprar o vender diez veces más acciones que si se opera al contado y si nuestras expectativas son correctas las ganancias se multiplicarían por diez, de tal manera que, en este caso, un movimiento del 10% supondría un 100% de beneficio sobre la cantidad expuesta.

Después de los seguros de cambio, las operaciones a plazo, los contratos a futuro, y los apalancados con petición de margen, la siguiente oleada de innovaciones financieras:  opciones, warrants, contratos por diferencias, fondos garantizados, swaps de tipos de interés etc. para no repetir los mismos fundamentos, los comentaremos cuando nos refiramos a Myron Scholes, el otro premiado con el Nobel de 1997. En definitiva, podemos concluir, que toda esta serie de instrumentos financieros derivados tienen dos caras, la primera pretende eludir el riesgo, planteando coberturas más o menos perfectas, sustituyendo la incertidumbre cualitativa por un cálculo medido cuantitativamente.  La segunda busca deliberadamente la especulación financiera.   

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blogJosé Carlos Gómez Borrero      

José Carlos Gómez Borrero

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