Algunos autores sostienen que estas leyes de pureza o Reinheitsgebot son un intento por garantizar la calidad y evitar la adulteración del producto, especialmente en épocas de malas cosechas. Existen noticias de regulaciones previas en Núremberg o Weimar lo que indica que no era un problema novedoso dado que eran frecuentes las intoxicaciones por el uso en el proceso de ingredientes de baja calidad e incluso no aptos para el consumo humano.
Sin embargo, más allá de este tipo de fraudes alimentarios, la medida puede tener también una explicación económica mucho menos obvia. El objetivo era evitar que pudieran ser utilizados para hacer cerveza cereales tales como el trigo o el centeno. Se trataba de ingredientes comunes para la elaboración de pan, el cual no podemos olvidar que era un producto de primera necesidad. Por tanto, el uso de dichos cereales en la producción de cerveza acarreaba un aumento de precios que acababa por generar tensiones, las cuales podían ser esquivadas con la aplicación de medidas como las mencionadas leyes de pureza. Todo ello ha de hacernos reflexionar sobre cómo la escasez de recursos y la dependencia de cosechas condicionaban poderosamente los usos y costumbres de las sociedades agrarias. Además, siglos más tarde, la Reinheitsgebot fue cuestionada por su carácter proteccionista que entraba en colisión, por ejemplo, con las leyes comunitarias europeas. Curiosamente, en la actualidad existen muchos consumidores que defienden la pertinencia de este tipo de leyes de pureza pues son un buen mecanismo para evitar que a la cerveza se le incorporen productos químicos y aditivos.
Fuente: Asociación Española de Historia Económica (AEHE)