Una Estrella Solitaria en el debate sobre inmigración30/11/2013 | Gillian Tett – Financial Times Español
¿Tienen los EE. UU. demasiados inmigrantes? Esta pregunta genera encendidos debates en Washington. Barack Obama prometió hacer de la reforma migratoria parte central de su segundo periodo presidencial. Pero con una tasa de desempleo persistentemente alta, en algunas regiones se entiende que los inmigrantes están “robando” los empleos. La semana pasada una nueva bala fue disparada desde el Banco de la Reserva Federal (Fed) de Dallas, Texas conocido como el Estado de la Estrella Solitaria. En los últimos años, esta institución se ha ganado la reputación de ser una de las partes del Banco Central de los EE. UU con una opinión más independiente: Richard Fisher, su presidente, ha demandado políticas que limiten el tamaño de los bancos, mientras que sus altos cargos tienen una visión conservadora, de libre-mercado. Pero cuando se trata de la inmigración, legal e ilegal, la Fed de la Estrella Solitaria (Texas) se aparta del centro del Tea Party. De hecho, recientemente ha publicado un documento corto – “Gone to Texas” – donde argumenta que la inmigración es buena para la economía local y rechaza la idea de que los inmigrantes están quedándose con los trabajos de los estadounidenses. Al contrario, insiste en que los inmigrantes tienden a aumentar el crecimiento de una manera benéfica para todos. Si esta conclusión saliera de un estado norteamericano con pocos inmigrantes y gran cantidad de vacantes laborales (pensemos en Dakota del Norte), esto no debería sorprendernos. Pero la imagen de Texas que nos transmiten los investigadores de la Fed no deja indiferente a nadie. Desde 1990, el número de residentes no nativos se ha incrementado desde 1,5 a 4,3 millones, y dice la Fed de Dallas que, “entre los estados más grandes, ninguno ha tenido un fenómeno como el de Texas, con sus inmigrantes aumentando de un 9 por ciento de la población en 1990 hasta un 16,4 por ciento en 2012”. Algunos de esos inmigrantes están altamente cualificados pero la mayoría no: dos tercios no han terminado la educación obligatoria. Dos tercios provienen de México y casi la mitad – 1,8 millones de personas – son ilegales, de acuerdo con los datos de la Fed. Si se quiere una imagen de mexicanos cruzando ilegalmente la frontera para trabajar en los campos o fábricas de los EE. UU., la de Texas es perfecta. Pero, insiste la Fed, en que esto no ha perjudicado a los nativos de los EE. UU. “Cuando los inmigrantes se integran a la fuerza laboral, no se trata solo de sumar trabajadores”. Dice la Fed que “mientras los inmigrantes se distingan de los nativos – lo que ocurre en diferentes grados – la especialización seguirá dándose”. Y agrega: “Los nativos con menos formación tienen una ventaja comparativa en trabajos de comunicación intensiva,< /span> y los inmigrantes menos preparados la tienen en trabajos manuales”. O, visto de otra forma, los mexicanos recolectores de tomates no compiten con los recepcionistas estadounidenses”. Lo que hace la inmigración es bajar el precio de “los productos y servicios que produce”, lo que se traduce en una ganancia de 3,4 a 6,6 miles de millones de dólares anuales, sugiere este estudio. Pero esta ganancia debe compensarse por la sobrecarga en los servicios y la infraestructura pública, aunque este no es el caso para el minimalista sistema público de Texas, que tiene “una débil red de seguridad social y niveles de servicios públicos menores en comparación con otros estados grandes”, anota el estudio de la Fed. Estas conclusiones espantan a muchos observadores a ambos lados del espectro político. A quienes apoyan al Tea Party les parece increíble que la inmigración ilegal no desplace a los nativos; a los economistas de izquierda les parece más espantoso pensar que los empresas puedan prosperar sosteniéndose con una mano de obra sin seguridad social. De cualquier manera, Texas es un caso poco común: su economía ha estado creciendo inusualmente rápido en los últimos años, en parte debido al boom de energía, el cual ha creado gran cantidad de nuevos empleos – tanto para inmigrantes como para no inmigrantes. Por lo menos, los resultados del estudio causan intriga, dado que la reforma migratoria llegará al Congreso, porque Obama está tratando de definir su legado. La única pega es que el estudio de la Fed de Dallas no investigó uno de los curiosos y contra intuitivos fenómenos: no solo parece que el año pasado el flujo de esos trabajadores mexicanos poco capacitados se redujo, sino que casi se ha detenido. Y si esto continúa, le dará de nuevo otro enfoque al debate migratorio – no solo en el estado de la Estrella Solitaria, sino también en Washington. |
A Lone Star in the immigration debate11/30/2013 | Gillian Tett – Financial Times English
Does America have too many immigrants? The question sparks fiery debate in Washington. Barack Obama pledged to make immigration reform a central plank of his second presidential term. And with the unemployment rate stubbornly high, there is a perception in some parts that immigrants are stealing jobs. But last week a new salvo was fired by the Federal Reserve Bank of Dallas. In recent years, this institution has earned a reputation as one of the more independent-minded parts of the US central bank: Richard Fisher, its president, has demanded policies to slash the size of banks, while its officials take a free-market, conservative view. But when it comes to immigration, If this conclusion had emerged in a US state with few immigrants and plenty of unfilled jobs (think North Dakota), this might not be surprising. But the picture that Fed researchers paint of Texas is eye-popping. Since 1990, the number of foreign-born people living in the state has jumped from 1.5m to 4.3m, the Dallas Fed says, noting that “among large states, none has experienced a surge like Texas has, with immigrants rising from 9 per cent of the population in 1990 to 16.4 per cent in 2012”. Some immigrants are highly skilled but most are not: two-thirds have less than a high school diploma. Two-thirds come from Mexico and almost half – or 1.8m people – are illegal, according to the Fed’s number crunchers. If you want a symbol of the vision of Mexicans flooding illegally across the border to work in American fields and factories, Texas is perfect. But that has not hurt native-born Americans, the Fed insists. “When immigrants flow into the labor force, it is not just a matter of adding more workers. As long as immigrants differ from natives – which they do to varying degrees – specialization occurs,” the Fed observes. It adds: “Less-educated US natives have a comparative advantage in communications intensive jobs, and less-educated immigrants in manual labor jobs”. Or to put it another way, Mexican tomato pickers do not compete with American receptionists. But what immigration does do is lower the price of “immigrant-produced goods and services”, which equates to an income gain of $3.4bn-$6.6bn a year, the study suggests. And while this needs to be offset against the rising strain on public infrastructure and services, this is not such a big issue in bare-bones Texas, which has “a skimpy safety net and lower levels of publicly provided services than other large states”, the Fed study notes. Such conclusions will horrify many observers, on both sides of the political divide. To Tea Party supporters it seems hard to believe that illegal immigrants do not displace Americans; to leftwing economists, it seems even more abhorrent to think that businesses could be booming on the back of unprotected cheap labour. In any case, Texas is something of an unusual case: its economy has been growing unusually fast in recent years, partly because of the energy boom, which has created plenty of new jobs – for immigrants and non-immigrants alike. If nothing else, the results of the study are intriguing, given that immigration reform will almost certainly rear its head in Congress, as Mr Obama tries to define his legacy. The only pity is that the Dallas Fed study did not look at one of the other curious and counterintuitive recent developments |
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