Una mirada a la empresa que necesitamos

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Álvaro Cuervo García

Mirar hacia las empresas que necesitamos es el objetivo de estas reflexiones, dado que no habrá recuperación sin la participación activa de empresas y los empresarios. Los principales retos a los que se enfrentan esas empresas son, al menos, los siguientes.

1. Desarrollo de capacidades empresariales: el paso de lo administrativo a lo empresarial, de la explotación a la exploración (innovación y cambio)
Nada está escrito. Como nos recuerda Montaigne, quien sigue a otro no sigue nada, no encuentra nada, ni siquiera busca nada. Lo empresarial se identifica con el descubrimiento y exploración de oportunidades de negocio y entender que la innovación es una necesidad; innovación, por cierto, entendida en sentido amplio, como, por ejemplo mediante la reordenación de los procesos productivos que han hecho empresas tan exitosas como Mercadona, Zara, Mango, BA Vidro o Apple .
El futuro de la empresa exige el paso de lo administrativo a lo empresarial. El espíritu emprendedor tiene que darse tanto entre los empresarios individuales como dentro de las grandes corporaciones, donde encontramos la figura del empresario corporativo. Los ejecutivos y las grandes empresas necesitan incorporar las virtudes de las pequeñas; y para ello los directivos deben introducir el espíritu emprendedor dentro de la organización.
Las empresas que hoy tienen éxito no cuentan con un futuro garantizado. Los cambios en la economía son, en su mayoría, introducidos por nuevos entrantes, no por las grandes empresas ya instaladas. En éstas, la inercia y el poder de sus mandos produce muchas veces una suerte de “socialismo corporativo” en las inversiones que dificulta la introducción de novedades. Ello plantea serios problemas, pues exploración y explotación exigen capacidades, diseños organizativos, medidas e incentivos diferentes.

2. La necesidad de una nueva lógica para ordenar las actividades en la empresa: La ruptura de la empresa
La empresa del futuro ya no responde al modelo clásico de producción en serie con la lógica de la cadena de producción: estandarización, jerarquía y economías de escala. La lógica de la producción moderna se caracteriza por la flexibilidad, la rapidez de respuesta, las economías de alcance y las competencias básicas. Por ello las grandes empresas integradas han perdido actualmente muchas de sus ventajas. Necesitamos empresas especializadas, centradas en lo que saben hacer, que marcará la senda de su desarrollo futuro y la entrada en nuevos negocios, con la creación de unidades descentralizadas con derecho de decisión, responsables de la obtención de resultados.
La empresa debe concentrarse en sus actividades nucleares básicas, el resto se externalizará en distintos espacios y empresas. Esto supone que los límites de cada empresa se difuminan y las reglas del juego competitivo cambian, de manera que en muchos casos serán las redes las que compitan entre sí, en lugar de las empresas aisladas.
El nuevo proceso empresarial implica la necesidad de remplazar el patrón o modelo de empresa clásico, por uno más adaptativo, más flexible, y también más difuso, que supone una modificación continua de las fronteras de la empresa.
Es necesario hacer ver a los beneficiarios del viejo “patrón” de la empresa que esa forma de hacer las cosas, al igual que los bloqueos, sólo conducen a la desaparición de la empresa. Es cómo si hubiera aparecido una nueva generación de luditas que, al igual que en el siglo XV se opusieron a las máquinas, frenara ahora el progreso en aras de una hipotética sociedad ideal anterior.

Ejemplos los tenemos diariamente con las respuestas ante la reforma laboral, en lo que tiene de favorecer la flexibilidad, el rechazo a la externacionalización de actividades, a la innovación –si implica cambio de negocio-y la multilocalización.
3. Una cultura de formación e integración en la empresa y de toma de riesgos que limite los efectos de los “mercados politizados”
Para Conrad los barcos son eso: los hombres que van en ellos. En el mar puede encontrarse de todo, acorde con el espíritu de la búsqueda que se emprenda. Uno de los factores básicos para favorecer el crecimiento, la productividad y la competitividad son los recursos humanos, sus habilidades y motivaciones. En nuestro ámbito tenemos varios retos.
Es preciso favorecer la formación en la empresa. No existe una oferta adecuada a la demanda de conocimientos tecnológico-productivos. La productividad depende más de la formación, motivación e integración del personal que de la inversión en capital –bienes de equipo, tecnologías. Las diferencias de rentabilidad intersectoriales son menores que las intrasectoriales, las características organizativas de la empresa son el triple de importantes que el peso de las inversiones físicas. El absentismo laboral, la falta de flexibilidad reflejan esa escasa integración de los hombres en la empresa.
Se ha generado la creencia de que es posible la reactivación de un espacio con subvenciones, es decir, con fondos públicos. Pienso que más importante que subvencionar actividades económicas, es evitar la discrecionalidad, y suprimir organismos, instituciones e intervenciones. Se han creado una administración en la sombra sin el control del mercado ni de la intervención pública. Sin un cambio radical en la forma de pensar, y actuar de nuestras administraciones será difícil salir de la crisis.

4. La necesidad de apoyar la relocalización y la multilocalización
La competitividad y la productividad de la empresa española viene explicada, entre otros factores, por su dimensión, (pequeña y mediana empresa), la rigidez en la relocalización de recursos, la dificultad de integrar tecnologías e innovaciones, y la escasa multilocalización.
Se constata que la productividad está afectada por el tamaño. Las microempresas (menos de 10 trabajadores) representan el 38,3% del empleo en España, el 19% en Alemania y el 11% en USA. La pyme (< 50 trabajadores) proporciona el 60% del empleo en España, el 43,5% en Alemania y genera el 49,2% del Valor Añadido aquí y el 35,2% en Alemania). Ello no es sólo consecuencia del peso de sectores como el turismo y la construcción sino también del marco institucional o la regulación que puede desincentivar el crecimiento (con exenciones, incentivos fiscales, y subvenciones). La consecuencia no deseada es que al apoyar a la pyme sólo por serlo se desincentiva el crecimiento y con ello se perjudica la productividad.
El problema de nuestra productividad no es sólo el escaso tamaño de la empresa, sino también la dificultad para reasignar recursos desde las menos productivas a las más productivas (efecto relocalización) dentro del mismo sector. Si las diferencias de productividad entre empresas son mayores intra que inter sectores, es necesario facilitar e incentivar la relocalización, romper con la inercia de muchas instaladas, cuya cultura, tecnología, y organización les impide el cambio.
Cuando a las empresas ineficientes no se les deja desaparecer, se cercena el futuro. Si las empresas más eficientes no ganan cuota de mercado, si las más productivas no tienen fácil movilidad de recursos y factores productivos entre empresas se limita el crecimiento de la productividad. El mantenimiento de los ineficientes cercenan la innovación y la creación.
Finalmente la empresa española en su mayoría hace apenas dos décadas que se lo plantea su multilocalización. El stock de inversión directa en el extranjero (miles de millones dólares) ha pasado de 15.7 en 1990 a 660,2 en 2010, del 3% del PIB al 46,9% (los países desarrollados pasaron del 11,1% al 41,1% en igual período).
La empresa se enfrenta a la necesidad de la multilocalización para competir en mercados globales. La expansión internacional depende de las capacidades de la empresa y la presión de los mercados, más que de los aspectos genéricos de un país (como postularía la teoría tradicional del comercio), donde conviene destacar el papel de la dirección.
La internacionalización de la empresa española se vincula con su nivel de competencia en el mercado interior, sus niveles tecnológicos y factores de aprendizaje y cultura. La internacionalización y la multilocalización es una necesidad impuesta, que facilita la competencia en mercados abiertos.

Por Álvaro Cuervo García
Catedrático de Economía de la Empresa de la Universidad Complutense de Madrid y anteriormente de la Universidad de Oviedo. Director del Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF), centro adscrito a la Universidad Complutense. Premio Rey Jaime I de Economía en 1992. Doctor Honoris Causa por varias universidades. Está considerado como maestro de la principal corriente académica de Economía de la Empresa de la universidad española. Su presencia en el mundo empresarial y financiero es muy destacada, como consejero y asesor de importantes empresas y entidades.

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