En primer lugar lo aconsejable sería visitar 3 entidades financieras diferentes, empezando por nuestra entidad habitual, para poder comparar. La cuestión es que nos hagan una simulación hipotecaria con los datos exactos del valor de compra de la casa, así como una tasación de la misma. No podemos comprar una vivienda como quien compra un kilo de naranjas, esta decisión de compra es mucho más importante, puesto que las cantidades de dinero que se manejan en estas situaciones son bastante elevadas.
Tradicionalmente las hipotecas tenían unos gastos que se acercaban al 10% del importe financiado. Ahora las cosas han cambiado, y debido a la guerra comercial de las entidades financieras, estos porcentajes pueden variar sustancialmente. Hay gastos fijos que pueden variar en función de la Comunidad Autónoma, como son el caso del Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados (IAJD). Para que sirva como orientación, supongamos que nos encontramos en la Comunidad de Madrid y queremos pedir una hipoteca de 215.000 euros, en este caso dicho IAJD supondría cerca de 2.100 euros, los gastos de Tasación unos 340 euros, los de Notaría 900 euros, Gestoría 510 euros, el Registro de la Propiedad 400 euros, y por último habría que sumarle los gastos de la comisión de apertura cercanos al 1%, lo que supondría otros 2.150 euros. En total, podríamos decir que no bajaría de los 6.500 euros. Aunque como ya hemos comentado previamente, todo esto depende de cada Comunidad Autónoma, simplemente lo comentamos a modo orientativo.
Ahora bien, volvemos a insistir que no hay que precipitarse a la hora de comprar una vivienda. Previamente es aconsejable acudir al Registro de la Propiedad para comprobar que la vivienda que vayamos a adquirir no tenga cargas anteriores (hipotecas, embargos, etc.)
Y ya por último, cuando acudamos a esas tres entidades bancarias que hemos indicado, deberíamos pedir que nos hicieran una simulación del préstamo hipotecario, saber si el tipo de interés va a ser fijo o variable, qué comisiones vamos a tener, y qué productos, tales como seguros, tarjetas, nóminas, etc. nos obligan a contratar para poder concedernos la hipoteca.
Nuestro consejo final, que debería estar también al principio de todo, es que podamos hacer frente de manera mensual a la cuota resultante de la hipoteca, y para ello sería aconsejable que esta cuota no superara el 30%-40% de nuestros ingresos.