Currency Wars

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Currency Wars

22/02/2013 | FxM – Evan Brock Gray

¿Estamos en una guerra de divisas?

No estamos en una guerra total… ¡todavía! Pero las políticas monetarias adoptadas por algunos de los países, y por ende sus bancos centrales, más afectados por la crisis financiera como los EE. UU., China, la eurozona, recientemente Japón y quizás, dentro de poco Gran Bretaña, han entrado en una espiral bajista que está cogiendo cada vez más fuerza con el paso del tiempo. No obstante, los líderes mundiales que forman el G-20 (y más bien, el G-7) declararon en su reunión anual que reconocen esta dinámica y quieren enfrentarse a ella con dignidad, responsabilidad y cooperación. Esto es una manera elegante de decir que no quieren una guerra de divisas, pero estarán vigilando a “los amigos” por si acaso. Es más, la política de moda de “crecer como sea” que han adoptado estos países hace muy difícil que se cumpla el dicho de “querer a su vecino”. ¿Por qué? El aumento de la exportación de bienes (y servicios), la flexibilización monetaria, el mantenimiento de tasas de interés ultra-bajas y el espectro de la deuda y el déficit nacional juegan un papel que lleva a las economías desarrolladas hacia una competencia desleal y feroz, por mucho que sus líderes digan que no.

Exportar = Salir de la crisis

Los países que desean exportar para salir de la crisis prefieren que su moneda sea barata. Si es más barata que la de la competencia, los países importadores comprarán los productos del país con los precios comparables más baratos, con lo cual el país exportador se ve beneficiado más que sus competidores. Por otra parte, si un país tiene que devolver la deuda que ha tomado anteriormente utilizando su moneda nacional, la va a querer devolver con una moneda menos cara de lo que era cuando “contrató” la deuda, porque en realidad el valor de la cantidad devuelta es inferior.

De ahí viene la primera sospecha de una manipulación a propósito de la divisa por parte de un gobierno (el tesoro) o un banco central, es decir, si sus políticas monetarias están devaluando su propia moneda para vender más al exterior y/o pagar menos a sus acreedores. Este proceso provoca que otros países sigan el mismo camino, denunciar las políticas como injustas o tomar represalias económicas.

¡Que rueden las prensas!

La FED (banco central) de los EE.UU. lleva ya cuatro años con una política monetaria muy flexible, intentando socializar las pérdidas de unas cuantas instituciones financieras después de la crisis de las hipotecas “subprime”. Además, la ya famosa política de “la flexibilización cuantitativa” que introdujo la FED para comprar los títulos y valores respaldados por activos y, a veces, por estas hipotecas basuras con dinero nuevo creado ,pero sin haber sido puesto en circulación, se ha utilizado por lo menos ya tres veces. Esta práctica, que se conoce como qe (quantitative easing, en inglés), aumenta la base monetaria y, por ende en el medio/largo plazo también la inflación, pero no amplía la oferta de dinero en circulación. Últimamente, hay un dicho en el mundo financiero que dice que el dinero tirado desde un helicóptero sobre un país (se puede imaginar al Sr. Bernanke con un saco enorme de billetes con la cara impresa de Ben Franklin volando sobre los bancos y los mercados, al estilo de otro hombre con barba que regala cosas volando por el aire y que todos conocemos) nunca llegará a la población mundanal porque hay demasiados halcones de por medio.

El gobierno japonés, desesperado por el estancamiento económico, el alza de su deuda nacional y la necesidad de plant
ar cara a sus competidores, ha declarado públicamente también que no tiene problema en monetizar algo de su deuda nacional y proseguir con un plan de la compra de activos en 2014. Además, el banco central nipón parece que no le importa que su moneda esté perdiendo valor en relación con el resto de las principales divisas del mundo y las de sus competidores comerciales: desde julio de 2012, el yen está un -24,5% frente al euro, un -15,8% frente al dólar, un -14,5% frente a la libra, así como un -22.8% frente al won surcoreano y un -18,4% frente al yuan.

Esta semana el banco central de Inglaterra ha eludido mejorar la competitividad de la libra al decir que una libra esterlina más débil no les vendría mal y con un programa previsto para la compra de unos 25 mil millones de libras en activos. Los líderes de la zona euro también comentan la poca competitividad del euro desde que superó al dólar estadounidense hace una década. Además, la política de los países europeos de salvar el euro, cueste lo que cueste, ha reforzado el euro desde este pasado verano. Con un euro tan fuerte, la demanda interna respecto a las importaciones les venía bien a los europeos, proclives a gastar en efectivo. Ahora que esta demanda de importaciones ha caído, hay algunos que prefieren un euro menos fuerte.

Todo esto se parece a un partido de póker: todo el mundo quiere apostar para ganar pero, en realidad, todos se están echando un farol. Imaginarse la tensión de una partida de póker en el oeste salvaje no es difícil, porque todos hemos visto las típicas películas. Sin embargo, en este partido los “cowboys” son los países, las pistolas son los bancos centrales, y las fichas sobre la mesa pertenecen, en cierto modo, a todos. Luego, ¿qué pasa si todas esas fichas se han cogido prestadas de los otros jugadores en la mesa? Pues un lío, y la «entretenida «pelea en la taberna cuando alguien «gane» la partida.

¿Por qué voy a invertir si no hay retorno?

Para estimular el crecimiento económico después del inicio de la crisis financiera, los bancos centrales bajaron las tasas de interés casi hasta ser nulas para así favorecer que la gente y las empresas pudieran seguir pidiendo créditos para financiar sus hábitos y sus actividades económicas. Pero por mucho que se bajaran las tasas de interés, a la gente y las empresas ya no les quedaba dinero para invertir porque estaban altamente endeudadas.

Es más, aquellos que se dieron cuenta que tenían que haber estado ahorrando durante todo ese tiempo y que mejor era hacerlo tarde que nunca, ya no tenían un buen incentivo para ahorrar por la inflación causada por las políticas monetarias expansionistas que tanto devaluaron su dinero, así como el reducido interés que ofrecieron los bancos. Entonces, los pocos que sí querían invertir, sobre todo los “FOREX traders” (agentes del mercado de divisas), empezaron a comprar commodities, como el oro o la plata, con sus divisas más caras para así mantener mejor su valor y dejar sus divisas más baratas en el mercado y especular con los flujos de cambio. Ya que estaban “hedged” (protegidos) con su inversión segura con su mejor divisa, no les preocupaba sacar un poco de beneficio en el corto plazo mientras perpetuaban la volatilidad del mercado de divisas en el largo plazo. Esta bola de nieve, que fue creada con las “mejores” intenciones hace cuatro o cinco años, ahora se le ve muy difícil de parar.

Te juro que voy a bajar ese michelín este año

Las economías más avanzadas también son las más endeudadas. La ratio de deuda pública sobre el PIB en los Estados Unidos es un tema que causa mucha preocupación pública, ya que hace años ha superado niveles históricos en cuanto a su crecimiento y, salvo un “pequeño” abismo fiscal, seguirá en alza hasta niveles muy peligrosos durante las siguientes décadas. Asimismo, el país que tiene el derecho de cobro a la mayoría de la deuda soberana del país norteamericano no es ningún otro que su mayor competidor en términos del comercio internacional, China. Sin embargo, los Estados Unidos tienen una ligera ven
taja, porque matará a dos pájaros de un tiro. Si el valor de su divisa empieza a caer frente al del yuan, en el corto plazo los EE. UU. se ven mejor posicionados para exportar, reduciendo su déficit comercial y, mientras tanto, en el largo plazo pueden devolver la deuda fija que debe a China con dinero más barato.

Otros gobiernos europeos no tienen ese as en la manga. La trampa de la deuda pública (y privada) en España empezó con elevadas importaciones en los años 90 y los 2000, que crearon un enorme déficit comercial y una industria muy poca competitiva. Más tarde, este hecho se puso de manifiesto con la crisis de las hipotecas basura y fin del boom de ladrillo, cuando las inversiones se hacían con dinero prestado de los bancos. Y ahora, de cara al futuro, todas las subastas de los bonos soberanos que ha hecho el tesoro español desde el verano pasado con elevadas rentabilidades provocadas por la prima de riesgo; provocará que se tengan que canjear miles y miles de millones de euros en estos bonos en algún momento, algo difícil de hacer si hay muy pocos ingresos en las arcas públicas por la pobre actividad económica. Por mucho que España haga sus abdominales diarias, va a ser muy arduo bajar su michelín de deuda, exportando con un euro tan fuerte.

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