Adam Smith (II)

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Durante sus años como profesor universitario, Smith escribió y publicó su primera gran obra, la Teoría de los Sentimientos Morales (1759), que fue un éxito editorial inmediato. Al respecto, su amigo Hume le envió una carta muy citada, donde de manera burlona y con largas interrupciones para aumentar el suspense, reporta la muy favorable acogida del libro. Edmund Burke fue uno de los primeros comentaristas de la obra, publicando una reseña en el Annual Register. Sin duda, su fama como gran profesor se extendió hasta Europa y llevó a amigos de Voltaire como Théodore Tronchin a enviar a su hijo a estudiar con él. Además, preparó al público para esperar con expectativa su primera publicación. Por sus cursos pasaron personajes influyentes de la vida política escocesa y es factible que, a través de sus lecciones sobre las ventajas del libre comercio, encontrara oídos abiertos y atentos tanto a sus enseñanzas sobre la sociabilidad humana como sobre las los beneficios del mercado abierto, especialmente en una ciudad como Glasgow donde el intercambio marítimo era prácticamente la principal fuente de riqueza.

En su primer libro, Smith explica el sistema de la simpatía para dar cuenta de las relaciones sociales entre individuos y del origen de nuestros sentimientos morales. De esta manera avanza sobre la génesis de las principales instituciones sociales, en especial de la justicia. En oposición, pero a la vez construyendo sobre las grandes teorías de su época —incluyendo, especialmente, a Mandeville y a Rousseau—, Smith presentó una visión alternativa, en línea con el análisis de los ilustrados escoceses, pero yendo aún más allá, sobre la naturaleza humana, la construcción y gobierno de la sociedad. La idea de la comunicación afectiva a través de la simpatía, de nuestra capacidad de reconocer, identificarnos y ponernos en el lugar del otro, se convirtió en el sistema de Smith en el pilar de la explicación del funcionamiento social, dentro del cual las tendencias naturales a intercambiar y a mejorar la condición propia llevaban al desarrollo natural de la opulencia frente a cualquier política económica opuesta al libre mercado.

Después de la publicación de esta obra, Smith revisa sus lecciones y consagra una mayor cantidad de tiempo a los principios de jurisprudencia y de economía política. De esta manera, Smith presenta los tres pilares de su sistema de libertad natural, sobre el que trabajaría el resto de su vida. La Teoría de los sentimientos morales, así como testimonios orales y apuntes de sus clases, muestran que Smith contaba con una elaboración bastante avanzada de su sistema de libertad natural antes de 1763, e incluso antes de su primera publicación en 1759. Este detalle resulta de interés pues parece indicar que precede a la publicación del Ensayo de Cantillon de 1755 y de las entradas para la Enciclopedia de Quesnay de 1756 y 1757, así como de su Tableau Œconomique publicado en 1758, aunque es poco probable que Smith haya tenido acceso a este último libro de restringida circulación. Es decir, Smith estaba al tanto de los grandes temas de debate de la época y desarrolló su propio sistema, con los elementos fundamentales de lo que después aparecería en la Investigación sobre la Naturaleza y Causas de la Riqueza de las Naciones publicada en 1776, desde sus primeras conferencias en Edimburgo.

Pero antes de esta publicación de economía política, Smith se embarcó como tutor del Duque de Buccleuch en 1764 en un viaje por Europa. Se encontraron en Londres en febrero y viajaron juntos hasta octubre de 1766, años en los cuales formaron una amistad que perduraría hasta la muerte. Después de una breve estancia en París, Smith y su alumno pasaron más de un año en Toulouse en un proceso de educación intensivo donde pudieron acceder a los círculos sociales y literarios gracias a la introducción del Abate Colbert, Vicario General de Toulouse. Después de este periodo, los dos escoceses visitaron Ginebra y París y estuvieron en Alemania. Durante su estadía de dos meses en Ginebra y otros nueve en París, pudieron conocer a figuras destacadas de la Ilustración europea. David Hume, secretario de la embajada británica en París entre 1763 y 1766, tenía muy buenas relaciones con los políticos e intelectuales de la ciudad; y su reputación como filósofo y buen comensal ayudó a preparar el terreno para Smith, quien, de todas maneras, era conocido como el autor de la Teoría de los Sentimientos Morales. Así, Smith y su pupilo frecuentaron los salones más importantes de París y conocieron a buena parte de los protagonistas de la vida política, social y cultural de Francia del momento. Smith trabó amistad con Turgot, Morellet, Necker, d’Alembert, asistió regularmente a las famosas comidas del Barón d’Holbach, a las reuniones en la casa de Adrien Helvétius y con el círculo de Quesnay, así como a los salones de la Condesa de Boufflers y de Mme. de l’Espinasse, entre otros. En especial, sus encuentros con los fisiócratas ayudaron a consolidar y discutir sus ideas económicas.

Su estancia en París se vio interrumpida por la muerte de Campbell Scott, hermano del Duque, quien se había unido a ellos en octubre. A finales de 1766 Smith y el Duque regresaron a Escocia, pasando antes algunos meses en Londres, donde Smith pudo supervisar la tercera impresión de la Teoría de los Sentimientos Morales. A su regreso, Smith se instaló con su madre y su prima en Kirkcaldy para dedicarse al estudio y a escribir su libro sobre economía política. En 1773, regresó a Londres con el manuscrito prácticamente completo y durante los siguientes dos o tres años, se dedicó a revisarlo y ajustarlo para tenerlo listo para imprenta. La Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones fue presentada al público en marzo de 1776 y su primera edición se agotó en los siguientes seis meses. En 1778 regresó a Escocia para instalarse en compañía de su madre y su prima como Comisionado de Aduanas en Edimburgo en Panmure House, un hogar donde eran bienvenidos sus amigos y conocidos sin mayor protocolo y donde Smith pasó los últimos años de su vida.

No son tantas las biografías conocidas de Smith. Empiezan con el elogio hecho por Dugald Stewart, profesor de filosofía moral en Edimburgo, en 1793 ante la Real Sociedad de esta ciudad. De acuerdo con esta biografía, Smith fue secuestrado por un grupo de gitanos cuando era pequeño en una visita que hizo con su madre a su tío materno en Strathenry, pero fue rescatado rápidamente. Sin embargo, en biografías más recientes, como la de Philipson, este episodio no parece tan claro. Stewart nos da una imagen de un Smith sumido en los libros desde pequeño, un poco débil, enfermizo y distraído. La siguiente biografía, publicada en 1895 por John Rae, retoma y enriquece el recuento de Stewart presentando a un personaje particularmente inteligente con capacidad para sacar el mejor provecho de todas las situaciones, conocedor de arte, gran administrador, pero algo distraído y sin muy buenos modales. La biografía más reciente de Philipson (2010) muestra a un Smith más involucrado con la vida social y cultural de su época. Alguien bien relacionado, con méritos propios para ser apoyado y promovido, que disfrutaba de la agitada agenda intelectual escocesa; era miembro de varios clubes de discusión y abría su casa para recibir a sus amigos y conocidos en veladas de discusión y buena compañía.

Smith, reconocido como el padre de la economía moderna por todas las escuelas y corrientes de pensamiento, defiende el libre mercado, encuentra espacios de intervención y regulación del Estado, denuncia la miseria, la oscuridad en que viven los trabajadores y las colusiones de los empresarios, y hace el elogio de la iniciativa privada. Sobre todas las cosas, Smith es el gran optimista pues su confianza en las tendencias naturales de los seres humanos lo llevan a afirmar que somos capaces de construir sociedades prósperas en las que todos sus miembros se pueden beneficiar de la creciente riqueza material y desarrollar su potencial intelectual, ético y estético.

Somos seres sociables que interactuamos, nos identificamos y nos construimos con otros. Somos capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes y acordar reglas de comportamiento que nos permitan perseguir nuestros propios fines sin dañarnos. Podemos construir instituciones que garanticen el cumplimiento de las reglas de justicia y, a partir de nuestra común humanidad, avanzar en un mejor futuro para todos. Existen riesgos, sin duda, de aislarnos, desconocernos, excluirnos; volvernos invisibles los unos a los otros o deshumanizarnos. El mercado, ese fondo común de talentos, es apenas el punto de anclaje de la construcción común que nos permite buscar nuestro bienestar material. Pero la libertad de individuos responsables no se agota en el mercado e implica contar con los medios materiales y espirituales para hacer nuestra propia voluntad en un mundo compartido con otros. Optimismo no implica ingenuidad. Por eso Smith es un interlocutor privilegiado de todos aquellos que defienden y critican a la sociedad comercial.

Referencias

  • Stewart, D. (1793). Account of the Life and Writings of Adam Smith LL.D., from the Transactions of the Royal Society of Edinburgh, printed in the Collected Works of Dugald Stewart, Vol. 10, pp.1-98.
  • Philipson, N. (2010). Adam Smith: An Enlightened Life. London: .
  • Rae, J. (1895). Life of Adam Smith. London: Macmillan and Co.
  • Buchan, J. (2016). “The Biography of Adam Smith”, in R. P. Hanley (ed.) Adam Smith. His Life, Thought and Legacy. Princeton: Pri

Jimena Hurtado (Universidad de Los Andes)

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