David Ricardo

ricardo

Comparte este post

Biografía

La obra de David Ricardo es básica en el desarrollo del pensamiento económico liberal. Sus contribuciones son fundamentales en la construcción de la teoría del valor trabajo y en las teorías salariales y de rentas (la “ley de hierro”, el estado estacionario). En el terreno fiscal, asentaron el laissez faire, las políticas de austeridad y la creencia en la “equivalencia ricardiana” de impuestos y deuda para financiar el gasto público. En materia monetaria fueron decisivos su cuantitativismo estricto y la defensa de la independencia de los bancos centrales. Sus argumentos se reconocen en un amplio espectro de influencias; no obstante, como cualquier otra obra, la de Ricardo fue el fruto de su entorno y de su tiempo.

La ascendencia sefardí del apellido Ricardo se remonta al Portugal de 1593, entonces anexo a la Casa española de Austria. El tatarabuelo de David Ricardo se instaló en la comunidad judía de Ámsterdam en 1680. Su abuelo, Joseph Israel Ricardo (1699-1762), trabajaba en la bolsa de aquella ciudad e introdujo en el negocio a Abraham Israel Ricardo. Abraham (1733-1812) se trasladó a Londres como agente de inversores holandeses durante la Guerra de los Siete Años. Contrajo matrimonio con Abigail Delvalle en 1769 y adquirió la nacionalidad inglesa en 1772.

David Ricardo nació en Londres el 18 de abril de aquel año (1772), tercero de aquella prolífica unión con diecisiete hijos. Asistió a un colegio local hasta 1783, cuando su padre lo envió a los Países Bajos. Allí aprendió neerlandés, castellano y francés, matemáticas y contabilidad mercantil. Nunca recibió la formación universitaria en filosofía y humanidades que entonces se estilaba. A los catorce años regresó a Londres para ingresar en el negocio familiar. A los diecisiete ya decidía sobre las inversiones, aunque no participaba de los beneficios. Su destino cambió cuando en diciembre de 1793, contraviniendo la voluntad paterna, se casó con la cuáquera Priscilla Ann Wilkinson (1768-1849) y rompió con la familia. Nunca recibió el perdón materno -Abigail Delvalle falleció en 1801- y tardó trece años en reconciliarse con su padre. Pero también le obligó a emprender sus propias inversiones, y con éxito.

Comenzó como corredor del banco Forster and Lubbock’s, pero se desligó pronto del bufete y empezó a operar por cuenta propia como broker en la Bolsa de Londres. Los frutos de su actividad se orientaron al préstamo, a la compraventa de tierra, a la especulación con bonos franceses y a las apuestas.

El joven matrimonio, instalado originalmente en Lambeth, se mudó en 1798 a una residencia en New Grove acorde con su nuevo estatus. Por entonces habían nacido sus hijos Osman, Henrietta y Priscilla; la familia se ampliaría con David, Mortimer, Birtha y otras dos hijas durante este periodo. Fue entonces cuando Ricardo comenzó a ocupar su ocio en el estudio de las ciencias y, en especial, de la geología. También se acostumbró a estancias breves en el balneario de Bath, velando por la salud de su esposa. Fue allí donde, en 1799, descubrió La Riqueza de las Naciones.

Ricardo trasladó a su familia en 1808 al número 56 de la calle Upper Brook en la Plaza Grosvenor, su definitiva residencia urbana. Fue allí donde redactó sus cartas al Morning Chronicle, sobre las implicaciones de la salida del oro durante la guerra contra Francia, el curso forzado de la libra y la responsabilidad del Banco de Inglaterra para contener la depreciación del papel moneda. Ricardo entraba en la vida pública.

En 1810 el Parlamento documentó la depreciación de la divisa en los mercados cambiarios centroeuropeos desde 1799, el encarecimiento del lingote entre 1806-1809 y la aparición de una prima del oro que penalizaba la diferencia entre los precios de mercado y legal del metal. Estas evidencias quedaron plasmadas en un informe del “Select Committee on the High Price of Gold Bullion”. El “Bullion Committee” se preguntaba si la depreciación era consecuencia de una excesiva emisión de billetes y si un retorno a la convertibilidad bastaría para restaurar el tipo de cambio de la libra. Sus conclusiones suscitaron la “controversia bullonista” sobre las políticas de estabilización cambiaria y las relaciones entre los valores intrínseco y extrínseco del dinero.

Ricardo se posicionó en un ensayo sobre The high price of bullion (1810) a favor del más estricto cuantitativismo defendido en el informe. Se fundaba en Smith para criticar las posiciones de Thornton (1802) y del futuro primer ministro Liverpool. La devaluación extrínseca de la libra no era en su opinión consecuencia del encarecimiento del oro, sino del exceso de papel moneda. Advertía del riesgo bancario por el riesgo de descuento, señalaba al Banco de Inglaterra por su negligencia al ignorar un indicador de alarma como la prima del oro y abogaba por el retorno a la convertibilidad previa a 1797. Pese a estas recomendaciones, el Parlamento se decantó por mantener el curso forzoso de la libra y los detractores antibullonistas sentaron las bases de la doctrina de los “efectos reales”, interpretando la depreciación de la libra como consecuencia del déficit exterior durante la guerra.

Por entonces, David Ricardo restableció el contacto con sus hermanos, especialmente con Daniel y Raphael, quienes como él trabajaban en bolsa. Sus negocios fueron particularmente exitosos entre 1811 y 1815, cuando su firme y un tanto turbia apuesta por la victoria inglesa en Waterloo lo convirtió en uno de los mayores potentados de Londres. En 1814 la familia se mudó a la finca rural recién reformada de Gatcomb Park, en Gloucestershire. Allí comenzó la redacción de An Essay on the Influence of a Low price of Corn on the Profits of stock (1815). La política de granos llevaba dos décadas capitalizando el debate parlamentario. El embargo francés y el bloqueo se solaparon con una larga crisis agraria (1794-1800) y obligaron a Gran Bretaña a convertirse en importadora neta de trigo. La tendencia alcista del precio de los cereales y de las rentas de la tierra no cedió hasta el fin de las hostilidades en 1815. Los antibullonistas habían atribuido a estos hechos la depreciación de la libra. Los terratenientes se adherían también a este argumento, obviamente satisfechos con la evolución de sus ingresos en tiempos de guerra y reacios a la apertura de las importaciones de trigo. Tras la firma del tratado de Viena y el restablecimiento del comercio europeo, las Corn Laws de 1811-1813 fueron sometidas a un intenso debate, protagonizado en 1815 por grandes economistas como Malthus, con quien Ricardo se carteaba desde 1811, Edward West y Robert Torrens.

Según Ricardo, las Corn Laws vigentes se sostenían sobre frágiles cimientos teóricos. Adam Smith no había sido concluyente en su definición de la naturaleza de las rentas territoriales. ¿El importe de las rentas era causa o consecuencia del precio de la tierra y de sus producciones? Era imprescindible dar una respuesta antes de recomendar políticas comerciales. El primer paso en el Ensayo de 1815 consistiría en explicar las leyes naturales de la distribución, analizando las implicaciones de los rendimientos decrecientes en la evolución de los fondos de salarios, beneficios y rentas agrícolas desde el “margen intensivo”; es decir, estudiando las consecuencias de aplicar más capital-trabajo sobre la misma superficie de tierra. Ricardo concluía que el cultivo progresivo de tierras menos productivas provocaría el crecimiento aritmético del fondo de salarios y el aumento exponencial de las rentas a expensas de los beneficios agrícolas, hasta anularlos. Es el temido “estado estacionario” ricardiano: la tasa de beneficio se anula, no queda aliciente alguno para invertir en el cultivo y la acumulación se detiene; todo el excedente quedaría en manos de los rentistas, mientras los trabajadores se apropiarían tan solo de un salario de subsistencia. El segundo paso era conectar la evolución histórica de la renta a la del precio del grano para deducir sus recomendaciones en materia comercial. El precio del trigo se determinaba en la tierra marginal y condicionaba el importe de las rentas. El libre comercio introduciría la competencia extranjera, reduciría los precios del trigo y de la tierra, permitiendo la recuperación de los beneficios agrícolas. En definitiva, retrasaría el estancamiento… Pero no lo detendría.

James Mill animó a Ricardo a emprender la redacción de una obra más didáctica que explicase este modelo. El resultado sería On the Principles of Political Economy and Taxation en 1817 (2ª ed. 1819; 3ª ed. 1821). Los Principles cohesionan las aportaciones sucesivas de Ricardo en materia monetaria, comercial y fiscal. Ricardo era consciente de los límites del modelo que presentó en 1815. Su coherencia reposaba en supuestos restrictivos: una economía estrictamente agraria con uno o dos bienes, sin el recurso a capitales fijos. Su teoría no era aplicable en una economía industrial. La generalización de sus conclusiones requería urgentemente una teoría del valor que introdujese una acepción amplia del capital. La piedra angular de los Principles es el extenso capítulo sobre el valor de cambio. Ricardo retomaba su modelo de 1815 para concluir que, cuando solo intervienen capitales circulantes en procesos productivos de igual duración, los intercambios entre dos bienes se realizan estrictamente en términos de trabajo incorporado. A continuación, introducía los capitales fijos que se extinguen en un proceso productivo de duración anual y concluía que su teoría del valor trabajo se mantendría siempre que la relación capital-trabajo fuese idéntica entre los bienes intercambiados. Las últimas secciones y el capítulo sobre la maquinaria introducen la amortización del capital fijo en procesos largos y dejan al descubierto las limitaciones de una teoría pura del valor trabajo.

La segunda gran aportación de los Principles fue la teoría de las ventajas comparativas del libre comercio. ¿En qué términos se realizan los intercambios internacionales? David Hume había observado en sus Political Essays que la especialización y el intercambio de excedentes generaban ahorro si los Estados implicados se abstenían de intervenir vía precios, sentando las bases de las “ventajas absolutas” del libre comercio. Smith (1776, lib. IV) supo relacionar el ahorro del librecambio con la acumulación de capital y el crecimiento. Sin embargo, no reparó en una grave carencia teórica: ¿qué sucedería si una nación fuese más eficiente que las demás en la producción de todos los bienes? No era cuestión menor, puesto que Gran Bretaña era la mayor potencia económica. La verdadera contribución de Ricardo no reside en demostrar las ventajas del libre comercio, sino en generalizarlas.

La tercera aportación es el modelo fiscal. Ricardo otorgaba a la imposición una importancia de primer orden para sortear el estado estacionario. Concluyó que el impuesto más adecuado es el que recae sobre las rentas de la tierra, al no afectar al nivel de precios. El gobierno debería emplear su recaudación en la promoción industrial para generar empleo y estimular el ahorro.

Los Principles se convirtieron de inmediato en un éxito editorial y James Mill animó de nuevo a Ricardo a trasladar su visión a la política. La popularidad facilitó su elección en 1818 como Alto Comisario de Gloucestershire. Hartwell (1971: 42) estimaba que Ricardo ingresaba en torno a las 28.000 libras anuales y disponía de un patrimonio de unos 375 millones de libras actualizadas (King 2013: 7). Era el momento de saltar a la política. Compró el escaño irlandés por Portalrington e ingresó en la Cámara de los Comunes.

Ricardo publicó en 1820 la entrada “Funding System” para el suplemento de la Encyclopædia Britannica, que está en el origen del mito de la “equivalencia ricardiana” y presenta algunas fricciones con su teoría fiscal de 1817 (Schoup, 1960). También dedicó buena parte de su tiempo libre para redactar sus Notes on Malthus’ “Principles of Political Economy”. Este manuscrito solo vio la luz mucho después, redescubierto en 1919 y publicado en 1928. En 1822 publica On Protection to Agriculture fruto de los debates en el Club de Economía sobre la polémica parlamentaria en torno a las Corn Laws. Con cuatro ediciones sucesivas, fue calificada por Sraffa como la obra maestra de Ricardo.

Ricardo emprendió el 13 de julio de aquel año una “tournée” por Francia, Holanda, los Estados Alemanes occidentales, Suiza e Italia junto a Priscilla y sus dos hijas menores. De regreso a Gatcomb comenzó la redacción de Absolute Value and Exchangeable Value (1823), motivado por la reciente publicación de The Measure of Value de Malthus. En los Principles, Ricardo había demostrado que el trabajo era fuente del valor de cambio bajo ciertas hipótesis, pero no resultaba convincente como medida invariable del valor. Debía probar bajo qué supuestos el precio real del trabajo era constante. Concluía que la producción del bien ideal como medida del valor debía mantener una relación capital-trabajo fija y se disponía a demostrar que dicho bien era el oro. Pero solo dispuso de varias semanas de vida para bosquejar el ensayo. David Ricardo falleció apenas un año tras su viaje, el 11 de septiembre de 1823, por el agravamiento de una infección de oído. Fue enterrado en la iglesia de San Nicolás en el actual Chippenham (Wiltshire). Su hermano Moses Ricardo (1776-1866) se encargó de componer un breve “Memoir” biográfico. Legó una fortuna de cerca de 725.000 libras esterlinas de entonces. Su testamento fue tan poco equitativo en la distribución como el estado estacionario: veinticuatro partes fueron a parar a los tres hijos varones y solo cinco a sus cinco hijas. La finca de Gatcomb Park permaneció en manos de sus descendientes hasta 1940.

Pablo Cervera Ferri. Universidad de Valencia.

Disfruta de más contenido 

Actualiza tu navegador

Esta versión de tu navegador no permite visualizar correctamente la página. Para que tengas una buena experiencia y mejor seguridad, por favor descarga cualquiera de los siguientes navegadores: Chrome, Edge, Mozilla Firefox