La disminución de la tasa de natalidad amenaza los ingresos fiscales del gobierno26/07/2013 | Gillian Tett – Financial Times Español
Esta semana, el Reino Unido está obsesionado con el bebé real. Pero entre toda esta fascinación con el nuevo príncipe, hay una cuestión de mayor envergadura que deberían considerar los inversores: Concretamente, ¿Dónde no nacen bebés en el mundo occidental en esta época? Un sorprendente reporte recién publicado por Eurostat, la agencia estadística europea, muestra que durante el último par de décadas ha surgido una sutil brecha entre las tasas de fertilidad de diferentes países europeos. En regiones como España e Italia, las tasas de fertilidad han disminuido de manera notable desde los años 70 (desde unos relativamente altos niveles de posguerra). Sin embargo, en los países del centro de la eurozona, como Alemania y Francia, las tasas de fertilidad se han mantenido sin cambios o incluso aumentado. Más interesante todavía es el siguiente cuadro. Entre 2008 y 2011 la tasa de fertilidad en Austria aumentó un poco, mientras que en Francia se mantuvo sin cambio y en Alemania y los Países Bajos disminuyó un poco. Sin embargo, la tasa de fertilidad en España, Grecia e Irlanda ha caído de manera notable. Y el contraste entre algunos grupos poblacionales es muy severo. Por ejemplo, en Alemania la tasa de fertilidad de las mujeres en desempleo ha aumentado desde 2008, quizás porque la crisis ha creado “una ventana de oportunidad para tener hijos”, como sugiere en una nota de investigación el bróker Jefferies. “En España, sin embargo, ha ocurrido lo opuesto y la tasa de fertilidad en este grupo de mujeres realmente se ha colapsado.” O como otro reporte* de un grupo de economistas alemanes hace eco al decir: “La reciente crisis económica ha dejado huella en los patrones europeos de fertilidad de este periodo. Para algunos países, ha puesto un alto a la tendencia alcista que había empezado a desarrollarse. En otros países, se ve un significativo descenso en la fertilidad… (y) el desempleo ha reducido la fertilidad en el sur de Europa en particular.” En un nivel esta evolución no es sorprendente. Después de todo, la tasa de fertilidad a menudo ha caído en periodos económicamente difíciles. Descendieron en los EE. UU. durante la Gran Depresión de los años 30 por ejemplo, y en Rusia cuando se desintegró la Unión Soviética a principios de los 90. Pero lo que hace doblemente notable la presente tasa de fertilidad europea es que está sucediendo también a la vez que un amplio – y posiblemente más significativo – cambio en la edad de la población trabajadora. Justo antes de que empezara la crisis, la población en edad de trabajar de Irlanda, España e Italia estaba creciendo alrededor del 3 por ciento, 2 por ciento y 1 por ciento anual, respectivamente. El año pasado, sin embargo, estos tres países tuvieron un notable descenso de entre 1 y 2 por ciento, aparentemente debido a la emigración y envejecimiento. En contraste, en países centro europeos como Alemania, los Países Bajos y Austria, la población en edad de trabajar creció. Es posible interpretar esto como una simple parte del proceso en el ajuste económico. Después de todo, si los trabajadores emigran desde los países periféricos (y más tocados por la crisis) de la eurozona hacia los más prósperos localizados en el centro, puede ser algo benéfico. Es posible también que estos cambios demográficos resulten ser temporales; si (o cuando) la crisis de la eurozona disminuya, los trabajadores puede que regresen a casa y las mujeres tengan los bebés que previamente pospusieron como respuesta a la recesión. Pero si eso no ocurre, podría haber mayores implicaciones para la eurozona. En teoría, como dice hoy mi colega Michel Stothard, una población que envejece puede ayudar a estimular los mercados de bonos al crear mayor demanda para productos de renta fija. En la práctica, sin embargo, una disminución de la población trabajadora también plantea grandes dudas fiscales: ¿habrá suficientes trabajadores para generar el crecimiento que se necesita para pagar la deuda gubernamental? Por supuesto que esto no es solo un dolor de cabeza para la eurozona. A pesar de que los EE. UU. están bendecidos con una demografía mucho mejor que la de la eurozona, algunas zonas del país también están siendo muy afectadas por cambios poblacionales. Desde 2010, por ejemplo, se estima que Detroit ha perdido cerca del 25 por ciento de su población en edad de trabajar debido a flujos migratorios, lo que ha devastado su base contributiva y ha agravado su actual crisis fiscal. Y en Japón la demografía está incluso mucho peor que en la eurozona. Como recientemente dijo Paul Volcker en una conferencia en Nueva York: “No sé cómo espera alguien que crezca la economía japonesa en general, si su población está disminuyendo. Deberíamos fijarnos en el pib per cápita, no solo en el pib, de Japón.” Por supuesto, algunos economistas podrían divergir con ese punto: en teoría, el daño causado por la disminución de la población siempre puede revertirse aumentando la productividad o aumentando las tasas de población con trabajo. Demografía, en otras palabras, no significa necesariamente destino. Pero, de cualquier manera, el punto clave es este: las estadísticas de población no son solo una señal del actual malestar económico; pueden dejar un legado que podría durar años. Y esto da mucho que pensar, especialmente en una eurozona que está plagada de tensiones económicas y sociales. |
INSIGHT – Falling fertility rates threaten government tax revenues26/07/2013 | Gillian Tett – Financial Times English
This week, Britain is baby obsessed. But amid all this fascination with the new prince, there is a bigger question that investors might do well to ponder: namely, where are babies not being born right now, in the western world? A striking report that has just emerged from Eurostat, the European statistical agency, shows that a subtle gap has emerged in the fertility trajectory of different European countries during the past couple of decades. In regions such as Spain and Italy, fertility rates have declined sharply since the 1970s (albeit from relatively high postwar levels.) However, in the core countries of the eurozone, such as Germany and France, fertility rates have been flat or even risen. More interesting still is the recent picture. Between 2008 and 2011 the fertility rate in Austria rose a little, while in France it stayed unchanged and in Germany and the Netherlands it declined a touch. However, the fertility rate in Spain, Greece and Ireland has notably fallen. And the contrast among some population groups is stark. In Germany, the fertility rate among unemployed women has risen since 2008, for example, perhaps because the crisis created “a window of opportunity for child-bearing”, as a research note from Jefferies, the broker, suggests. “In Spain, however, the opposite has happened and the fertility rate for this group of women has actually collapsed.” Or as a separate report* from a group of German economists echoes: “The recent economic crisis has left an imprint on European period fertility patterns. For some countries, it put a halt to the positive fertility trend that had started to develop. In other countries, we see significant declines in fertility . . . [and] unemployment has reduced fertility in southern Europe in particular.” On one level this development is unsurprising. After all, fertility rates have often fallen in periods of economic stress. They dropped during the US Great Depression in the 1930s, for example, and in Russia, when the Soviet Union broke up in the early 1990s. But what makes the European fertility picture doubly notable is that it is occurring amid a wider – and arguably more significant – swing in the working age population too. Just before the economic crisis hit, the working age populations of Ireland, Spain and Italy were respectively growing at about 3 per cent, 2 per cent and 1 per cent each year. Last year, however, all three countries saw a notable decline of between 1 and 2 per cent, apparently due to emigration and ageing. By contrast, in the core countries of Germany, the Netherlands and Austria, the working population actually rose. It is possible to interpret this as simply part of a process of economic adjustment. After all, if workers are moving from the crisis-ridden eurozone periphery to the more prosperous core, that could be beneficial. It is also possible these demographic swings will turn out to be temporary; if (or when) the eurozone crisis recedes, workers may return home and women may have the babies they previously delayed in response to the recession. But if that does not occur, there could be bigger implications for the eurozone. In theory, as my colleague Michael Stothard notes today, an ageing population can help boost bond markets by creating more demand for fixed income products. In practice, though, a decline in a working population also raises big fiscal questions: will there be enough workers to generate the growth that is needed to service government debt? Of course, this is not just a eurozone headache. Although the US is blessed with far more favourable demographics than the eurozone, parts of the country are being hurt by population swings too. Since 2010, for example, Detroit is estimated to have lost about 25 per cent of its working age population, due to migration flows, which has devastated the tax revenue base and contributed to the current fiscal crisis. And in Japan, the demographics are far worse than even the eurozone. As Paul Volcker recently observed in a New York conference: “I don’t know why anyone even expects the overall Japanese economy to grow, when its population is shrinking. We should look at gdp per capita, not gdp, in Japan.” Of course, some economists might quibble with that point: in theory, the damage caused by a shrinking population could always be offset by productivity increases or rising levels of labour participation. Demography, in other words, need not necessarily be destiny. But, either way, the key point is this: population statistics are not just a signal of current economic pain; they can leave a legacy that could last for years. And that is sobering indeed, particularly in a eurozone that is so riddled with economic and social strains. * Fertility reactions to the “Great recession” in Europe: Recent evidence from order-specific data. Demographic Research July 10 2013 |
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Copyright © «The Financial Times Limited«. «FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited». Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times». |
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