Lo que significan los Mooc para la educación ejecutiva11/05/2014 | Della Bradshaw – Financial Times Español
En febrero el grupo de educación empresarial del FT lanzó el Business School Challenge, un cuestionario en el cual equipos de estudiantes de MBA miden su ingenio entre ellos ayudando a la caridad anual del FT – este año dedicada a World Child Cancer. Me impresionó lo que sabían los estudiantes acerca de los negocios, como lo reporta el FT. Sabían cuánto habían subido las acciones de Twitter en su salida a bolsa en 2013 (73 por ciento) y que el trader londinense Bruno Iksil, que trabajó para JPMorgan, tenía el apodo de Ballena de Londres. Pero la pregunta que confundió a todos fue: ¿Qué significa el acrónimo Mooc? Esto me hizo pensar que mientras los académicos se obsesionan con los Mooc – massive Open Online Courses (cursos en línea abiertos masivos) – la mayoría de los estudiantes de las escuelas de negocios apenas han oído hablar de ellos. Hasta ahora la mayoría de quienes se apuntan en los Mooc son profesionales que quieren estudiar temas de su interés o que les son útiles en el trabajo. Estos Moocafílicos viven en países desarrollados y muchos son gerentes o ejecutivos de grandes corporaciones. Esta demografía es un poco embarazosa para los proveedores de los cursos, quienes creen en su potencial para el bien social – que llevarían educación de alta calidad a estudiantes en países en desarrollo que no podían pagarse estudios universitarios. Pero también es algo que entristece a las escuelas de negocios que están desarrollando Moocs, especialmente a aquellas que confían en cursos cortos para ejecutivos para obtener ingresos. Existe la teoría de que los Mooc amenazan con ser preferidos por quienes desean estudiar una carrera universitaria. Lo que me parece más alarmante es la idea de que las escuelas pueden gastar millones desarrollando Moocs, solo para encontrar que estos cursos gratuitos canibalizan su ingreso monetario proveniente de cursos cortos presenciales. En época de recesión, una de las primeras cosas que eliminan las empresas peseteras son los cursos ejecutivos cortos. Pero aun en tiempos de crecimiento económico tiene poco sentido para las empresas pagar estudios en escuelas de negocios a sus empleados si pueden obtener el mismo entrenamiento gratis. Así que, en los próximos años, ¿cuáles son las posibilidades de que el personal de formación y desarrollo de las grandes corporaciones decida que si para que los gerentes junior lleguen a gerencias intermedias deban completar seis y ocho cursos Mooc de una lista? Aún si las corporaciones requieren certificaciones al final de los cursos, el coste será de una fracción del precio de los programas presenciales – y esto es sin contar el factor ahorro en tiempo y conveniencia. En el nivel más básico, la enseñanza virtual para habilidades específicas – interpretar una hoja de cálculo – está extendido. Los programas en línea para capacitar a los gerentes junior ya tenían la estructura tipo Mooc por lo menos desde hace diez años. Cuando Duke Corporate Executive fue establecida en el 2000, parte de su filosofía era repartir material entre las empresas utilizando diferentes estilos de enseñanza dependiendo del nivel. Para aquellos en niveles gerenciales junior los cursos en línea eran vistos como lo usual en aquel momento. Lo que es cada vez más claro es que hay mucho material gratis disponible para todos mientras que el número de moccs que tratan de negocios y administración se dispara. En septiembre de 2013, cuando el FT inició el seguimiento de los Mooc, había menos de 30; hoy en día hay más de 100. ¿Cómo responden las escuelas de negocios a esta amenaza? Algunas no necesitan hacerlo. Un programa como el Harvard Business School’s Advanced Management Programme tiene el sello que le garantiza longevidad. En los países en desarrollo, el Harvard AMP tiene probablemente más seguidores que su MBA: es el programa que elije la élite corporativa. Otros no tienen tanta suerte. Entonces, ¿Qué valor puede añadir una escuela de negocios? Una red de contactos en otras corporaciones, además el conocimiento adquirido a través de prácticas laborales en diferentes sectores es una clara ventaja. Pero los contactos sociales a través de las redes se están desarrollando todo el tiempo. Y aceptémoslo, los gerentes junior que han crecido con Facebook saben cómo hacer contactos en línea. Incluso puedo imaginar la situación en la cual los gerentes de formación y desarrollo creen redes en línea para que los participantes puedan intercambiar ideas, y ayuden a crear redes de amigos a través de la empresa. Por supuesto, los cursos presenciales tienen menos participantes que los Mooc. Esto significa que los estudiantes estarán mejor posicionados para interactuar con los profesores y aprovechar las oportunidades de enseñanza presencial y las visitas corporativas. Esto definitivamente tiene valor. ¿Pero qué valor? Por lo que las escuelas de negocios obviamente apuestan es porque algunos Mooc impresionarán a las empresas, las cuales decidirán utilizar a esas escuelas para otros programas de desarrollo gerencial o adecuados para cada empresa. Pero puede ser una apuesta peligrosa. El asunto para mí es si las escuelas de negocios, que apenas han visto regresar las ganancias en sus programas presenciales, puedan haber sembrado la semilla de su propia destrucción. – – – Sólo un tercio de los que respondieron a la encuesta del Financial Times habían oído acerca de los Mooc – y el 29 por ciento de esto habían tomado uno de estos cursos. Los 531 que respondieron eran clientes y participantes de educación ejecutiva. |
What Moocs mean for executive education05/11/2014 | Della Bradshaw – Financial Times English
In February the FT business education team launched the Business School Challenge, a quiz in which teams of MBA students pit their wits against each other in aid of the FT’s annual charity – this year it was World Child Cancer. I was impressed by what students knew about business, as reported in the FT. They knew how much Twitter shares soared on their market debut in 2013 (73 per cent) and that London-based trader Bruno Iksil, who worked for JPMorgan, had the nickname London Whale. But the one question that completely stumped them was: What does the acronym Mooc stand for? It brought home to me that while academics obsess about Moocs – massive open online courses – most business school students have barely heard of them. At the moment most of those who enrol on Moocs are educated professionals who want to study topics that interest them or are useful at work. These Moocaphiles live in developed economies and many are business managers and corporate executives. This demographic is rather embarrassing for providers, who espouse Moocs’ potential for social good – that they will deliver high-quality education to students in developing economies who cannot afford the cost of university study. But it could also prove embarrassing for business schools that are developing Moocs, especially those that rely on short executive courses for revenues. There is a theory that Moocs might threaten the take-up of degree level education. What seems more alarming to me is the idea that schools could spend millions developing Moocs, only to find that these free courses cannibalise their money-spinning open enrolment short courses. In a time of recession, one of the first things that company bean-counters cut is executive short courses. But even in times of economic growth it hardly makes sense for companies to sponsor students on business school courses if they can get the same training free. So, in the next few years, what are the chances of the learning and development people in large corporations deciding that for junior managers to make it to middle management level, they must complete a prescribed list of six or eight Moocs? Even if corporations require certification at the end of courses, the cost will be a fraction of that for open enrolment programmes – and that is before you factor in time saving and convenience. At the lower level, online training for specific skills – reading a spreadsheet, say – is widespread. Online programmes for junior management training have also been mooted for at least a decade. When Duke Corporate Executive was established in 2000, part of its philosophy was to cascade material throughout businesses using different teaching styles depending on the level. For those in junior management roles, online courses were seen as the way forward even then. What is increasingly clear is that there is plenty of free material out there as the number of Moocs relating to business and management rockets. In September 2013, when the FT started its Mooc tracker, there were fewer than 30 such Moocs; today there are more than 100. How will business schools counter this threat? Some will not need to. A programme such as Harvard Business School’s Advanced Management Programme has the brand to guarantee longevity. In developing economies, Harvard’s AMP has probably more kudos than its MBA: it is the programme of choice for the corporate elite. Others are not so lucky. So, what added value can business schools offer? A network of contacts in other corporations, plus knowledge of working practices across different sectors is clearly one advantage. But online networking techniques are developing all the time. And let’s face it, junior managers who cut their teeth on Facebook know how to do online networking. I can also envisage a situation in which learning and development managers set up online networks so that participants can exchange ideas, helping create friendship networks across the company. Of course, open enrolment courses have far fewer participants than Moocs. This means students will be better placed to interact with professors and take advantage of mentoring opportunities and corporate visits. This clearly has a value. But what value? What business schools will obviously bet on is that some Moocs will so impress companies that they will decide to use that school for other management development and customised programmes. But it may prove a dangerous bet. The issue for me is whether business schools, which have just seen the business for their open enrolment programmes return, may have already sown the seeds of their own destruction. – – – Just one-third of those who responded to a Financial Times poll had heard of Moocs – and 29 per cent of those had taken such a course. The 531 respondents were executive education clients and participants. |
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