Biografía
Manuel Girona fue un reconocido banquero y empresario catalán del siglo XIX. Su padre, Ignacio Girona y Targa, había contraído matrimonio en primeras nupcias con Antonia Agrafel y Mascaró, la hija de un relojero con quien tuvo tres hijos y que falleció en su tercer alumbramiento. Morir durante el parto en el siglo XIX no era un destino inusual para las mujeres de modo que, en muchas ocasiones, para evitar repartir la herencia, el viudo se casaba con una hermana de la difunta. Así, Ignacio se casó con la hermana de su primera mujer, Rita Agrafel, con quien tuvo cinco hijos, el mayor de los hijos de este segundo matrimonio fue Manuel, quien fue bautizado en la catedral de Barcelona el 1 de enero de 1917.
Ignacio, el padre de Manuel Girona procedía de Tárrega (Lleida) y sus actividades estaban vinculadas con negocios financieros y comerciales (arrendamiento de diezmos, compra de deuda del estado, comercialización de productos, préstamos…). Ignacio Girona ya poseía una pequeña fortuna cuando decidió trasladar a la familia a Barcelona. Dicha fortuna le sirvió para iniciar en 1839, con un socio, la conocida casa de comercio: Girona Hermanos, Clavé y Compañía, donde dio participación a sus hijos. Esta sociedad estuvo presente en los principales negocios de la época. La contratación y construcción de algunas de las vías férreas que se desarrollaron en Cataluña a mediados del siglo XIX, como la línea que unió Barcelona y Zaragoza, o el desarrollo del Canal de Urgell, fueron emprendimientos que esta sociedad desarrolló en las décadas centrales del siglo. Ignacio Girona murió en 1866, pero para esas fechas ya había diseñado para sus hijos un futuro en diferentes áreas. Así Manuel y Jaime desarrollarían una importante actividad financiera, mientras que sus otros hermanos se incorporaron a sectores tan dinámicos en el periodo como la siderurgia, siendo la familia Girona fundadora de Materiales para los Ferrocarriles y Construcciones S.A., situada en los orígenes de MACOSA.
La casa de comercio Girona Hermanos, Clavé y Cia fue el punto de partida para el desarrollo de Manuel Girona como empresario, aunque ya había hecho sus primeros negocios con poco menos de 20 años. Había asistido a las escuelas de la Junta de Comercio de Barcelona, iniciando los estudios de arquitectura, aunque no llegó a terminarlos porque se incorporó rápidamente a los negocios familiares. El año clave en la vida de Manuel Girona fue 1844 por dos razones: una empresarial y otra familiar. Ese año obtuvo, junto con sus socios: José María Serra y José Rafael Plandolit, la autorización para abrir el Banco de Barcelona, la entidad bancaria pionera de las finanzas españolas que llevó su impronta. Días después de recibir la autorización, se casó con la hija de un ‘indiano’ enriquecido, Carolina Vidal Quadras. En el Banco de Barcelona transcurrió una gran parte de su actividad, formando parte de su Junta de Dirección hasta que falleció en 1905. En la ciudad era habitual en la época hablar de dicha institución como el “Banco de Girona”. La actividad financiera de Manuel Girona no se detuvo en el Banco de Barcelona. Formó parte, asimismo, de diferentes iniciativas del periodo, siendo destacable su participación en el Banco Hispano Colonial, impulsado por el Marqués de Comillas.
Tras el fallecimiento de su mujer en 1873, en los albores de la Primera República, Manuel Girona no volvió a casarse. A partir de entonces desarrolló una importante actividad social y política. En 1876 fue nombrado Alcalde de Barcelona, gestionando la ciudad durante poco menos de un año al inicio de la Restauración. Posteriormente, en 1888, asumió un nuevo cargo público, el de Comisario Regio de la Exposición Universal que se realizó en la ciudad de Barcelona. Fue electo diputado en 1863 y 1865 por la provincia de Lleida y posteriormente ocupó un asiento en el senado, primero por elección y posteriormente de carácter vitalicio. En su actividad política caben destacar los opúsculos que publicó para dar a conocer su opinión acerca de cómo acabar con la deuda que azotó las finanzas españolas durante prácticamente todo el siglo XIX. También representó a los empresarios catalanes ya que fue el primer presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Barcelona desde su creación en 1886 hasta 1991. Igualmente participó de la vida cultural de la ciudad, ocupando la presidencia del Ateneo Barcelonés y formando parte del círculo de El Liceo.
Manuel Girona era conservador porque, según él, tenía mucho que conservar, pero también era un hombre perseverante y eminentemente pragmático. Fue audaz en sus emprendimientos, como lo atestigua el impulso que dio a uno de los primeros bancos de España. La efectividad y el brío de sus decisiones se pusieron de manifiesto en febrero de 1848, en los albores de la existencia del banco. En aquel momento recorrió, incansable, los almacenes donde se guardaban las garantías de los préstamos, algodón principalmente, con objeto de corroborar su estado y salvar a la institución de los efectos de la crisis que había estallado en Francia y que había provocado un pánico bancario en Barcelona. Su vocación de servicio cuando ocupó cargos en el gobierno se ve reflejada en la devolución que hizo de una parte del presupuesto que se le asignó para realizar la Exposición de 1888. Se manifestaba orgulloso ser cuidadoso en estos asuntos. En el mundo empresarial se movía como era habitual en la época: haciendo lobby a través de sus relaciones en la Corte; aprovechando la información privilegiada que le llegaba por diversas vías, pero fundamentalmente gracias a su hermano Jaime que residía en Madrid representando los intereses del banco; y manifestando criterios marcadamente paternalistas en las relaciones con el personal del banco.
Su lema fue: trabajar mucho, fuera vicios e interés compuesto. Aunque era católico practicante, su dedicación al trabajo y la huida del vicio evoca el espíritu luterano. El interés compuesto era la fórmula que había encontrado para explicar lo que había hecho a lo largo de su vida y lo que el ahorro podía hacer en la vida de una persona. Eran sin duda otros tiempos…
Manuel Girona falleció el 31 de octubre de 1905. Una multitud le acompañó hasta las puertas de la catedral de Barcelona donde se celebró su funeral. Había hecho una donación a la catedral para construir la fachada que el edificio ha lucido hasta la actualidad. Su fama en la ciudad le mereció una calle y el espíritu religioso de su donación le mereció una cripta en una de las capillas del claustro de la catedral. Sobre su tumba se encuentra una estatua de tres mujeres representando las tres virtudes teologales.
Bibliografía:
– Blasco, Yolanda (2006): “Manuel Girona Agrafel (1816-1905)”. En: Cabana Francesc (dir), Cien empresarios Catalanes. Madrid. Editorial Lid (Historia Empresarial).
– Blasco, Yolanda, y Pla, Lluisa (2009). Manuel Girona, el fundador de la banca moderna. Revista de Historia Social, 64, pp. 79-98.
– Cabana, Francesc Cabana (2002): Manuel Girona. Semblanza i antologia de textos. Portic. Capellades, 2002.
– Llorens, Montserrat ([1958], 1994): “Manuel Girona i Agrafel (1818-1905)” en J. Vicens Vices y M. Llorens: Industrials i polítics (segle XIX). Vicens Vives. Barcelona. pp. 387-393.
Yolanda Blasco-Martel (Universitat de Barcelona) y miembro de la Asociación Española de Historia Económica.