Es cierto que a todos nos gusta estrenar. El olor a nuevo nos produce un bienestar difícil de describir. Pero claro, lo nuevo cuesta más que lo usado, y no siempre lo nuevo es la mejor opción o la más accesible. Y más cuando estamos hablando de la compra de un coche. Por eso vamos a analizar las dos opciones con su pros y contras.
Prefiero un coche nuevo
En primer lugar vamos a ver la opción del vehículo nuevo. Está claro que la variedad de modelos y extras que trae cada vehículo hoy en día hacen que el abanico de precios sea muy amplio. También hay que tener en cuenta las necesidades de cada uno, porque no es lo mismo el vehículo que necesita o quiere un chaval joven, que el que necesitan unos padres de familia, o tal vez una persona ya jubilada a la que le gusta viajar conduciendo. Así por ejemplo, según datos de la Agencia Tributaria, el precio medio de un coche nuevo el año pasado 2018 se situó en los 17.249 euros.
La opción de pagarlo en efectivo es la más barata (la que menos costes supone), ahora bien, al ser una cantidad de dinero considerable, no todas las personas disponen de ello en el momento. Ante esta situación se tiene que recurrir a pedir dinero prestado, y existen diferentes alternativas. La más habitual es que el propio concesionario te lo financie gracias a los servicios de financiación que disponen hoy en día. En ocasiones, para hacerte esta oferta más atractiva, te ofrecen ciertos descuentos sobre el precio final del vehículo, mantenimiento gratuito durante los primeros años, etc. Pero siempre conviene hacer un análisis en profundidad de esta opción, ya que en ocasiones hay otros gastos relacionados con la financiación a través del concesionario como son los gastos de apertura, comisiones por cancelación anticipada o incluso por servicios adicionales… que no aparecen a simple vista en la oferta. Otras veces, los concesionarios también te ofrecen la posibilidad de un descuento extra en el precio del coche si se entrega el vehículo viejo (si se dispone de él).
Por otro lado, existe la posibilidad de pedir un préstamo a una entidad financiera. Normalmente, las condiciones que ofrecen suelen ser más flexibles que las de los propios concesionarios, pero también es cierto que son más estrictas a la hora de conceder este tipo de préstamos.
Hay veces que nos ponemos a hacer cálculos de todos los costes, comisiones, etc. y no conseguimos averiguar el coste total, ya que en una opción nos cobran unas comisiones, en otra unos intereses, etc. El mejor indicador para comparar la totalidad de los costes es la TAE. Este valor nos indica cuál es el coste total, ya que en él se incluyen no sólo el precio del coste del crédito sino también el precio de los productos vinculados, plazo de devolución, etc.
Por si pensábamos que ya había pocos gastos a calcular antes de la compra de un vehículo nuevo, hay que sumar otro más. Éste es el famoso impuesto de matriculación, que puede suponer entre el 0 y el 14,75% del valor del coche, dependiendo de cuánto contamine. Por tanto, aquellos que menos contaminen estarán exentos y los que más contaminan, pagarán más. Algo a tener en cuenta.
¿Y la opción del vehículo de segunda mano?
En España, la edad media de los vehículos es de 12,2 años, eso unido a que hay gente que decide renovar coche cada cierto tiempo, hace que exista un mercado amplio de vehículos de segunda mano.
Según la Asociación Nacional de Comerciantes de Vehículos (ANCOVE) el precio medio de un vehículo de segunda mano es de 12.014 euros, aunque lógicamente hay coches con una variedad de precios considerable, lo que facilita que aquellos que no dispongan de un presupuesto elevado, puedan acceder a un automóvil más fácilmente que mediante la compra de uno nuevo.
En los vehículos nuevos existe la probabilidad, aunque sea muy baja, de que tengas que hacer revisiones o reparaciones, pero hay que tener en cuenta que la probabilidad aumenta considerablemente con la edad del automóvil, y por tanto, los coches de segunda mano tienen más papeletas de sufrir algún tipo de “achaques”.
Otro aspecto a tener en cuenta es que los coches de segunda mano suelen consumir más litros de combustible que un vehículo nuevo. Y relacionado con el combustible, no queda la cosa ahí. Ya son varias ciudades las que aplican restricciones en el tráfico urbano en función de la antigüedad y el tipo de combustible, limitando el paso a los vehículos más antiguos y contaminantes.
Además, una vez que te compras un coche de segunda mano, hay que pensar que dependiendo de la antigüedad del mismo deberás añadirle los costes de pasar la Inspección Técnica de Vehículos. Desde los 4 hasta los 10 años de antigüedad hay que pasarla cada 2 años. Y si el vehículo tuviera más de 10 años, cada año. En España no hay un precio fijo único ya que depende de cada Comunidad Autónoma, eso sí, los vehículos diésel pagan más por pasar la ITV que los de gasolina.
Si te parecía que ya tenías suficientes gastos, la cosa no queda ahí. Ahora tienes que sumarle el pago de un impuesto, concretamente el Impuesto sobre Transmisiones Patrimoniales. Normalmente lo suele asumir el comprador, pero se puede negociar entre comprador y vendedor. El importe del mismo va en función del valor de tasación del vehículo, así como su modelo y su antigüedad. De media se sitúa en el 4% sobre el valor del vehículo, aunque depende de cada Comunidad Autónoma.
Además, aparte de este impuesto hay sacar de nuevo la cartera para hacer el cambio de titularidad en la Dirección General de Tráfico. Esta tasa supone 54,60 euros para el año 2019.
Como conclusión, decir que no hay una opción más acertada que la otra. Cada persona tiene unas necesidades y unos intereses, y dependiendo de ello, a unos les parecerá que es mejor comprarse un coche nuevo, y a otros un coche de segunda mano. Lo importante es estudiar las diferentes alternativas y no decidirse por la primera que te aparezca.
Autor: Nacho Sainz-Ezquerra (15 marzo 2019)