En España, los riesgos de recesión son bastante reducidos
La economía es cíclica, por lo que todos los ciclos económicos acaban terminando en una recesión, y en tiempos de bonanza, más de diez años después del inicio de la última crisis económica, la pregunta obvia es cuándo podemos esperar la próxima, especialmente en el entorno de «elevada incertidumbre e importantes riesgos» derivados de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
El Banco de España advertía este jueves de que la economía mundial afronta el año 2019 en una «clara fase de desaceleración», de en torno a tres décimas hasta un crecimiento del 3,3%. Por ahora, la economía española ha demostrado ser muy resistente a la desaceleración de Europa, ya que el PIB del país se expandió un 2,6% en 2018, según los datos del INE, más del doble del nivel de la Eurozona en su conjunto.
Cuando se agota el ciclo económico y la economía local deja de crecer se detectan síntomas de agotamiento como la escasez de mano de obra cualificada, el aumento de precios para hacer frente a una menor demanda, el deterioro de la balanza por cuenta corriente y un mayor endeudamiento, entre otros, que por ahora España no está experimentando.
En este sentido, los índices agregados en el corto plazo indican que España es la única economía en la que el crecimiento sigue siendo lateral en lugar de mostrar deterioro, según el escenario económico descrito expertos quienes plantean que la economía española dispone todavía de suficiente capacidad de producción y hay margen para que continúe el crecimiento no inflacionista.
Esta relativa resistencia de la economía española refleja varios factores, como una menor sensibilidad a una desaceleración global de la industria por el menor tamaño de este sector y al menor peso de la exportación en su PIB. Asimismo, la tasa de ahorro en España ha ido disminuyendo, al contrario de lo que ha ocurrido con el resto de la Eurozona, donde ha aumentado en su conjunto, lo que ha permitido a los consumidores españoles mantener el nivel de gasto.