«Offshore» es una palabra anglosajona que puede usarse en dos contextos diferentes.
El primero, de forma literal, significa, alejado de la costa o mar adentro y se utiliza en actividades que se realizan en alta mar como por ejemplo la explotación de plataformas petrolíferas o la obtención de energía eólica.
El segundo, y el más escuchado estos últimos días por la revelación de los «Papeles de Panamá» o «Panamá Papers», es el usado en el lenguaje financiero. En este contexto, «offshore» se usa metafóricamente para describir cualquier actividad económica o inversión que se realiza fuera del propio país de residencia. Aquí entrarían muchos productos financieros como cuentas bancarias, pólizas de seguros, inversiones inmobiliarias, fondos de inversión, etc.
A priori, el término que mejor encajaría al traducirlo al castellano es el calificativo de «extraterritoriales«. Sin embargo, a partir de los años 80, se fue restringiendo el término «offshore» a determinados tipos de negocios: las inversiones extraterritoriales realizadas en algún país o territorio que ofreciera ventajas con respecto al propio país de residencia. Por ejemplo: beneficios fiscales, leyes de privacidad, secreto bancario, etc.
Todas estas condiciones se dan en los llamados paraísos fiscales, también llamados jurisdicciones o centros financieros offshore.
Así, la definición actual de offshore hace referencia a toda la industria y servicios generados alrededor de los paraísos fiscales o territorios de baja tributación.
Fuente: Europa Press (6 de abril de 2016)