Cómo Nueva York le robó la corona a Silicon Valley

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Cómo Nueva York le robó la corona a Silicon Valley

11/12/2015 | Gillian Tett (Financial Times) – Financial Times Español

Si quieres romper el hielo en una fiesta corporativa esta temporada en EEUU, puedes intentarlo con esta pregunta: ¿qué parte de EEUU tiene la proporción más alta de actividad emprendedora?

Silicon Valley” sería una respuesta predecible. Después de todo, en los últimos años, la región de San Francisco ha sido el epicentro de la innovación en EEUU. Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, personifica el sueño emprendedor; especialmente desde que anunció sus planes para donar la mayoría de sus ganancias a causas sociales.

Pero aquí hay un detalle curioso sobre la economía estadounidense actual: la sede más grande de actividad emprendedora urbana — medida por el número de compañías pequeñas por persona — ahora es Nueva York, según investigaciones de Kauffman Foundation, un grupo de estudios independientes. Boston está en segundo lugar con respecto a “actividad emprendedora”, seguido por Providence, Rhode Island. Ahora San Francisco se encuentra en cuarto lugar, antes de Miami en Florida y Portland en Oregón. Ahora “Main Street” está compitiendo con Silicon Valley.

La ubicación geográfica no es la única sorpresa. El término “compañía startup” tiende a evocar imágenes de jóvenes con “cara de niño” en camisetas y sudaderas. Pero los resultados de Kauffman sugieren que la edad promedio de los emprendedores y dueños de pequeños negocios es más alta y está aumentando. Las personas que tienen entre 45 y 54 años de edad ahora son propietarios de pequeños negocios, los cuales son los motores de la actividad económica y la creación de empleos.

Estos emprendedores de edad media son el grupo más grande de propietarios de negocios. A continuación sigue el grupo compuesto por personas que tienen entre 20 y 30 años de edad — el séquito del Sr. Zuckerberg — que son dueños de sólo el 16 por ciento de los pequeños negocios, un descenso del 28 por ciento en 1997. La actividad empresarial nueva también ha bajado en ese grupo más joven, conforme se va incrementando entre los de edad media. Además, las cualificaciones educacionales de los emprendedores están subiendo; la mayoría de ellos ahora tienen un título de posgrado. Y los inmigrantes ahora son propietarios del 20 por ciento de los pequeños negocios, una cifra dos veces más alta que en 1997.

¿Qué ha provocado estas tendencias? Los datos sobre la actividad de los pequeños negocios en general — y la actividad emprendedora en particular — son irregulares. Sin embarg
o, Kauffman sugiere que la carga de la deuda estudiantil tal vez esté desincentivando a los jóvenes de convertirse en emprendedores.
El envejecimiento general de la población en EEUU también está afectando las estadísticas.

El tema más intrigante es si el patrón de emprendedores de más edad también refleja el perfil cambiante de los empleos. La digitalización está erradicando miles de empleos corporativos — que alguna vez prometían seguridad — para la clase media, dejando sin trabajo a empleados de edad media. De hecho, la escuela de negocios de Oxford Martin pronostica que la mitad de los empleos estadounidenses serán reemplazados por robots en las próximas dos décadas. Los estadounidenses están viviendo durante más tiempo y sus pensiones se están encogiendo. O sea, una parte de esta actividad emprendedora de edad media ha sido provocada por necesidad tanto como por elección propia, una consecuencia de inseguridad económica tanto como de libertad económica.

Esto puede tener repercusiones en las políticas, especialmente dado el aumento de la desigualdad de ingresos. Una noticia alentadora es que la actividad emprendedora total subió el año pasado, después de declinar durante la Gran Crisis Financiera. Pero sigue por debajo de los niveles de hace un par de décadas. Los responsables políticos estadounidenses podrían ahora hacer mucho para subir el nivel de actividad emprendedora.

En lugar de hablar de bajar impuestos para las grandes corporaciones, los políticos deberían de esforzarse por simplificar el complejo código tributario para los pequeños negocios. Las prestaciones de los servicios de la salud también deberían simplificarse. Los pequeños negocios también requieren una gama más amplia de fuentes de financiación, especialmente porque desde que se implementaron las reformas financieras de 2008, los bancos no están dispuestos a proporcionar financiación a las compañías más pequeñas.

También se requiere un cambio cultural. Sobre todo, los responsables políticos y los votantes estadounidenses necesitan reconocer que los emprendedores con éxito no se visten con camisetas y sudaderas ni se tuestan bajo el sol de California. Es crucial encontrar maneras para apoyar al grupo de emprendedores de mayor edad para contrarrestar la desaparición de los empleos corporativos tradicionales y acabar con la maldición de la clase media. Y esto contribuiría a construir una economía más saludable.

 

How New York stole Silicon Valley’s crown

12/11/2015 | Gillian Tett (Financial Times) – Financial Times English

If you want to break the ice at a corporate seasonal party in America these days, try popping this revealing question: which part of the US has the highest proportion of entrepreneurship?

“Silicon Valley” would be a predictable, and understandable, answer. After all, in recent years, the San Francisco region has been an epicentre of US innovation. Mark Zuckerberg, the founder of Facebook, seems to epitomise the entrepreneurial dream; particularly since his recent announcement that he plans to donate most of his largesse to social causes.

But here is a curious little detail of America’s economy today: the biggest hotbed of urban entrepreneurship, as measured by the number of small companies per head, is now New York, not the West Coast, according to research by the Kauffman Foundation, a think-tank. Boston sits in second place in terms of “entrepreneurship”, followed by Providence, Rhode Island. Meanwhile, San Francisco is fourth, just ahead of Miami in Florida and Portland in Oregon. Main Street is giving the Valley more than a run for its money.

Geography is not the only surprise. The word “start-up” tends to conjure up images of baby-faced, hoody-wearing youngsters such as Mr Zuckerberg. But the Kauffman data suggest that the average age of entrepreneurs and small business owners is far higher — and rising. People aged 45-54 now own 32 per cent of small businesses, the engines of economic activity and job creation.

These middle-aged entrepreneurs are the biggest single cohort among business owners. Those following on behind, the 20-34 year olds — Mr Zuckerberg’s cohort — own just 16 per cent of small businesses, down from 28 per cent when the series started in 1997. Start-up activity among the younger cohort is also falling, as it increases among the middle aged. Meanwhile, the educational qualifications of entrepreneurs is rising: a majority now hold a graduate degree. And immigrants now own 20 per cent of all small businesses, twice the level in 1997.

What accounts for these trends? Data on small business activity in general — and entrepreneurship in particular — are notoriously patchy. However, Kauffman suggests that the heavy burden of student debt may be deterring young people from becoming entrepreneurs. The broader ageing of the American population is also affecting the statistics.

The more intriguing issue is whether the pattern of older entrepreneurs also reflects the changing profile of work. Digitisation is wiping out swaths of once-secure middle-class corporate jobs, tossing out middle-aged employees; indeed, the Oxford Martin school of business forecasts that half of all US jobs will be replaced by robots in the next two decades. Americans are living longer and their pension provision is shrinking. Some of this middle-aged entrepreneurial activity, in other words, is probably sparked by necessity as much as by active choice — a consequence of economic insecurity as well as economic freedom.

That, in turn, may have bigger policy implications, particularly given the rising level of income inequality. One encouraging piece of news in the data is that overall entrepreneurship rose last year, after declining during the Great Financial Crisis. But it remains below the levels seen a couple of decades ago. There is a great deal that American policymakers could do now, however, to raise those entrepreneurship levels.

Instead of just talking about lowering taxes for big corporations (which is where the debate is focused in Washington), there should be more effort made to streamline America’s nightmarishly complex small business tax code. Healthcare provision should also be simplified. Small business also requires a wider range of financing channels, particularly since one very unfortunate consequence of the post-2008 financial reforms is that banks are now very unwilling to provide funding for smaller companies.

There also needs to be a cultural change. Most notably American policymakers (and voters) need to recognise that not all successful entrepreneurs today wear hoodies, or get to soak up the California sun. On the contrary, most do not. And finding ways to champion and support that older cohort of entrepreneurs will be a crucial step for dealing with the disappearance of traditional corporate jobs; or the curse of the shattered middle class. And that would make for a healthier economy and jollier seasonal festivities.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times».
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