El emprendedor – La perturbación y las pérdidas pueden fomentar el crecimiento20/11/2013 | Luke Johnson – Financial Times Español
Experimentar la adversidad es casi un prerrequisito para los que están destinados a estar en la cima. Como dijo Henry David Thoreau: “No puedes crear tu carácter soñando; tienes que martillar y forjar uno para ti mismo.” Si todo te viene fácilmente, si tu vida es demasiado cómoda, no es probable que te pongas a prueba ni sepas cómo aguantar los golpes duros. Nada crea tanta adversidad como la Guerra. Es casi siempre una trágica pérdida de vidas y recursos. Pero desde toda la dislocación de los conflictos armados, unas cuantas empresas han emergido. Por ejemplo, toda la industria de televisión por cable nació del cable coaxial sobrante del ejército utilizado para conectar las radios militares a las antenas. Comenzó por accidente en 1948 en las montañas de Pennsylvania gracias a John y Mary Walston. Los residentes de la ciudad de Mahanoy no podían recibir la señal de la televisión por culpa de las montañas a su alrededor. John Walston erigió una antena local para captar las emisiones de televisión, y conectó a unos cuantos de sus clientes que le habían comprado sus televisores utilizando el barato cable coaxial. La industria de televisión por cable en los EE. UU. ahora es probablemente el segmento de entretenimiento más rentable del mundo. De manera similar, la empresa de comercio al por menor más grande del Reino Unido fue fundada a base de los uniformes del ejército y los productos alimenticios sobrantes. Jacob Kohen, al que se le conoce por Jack Cohen, trabajaba con su padre, un costurero, haciendo uniformes en el (barrio) East End de Londres durante la Segunda Guerra Mundial antes de alistarse con el cuerpo real de aviadores en 1917. Más adelante, gastó las 30 libras de su indemnización por desmovilización en algunos productos alimenticios sobrantes y los vendió tirados de precio en el mercadillo de la calle Hackney – donde le pusieron su apodo Jack el Rebajador (the Slasher). A lo largo del tiempo su empresa llegó a ser Tesco que, hoy en día tiene unos 70 mil millones de libras en beneficios. Y Joseph Cyril Bamford creó su imperio de vehículos pesados gracias a su experiencia en la guerra y al equipamiento. Él aprendió cómo soldar durante la Segunda Guerra Mundial mientras ayudaba a construir aviones. En 1945, alquiló un trastero en Uttoxeter y fabricaba remolques especiales para granjeros al utilizar piezas de equipos militares sobrantes. Una familia y estar sin dinero “solía hacer que la mente se concentrara” decía años más tarde. La empresa hoy en día es el líder mundial JCB, el fabricante de equipos para la construcción más grande de Europa, que obtuvo unos beneficios de 2,7 mil millones el año pasado. En las cenizas de un conflicto esperan las ideas innovadoras. Soichiro Honda encontró un pequeño motor generador, usado para una radio inalámbrica del ejército en 1946. Pensó que podía usarlo como motor de una motocicleta. Así, se creó la compañía Honda Motor. Casi de manera igual, Ferruccio Lamborghini era un mecánico de las fuerzas aéreas italianas en la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, fabricaba tractores utilizando equipos militares y puso los cimentos del famoso fabricante de coches. A veces los retos que dan resultados impresionantes no radican en toda la sociedad sino más bien a nivel personal. Por ejemplo, la asombrosa correlación entre los que logran estar en lo más alto y los que han perdido uno de sus padres a una edad temprana o los que fueron adoptados. Un psicólogo medico llamado Martín Eisenstadt investigaba las historias de los padres de la gente eminente durante los años 70 y se dio cuenta que muchos habían perdido un padre o que muchos fueron huérfanos. Entre algunos de los emprendedores bien conocidos que fueron adoptados o huérfanos se encuentran Larry Ellison de Oracle, Jeff Bezos de Amazon, el recién fallecido Arnold Weinstock de GEC, Coco Chanel y Roman Abramovich, el dueño de Chelsea Football Club. Hay muchos otros que no han tenido tantísimo éxito pero sí han llegado a la cima. Además, existe una proporción extraordinaria de políticos, científicos y artistas que perdieron a su padre o madre cuando eran jóvenes. Eisenstadt postuló que la pérdida tan temprana y la incertidumbre podrían actuar con un estímulo para un niño – funcionando como un trampolín para la inmensa energía compensatoria”. Al contrario, si nunca has sufrido un gran fracaso o contratiempo, cuando se presentan de manera inesperada, el impacto puede ser devastador. Pero está claro que una catástrofe normalmente no es muy buena para la carrera profesional de alguien. Aprender de joven cómo superar las dificultades serias y desarrollar unos ingeniosos métodos para enfrentarse a los problemas son atributos muy valiosos para cualquier emprendedor. Al fin y al cabo, crear un negocio es todo un viaje de descubrimiento y adaptación. Una personalidad resistente que puede afrontar a la incertidumbre también estaría bien preparada para dar el gran salto hacia lo semidesconocido. |
The Entrepreneur – Disruption and loss can foster new growth11/20/2013 | Luke Johnson – Financial Times English
Experiencing adversity is almost a necessary precondition for those destined for the top. As Henry David Thoreau said: “You cannot dream yourself into a character; you must hammer and forge yourself one.” If it all comes too easy, if your life is too comfortable, then you are unlikely to stretch yourself, or know how to handle hard knocks. Nothing creates adversity like war. It is almost always a tragic waste of lives and resources. But from all the terrible dislocation of armed conflict a number of businesses have emerged. Fo Similarly, Britain’s largest retailer was founded on army uniforms and surplus foodstuffs. Jacob Kohen, who would become known as Jack Cohen, worked with his tailor father in London’s East End during the Second World War making uniforms, before joining the Royal Flying Corp in 1917. Later he spent his £30 demobilisation gratuity on surplus armed forces foodstuffs, and sold it on a Hackney street market at rock bottom prices – acquiring his nickname Jack the Slasher. In due course his business became Tesco, which today has revenues of £70bn. And Joseph Cyril Bamford created his empire in earth-moving vehicles thanks to war experience and equipment. He learnt how to weld during the Second World War while helping to make aircraft. In 1945 he rented a lock-up garage in Uttoxeter, and made tipping trailers using surplus military equipment for farmers. A family and no money “tended to concentrate the mind” he said later. The business became the world-beating JCB, Europe’s largest construction equipment manufacturer, with revenues of £2.7bn last year. In the ashes of conflict, innovative ideas lurk. Soichiro Honda in 1946 found a small generator engine built for an army wireless radio. He thought it could be used to power a motorbike. And so Honda Motor Co was created. Similarly, Ferruccio Lamborghini was a Second World War mechanic in the Italian air force. After the war he made tractors from unwanted military equipment and laid the foundations for the famous sports car maker. Sometimes the challenges that produce impressive results are not across society as a whole, but personal. For example, there is a remarkable correlation between high achievers and those who lost a parent at an early age or were adopted. A clinical psychologist called Martin Eisenstadt studied the parental histories of eminent people in the 1970s and noticed how many had suffered parental loss, or were orphans. Well known entrepreneurs who were adoptees or orphans include Larry Ellison of Oracle, Jeff Bezos of Amazon, the late Arnold Weinstock of GEC, Coco Chanel and Roman Abramovich, owner of Chelsea Football Club. There are plenty of others who are not quite so spectacularly successful, but nevertheless high performers. Meanwhile an extraordinary proportion of famous politicians, scientists and artists lost their father or mother when young. Eisenstadt suggested that early loss and uncertainty for a child could act as a stimulus – working as “a springboard of immense compensatory energy”. By contrast, if you have never suffered big shocks or setbacks, then when they do strike, the impact can be devastating. Of course catastrophe is not generally good for one’s career. But learning early on to overcome serious difficulties, and developing ingenious coping methods, are valuable attributes for any entrepreneur. After all, building a business is a journey of discovery and adaptation. A resilient personality that can deal with uncertainty would seem well equipped to make that leap into the semi-unknown. |
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