Ha pasado más de medio siglo desde la aparición del primer robot industrial. Creado por George Devol, el robot se instaló en la cadena de montaje de General Motors. Su función era la de transportar piezas fundidas en molde para posteriormente soldarlas en el chasis. Este proceso, que a día de hoy es un componente indispensable en las cadenas de montaje, supuso una revolución que cambió por completo los procesos productivos y, por consiguiente, la mano de obra demandada.
Recientemente, El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se reunieron para abordar cómo educar a la población en torno a la automatización. Sin intención de querer cambiar el modelo educativo, se hizo alusión al impacto sobre el empleo y a la calidad de vida. Según estas instituciones, los trabajadores van a desarrollar un esfuerzo mental por encima del físico, al ser sustituidos los trabajos manuales por la robótica.
Este nuevo panorama genera un fuerte debate sin consenso ¿Destruirá más empleos de los que será capaz de crear? Por un lado, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en su último informe, asegura que “la automatización conduce a más trabajo, nunca lo reduce”. Sin embargo, el Banco Mundial afirma que “la proporción de empleos amenazados por la automatización alcanza el 69% en India, el 77% en China y nada menos que el 85% en Etiopía”. La población de estos tres países equivale a casi al 40% de la población mundial.
El “desempleo tecnológico” puede ser una realidad que no tarde en llegar. La bautizada como Cuarta Revolución Industrial empujará a una nueva definición de puestos de trabajo. Por un lado, crecerá la demanda de profesionales especializados en analítica web, big data, ingeniería mecánica y, por otro lado, se perderán trabajos vinculados con labores de oficina o cadenas de montaje, pero también en otros campos. Por ejemplo, una de las últimas tendencias en finanzas son los asesores robóticos. Estos robots son capaces de analizar grandes volúmenes de datos y hacer predicciones para invertir. Es decir, eliminan la figura del analista financiero.
Estos procesos de cambio, que trae consigo el desarrollo de la robótica, van a una velocidad nunca vista antes. Entre 1993 y 2007, se multiplicaron por cuatro los robots industriales y se prevé que en 2025 podrían alcanzar los 6 millones de unidades. Los países con mayor densidad de robots son Corea del Sur, Singapur y Alemania, en este orden. Dentro del contexto europeo, España introdujo en 2017 más de 5.100 robots, lo que la sitúa por encima de los 4.500 de Francia, pero muy lejos aún de los 25.000 de Alemania.
¿Y si me despiden por la automatización?
Otro interrogante, que alarma a la sociedad, es el tipo de despido que puede ocasionar. Las empresas están automatizando muchos procesos productivos para no quedarse atrás respecto a sus competidores. Estos cambios se pueden solventar formando al personal que ya forma parte de la plantilla o bien contratando a trabajadores cualificados para los nuevos puestos. Esta última opción puede conllevar la extinción de la relación laboral de los antiguos trabajadores con la empresa.
El empresario, en tal caso, puede despedir por cuestiones técnicas, pero, como ocurre en la mayoría de las situaciones, antes de despedir (en el caso de que el empresario quiera hacerlo mediante despido procedente) está obligado a impartir formación al trabajador afectado (con derecho a seguir cobrando el sueldo). Si finalmente el trabajador, en un tiempo máximo de dos meses, no consigue adaptarse a los cambios, podrá ser despedido de forma objetiva y procedente.
La automatización y la robótica, en los procesos productivos, pueden sustituir a la mano de obra humana. Hay que avanzar con la tecnología y no competir contra ella. Un robot puede trabajar las 24 horas al día durante todo el año, sin necesidad de vacaciones o derechos laborales. Estas circunstancias abaratan el coste de producción, pero ¿Quién consumirá si no hay población con trabajo? No se debe tener una visión apocalíptica como muestran algunas producciones cinematográficas, donde los robots controlan el mundo, pero hay que ser consciente de los cambios que vienen para poder afrontarlos.
No obstante, la responsabilidad no solo recae en la población, que debe reciclar sus conocimientos o enfocarlos de otra manera, sino también en las instituciones públicas y privadas para no devastar a la mano de obra humana, la cual es la principal fuente de consumo y vida de la economía. No augura un buen futuro un país con una industria muy robotizada y un desempleo alto.
Por lo tanto, que la fuerza robótica no supere a la humana.
Autor: Daniel Moreno (9 marzo 2018)