Gerard Debreu – Premio Nobel de Economía de 1983

Gerard Debreu

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La vida del premio Nobel de economía de 1983, Gerard Debreu, está presidida por el dramatismo y la tragedia. Siendo muy niño una de sus hermanas murió al incendiarse su cama, su padre se suicidó y su madre falleció un año después. Su infancia transcurrió en un orfanato y más tarde, su otra hermana, también escogió el camino del suicidio. Con setenta años se separó de su familia y en sus últimos años, cuando llegó a los ochenta, terminó por no reconocer a la gente, afectado por el terrible Alzheimer. No es extraño por lo tanto que Debreu tuviese un carácter reservado y que su introspección le hiciese refugiarse en trabajos de abstracciones matemáticas altamente sofisticadas.

Sí disfrutó de dos grandes satisfacciones, obtener el Nobel de Economía en 1983, a los 62 años, y recibir la Legión de Honor Francesa en 1976, porque, aunque accedió a la ciudadanía norteamericana, nunca renunció a la nacionalidad de su origen francés.

Su obra se resume en la edición de dos únicos libros: “Teoría del valor” y “Economía matemática”, que recoge los veinte artículos que publicó en toda su vida; todos ellos de muy difícil lectura, ya que se apoyaba decisivamente en un lenguaje matemático avanzado. Su profunda formación en Ciencias Exactas la había realizado con intensidad en su Francia natal, antes de descubrir, ya en los Estados Unidos, sus aplicaciones a la ciencia económica.

El lenguaje matemático y la mano invisible 

Decía Debreu que la matemática es una forma de expresarse mucho más concisa y con mucha mayor precisión que por medio de las palabras. De hecho, el artículo publicado el 27 de septiembre de 1905 por un Albert Einstein de veintiséis años, que algunos identifican con el inicio de una nueva era, tiene apenas dos páginas, nueve ecuaciones y se resume en una fórmula de solo cinco signos:  E=mc2

Adam Smith, padre de la moderna ciencia económica, se admira a finales del siglo XVIII del orden que preside la actividad humana y lo atribuye a una “mano invisible”, que consigue organizar la producción y el consumo de tal forma que las sociedades progresen sin incurrir en el caos y dando lugar a la riqueza de las naciones. Es asombrosa la transmisión de impulsos que se producen en una sociedad para conseguir que el sistema económico se mantenga en un equilibrio dinámico. Porque en la economía todo depende de todo y las interrelaciones son constantes y cambiantes a cada momento. Hoy hablaríamos del efecto mariposa, pudiendo reseñar multitud de ejemplos que hacen al caso.

En tiempos de Debreu se podía hablar de la incidencia que tenía el descubrimiento de un gran yacimiento petrolífero en Texas sobre la tasa de desempleo de los mineros polacos, debido a la consecuente bajada del precio del carbón. Hoy el impacto de internet y de la telefonía móvil es mucho más general y afecta a muchos más campos que los relacionados de forma evidente con las áreas de la comunicación y de la distribución de la información. 

La teoría del equilibrio general

La razón por la que se concedió el premio Nobel a Gérard Debreu fue “por su rigurosa reformulación del equilibrio general”, dando lugar al que se conoce como modelo Arrow-Debreu y que gracias al cual, decía Samuelson, hemos dejado de contar ecuaciones e incógnitas.

Su aproximación para la resolución del problema del mencionado equilibrio general, parte del concepto de los óptimos de Pareto y utiliza el teorema del punto fijo de Kakutani y la teoría de los conjuntos convexos. Después de leer las anteriores líneas se comprende que Debreu sea el economista preferido por los matemáticos y que, los que no dominamos esta disciplina, tengamos que confiar en el veredicto de los expertos. No nos queda más remedio que hacer un acto de fe sobre la existencia del equivalente a la mano invisible y confiar en que el sistema recuperará rápidamente el equilibrio después de los continuos cambios que producen, desde la investigación espacial hasta los aleteos de las mariposas.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blogJosé Carlos Gómez Borrero

José Carlos Gómez Borrero

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