¿Cuál es el perfil del defraudador?

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El perfil mayoritario de defraudador empresarial corresponde a un hombre de entre 36 y 55 años con gran poder en la organización y socialmente apreciado, según concluye el informe Global Profiles of the Fraudster, realizado por KPMG Forensic.

En concreto, el 69% de los estafadores empresariales tiene edades comprendidas entre los 36 y los 55 años; el 65% corresponde a empleados contratados por la empresa y en el 35% de los casos son ejecutivos o consejeros que llevan en la empresa, al menos, seis años (38%). El 44% de los investigados en el informe disponía de gran poder en su empresa y tenía capacidad para anular los controles. Además, el 38% de los estafadores se describe a sí mismo como una persona muy respetada en su organización.

El 60% tiene como motivación predominante para cometer el fraude el lucro personal, mientras que en un 27% de los delitos la causa estuvo motivada por entender que la posibilidad de hacerlo resultaba sencilla.

De acuerdo con el estudio, el fraude empresarial se comete con más frecuencia en grupo (62%) que de manera individual (38%) y, aunque en la mayoría de los casos participan ambos sexos (46%), los hombres (39%) tienden a defraudar más que las mujeres (7%).

El informe determina que en el 61% de los casos en los que el fraude se comete en grupo intervienen individuos externos. El 44% de los defraudadores fue descubierto por un chivatazo o una queja y el 22% lo fue como resultado de investigaciones de la dirección.

AUMENTA EL FRAUDE EMPRESARIAL

Según el estudio, el fraude dentro de las organizaciones parece estar aumentando de forma alarmante y en el 61% de los casos se debe a la debilidad de los controles internos. El número de defraudadores que pudieron cometer delitos aprovechándose de la misma aumentó en 2015 hasta el 27%, frente al 18% que se observaba en el informe de 2013.

El 16% de los defraudadores es capaz de eludir o anular los controles, aunque el 20% cometió el fraude de forma irreflexiva, es decir, sin tenerlos en cuenta.

«La globalización de las actividades y la mayor regulación son solo algunos de los factores por los que los controles son hoy más importantes que nunca en el mundo empresarial», ha apuntado a este respecto el socio responsable de KPMG Forensic, Fernando Cuñado.

El informe determina que las empresas no aprovechan lo suficiente la tecnología para combatir el fraude. De hecho, la tecnología es un elemento utilizado en una cuarta parte (24%) de los casos de fraude y, sin embargo, las compañías aún no la aprovechan suficientemente para evitar los fraudes, de forma que solamente un 3% de los casos se ha detectado a partir de análisis proactivos.

«La tecnología es un arma de doble filo para las actividades fraudulentas y es cada vez más peligrosa. Al tiempo que avanza, también lo hacen las habilidades para usarla con fines ilegales», ha apuntado Cuñado.

En su opinión, «los sistemas de monitorización de amenazas y Data & Analytics (D&A) son indispensables para las organizaciones en la búsqueda de comportamientos anómalos o sospechosos».

Los ciberdelincuentes utilizan la tecnología de diversas maneras para cometer sus delitos. En el 24% de los casos en los que se utilizó se elaboró información falsa o engañosa en registros contables. Por otra parte, en el 20% de los delitos los defraudadores facilitaron información falsa o engañosa por correo electrónico o a través de otra plataforma de envío de mensajes, mientras que en el 13% violaron los rangos de acceso permitido a sistemas informáticos.

Fuente: Europa Press (28 noviembre 2016)

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