Teorías y juegos de la economía conductual

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La incorporación de los psicólogos al campo de la economía ha introducido toda una serie de matices a la teoría económica tradicional, enriqueciéndola con elementos que humanizan el rígido concepto del homo economicus, cuya principal motivación consiste en alcanzar su máximo bienestar material. Este grupo de psicólogos ha merecido la atención de la Fundación Nobel, que ha premiado con su prestigioso galardón a varios de ellos entre 1978 y 2017. Concretamente, a Herbert Simon, Daniel Kahneman, Vernon Smith y Richard Thaler.

¿Qué defiende la economía conductual frente a la economía racional? 

El materialismo económico ignora la existencia de sentimientos, de intuiciones o de ineficacias, perdonadas por consideraciones de lealtad o por criterios de amistad, argumenta Herbert Simon (Nobel 1978) . Las envidias, las rivalidades personales conllevan despidos o condenas al ostrascismo, lo que supone la pérdida o desaprovechamiento de talento en las empresas. 

Los psicólogos conductuales y Daniel Kahneman, como quizás el más significativo de ellos, pretenden explicar por qué los individuos actúan con frecuencia de forma tan ineficiente y en ese proceso se encontraron con que los principios básicos de la Economía debían ser revisados a la luz de sus descubrimientos, pues los hombres, decía, actúan como quieren ellos y no como los economistas habían decidido que debían hacerlo.

Su teoría afirma, por ejemplo, que el individuo normal es un estadístico intuitivo bastante mediocre, que calcula francamente mal las probabilidades de acertar con sus juicios y predicciones. De los diferentes sesgos de la mente humana Kahneman señalaba el sesgo de confirmación, que hacía más caso a las opiniones que coincidían con las suyas; el de la sobrevaloración del presente inmediato sobre las alternativas futuras; el de dotación, según el cual valoras más tus cosas por el simple hecho de poseerlas; el de similitud, comparando un plátano con una manzana por venderse ambas en una frutería, aunque no se parezcan en nada; el de aversión a las pérdidas; o el del efecto certeza, aceptando recompensas menores por el hecho de ser seguras –preferir 4.000 € en cualquier caso a 5.000€ con una probabilidad del 95%- o el efecto halo, que adjudica  a un individuo calificaciones mayores en distintas cualidades, extrapolando gratuitamente a otros epígrafes una valoración de excelente por el simple hecho de haber destacado en uno o en un par de ellos.

El interesado debería comprobar las numerosas trampas que plantea la mente para confundir al que intuitiva y rápidamente pretende responder a cuestiones inciertas. ¿Por qué mantienes en tu cartera de valores unos títulos que a los precios actuales no se te ocurriría comprar? ¿Por qué dejas una propina en un sitio al que no piensas volver en tu vida? ¿Por qué juegas a la lotería con un 98% de probabilidades de perder 50€ y solo un 2% de ganar 1.000? ¿Por qué durante la segunda guerra mundial unos judíos se dejaron llevar mansamente al matadero, mientras otros se apresuraron a apartarse de lo que resultaba evidente?

Daniel Kahneman después de la Teoría de la Perspectiva está trabajando en la fascinante Teoría de la Simulación o de la Deconstrucción de la Realidad, investigando también sobre las razones para alcanzar “la felicidad”, que no es lo mismo que el beneficio o la riqueza. Como ejemplo de sus actuales planteamientos, nos invita a imaginar lo que hubiera sido del mundo si se hubiera materializado el otro 50% posible y Hitler hubiese nacido niña en lugar de haber sido varón.

Vernon Smith recibió el Nobel de Economía junto Daniel Kahneman en 2002 y se le considera el padre de la economía experimental. Sus experimentos, por ejemplo, plantean a grupos escogidos al azar problemas relacionados con su comunidad y resulta sorprendente la variedad de soluciones propuestas por quienes deberían responder racionalmente de idéntica manera.

Un experimento clásico pretendía descubrir los verdaderos criterios seguidos por algunos departamentos de selección de personal. Smith y sus colaboradores enviaban diferentes curriculum a los demandantes de empleo en los que los contenidos eran prácticamente idénticos, salvo que la fotografía correspondía a una mujer en lugar de un hombre, o el candidato era de raza negra y no blanca, o se modificaba alguna característica relevante. En base a las respuestas recibidas se deducían determinadas discriminaciones de sexo, raza, o se descubrían ciertos sesgos favorables a los candidatos que parecían no más aptos sino menos conflictivos.

No todos los economistas comulgaron inicialmente con “los juegos” de esta economía experimental, pero, la contundencia de los resultados obtenidos han ido decantando el interés y la utilidad de esta nueva forma de acercarse a los problemas económicos.

El camino abierto por la economía experimental se ha adentrado en los terrenos donde las asignaciones no responden a criterios mercantiles, introduciéndose en temas tan variados como la admisión en plazas académicas, la adjudicación de puestos hospitalarios a los nuevos licenciados en medicina, o los criterios para la asignación preferente en los trasplantes de órganos.

Richard Thaler  (Nobel en 2017) incide en las inconsistencias que se detectan en el comportamiento humano. Para solucionar estas incompetencias, el gobierno puede ser autoritario y prohibir u obligar, o suministrar ayuda, apoyos, información e incentivos. He aquí algunos ejemplos de los que propone Thaler. Con su programa “Ahorre más mañana” lo que se busca es la constitución de un ahorro finalista que no tenga que ser revisado con el paso del tiempo. Aportar 200€ mensuales para su jubilación, puede resultar excesivo para un profesional que esté iniciando su carrera, pero destinar un 5 o un 6% de su nómina puede resultar asequible hoy, al mismo tiempo que se actualizarán de forma automática las cuotas de su plan de pensiones. La diferencia estriba en que mientras en un caso el plan de ahorro puede que no se realizase, en el segundo caso se aseguraría su constitución y con unas aportaciones crecientes cada año.

En cuanto a la donación de órganos, todo el mundo acepta la idea y aplaude la iniciativa, pero por culpa de la inercia, el papeleo y las exigencias formales, son pocos los que documentan su autorización para el trasplante. Concretamente en España, país líder en este sentido con 35 donantes por cada millón de habitantes, son apenas 1.500 las personas que han suscrito el mencionado documento. Thaler propone que para expedir o renovar el carnet de conducir, se establezca una casilla que habría que rellenar de forma obligatoria, en la que el conductor especifique libremente si desea donar sus órganos o no. No se trata de coaccionar a nadie ni en uno ni en otro sentido, pero si no rellena esa casilla no se le tramitará su permiso de conducción. Como elemento de comparación diremos que solo en accidentes de circulación mueren en España cada año del orden de 1.200 personas.

En lugar de prohibir o multar Thaler propone conseguir el mismo objetivo, pero con la colaboración de los propios interesados. Quizás su sugerencia más mencionada es la que llevó a cabo en los lavabos de caballeros del aeropuerto de Schiphol en Amsterdam. Colocó la pegatina de una mosca en el interior de cada urinario y comprobó que el porcentaje de salpicaduras llegó a reducirse en un 80%. Estos adhesivos se han empleado desde entonces en otros mingitorios con resultados igualmente concluyentes.

Apuntar bien puede ser divertido, pero no lo es tanto el combatir los peligros de las drogas, el alcohol, el tabaco, la comida basura, el sexo sin precauciones, o el uso de los tacones de aguja, por eso es conveniente explicar bien las consecuencias de cada caso, proporcionando información relevante y fidedigna antes de su consumo y publicando después estadísticas fiables sobre los efectos que producen estas causas. En algunos casos la solución y las razones de estos comportamientos son más fáciles de diagnosticar que en otros; por ejemplo, los zapatos de tacones altos se han sustituido con ventaja por la moda de las grandes plataformas y en cuanto a la razón de los mismos parece que la elevación del calzado femenino la inventó una mujer a la que le besaron en la frente.

Los juegos del ultimátum y del dictador

Estos psicólogos economistas han ideado los dos juegos:  El del ultimatum  y el del Dictador.

En el juego del ultimatum se forman tantos grupos de dos personas como sea posible y a uno de los componentes de cada pareja se le da, por ejemplo, cincuenta euros y se le dice que debe compartirlos con su compañero. Lo mínimo que puede ofrecerle son 50 céntimos y de ahí para arriba. El receptor puede aceptar la oferta o rechazarla. En el primer caso cada uno se lleva lo acordado, pero si el receptor la rechaza los dos se quedan sin nada. Naturalmente, como indica el propio nombre del juego, no cabe la negociación y la propuesta es un ultimátum.

Podría esperarse que el “hombre egoísta” exprimiría al máximo su poder de extorsión, mientras que el “receptor racional” siempre preferiría quedarse con algo por pequeño que fuera, porque como diría un castizo menos da una piedra. Sin embargo, los resultados de este experimento contradicen estas predicciones y la mayoría de los ofrecimientos está entre 20 y 25 unidades. Por su parte, la idea de justicia hace que hasta los más rácanos no ofrezcan prácticamente nunca menos de 10 unidades.

El segundo es el juego del Dictador, dondela diferencia estriba en que no cabe el rechazo por parte del que recibe la oferta, es decir, el dictador puede ser además un tirano que puede quedarse con la totalidad del regalo sin miedo a recibir ninguna represalia. El experimento se ha realizado numerosas veces y entre personas de diferentes estratos sociales y diferentes culturas y los resultados siempre han sido muy parecidos. En el experimento de Thaler, de 166 personas, 122 “dictadores” decidieron entregar la mitad del montante a su pareja y aunque la minoría restante -un 26,5%- trató de aprovecharse de su posición, los abusos tampoco fueron escandalosos.

Ambos experimentos demuestran las preferencias sociales que intervienen en el comportamiento de los individuos, entienden que la justicia es un elemento básico de la convivencia y el egoísmo tiene un límite, aunque no perjudique a nadie y o sea en defensa de los intereses propios. Por ello se aconseja la introducción de importantes matices en los supuestos en los que se basa la economía neoclásica.

A la vista de lo que hemos expuesto, parece que debemos dar la bienvenida a este grupo de psicólogos, que aparte de humanizar la economía están permitiendo que nos reconciliemos con el talante generoso y solidario de nuestra especie.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blog.

José Carlos Gómez Borrero

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