Trabajadores de la economía independiente, ¡a unirse!

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Trabajadores de la economía independiente, ¡a unirse!

13/03/2015 | Emma Jacobs – Financial Times Español

Sara Horowitz está muy solicitada. La fundadora del Freelancers Union (sindicato de trabajadores independientes), el cual cuenta con 250.000 contratistas independientes, está sorprendida por la atención recibida por parte de los políticos y grupos de expertos. «En los últimos nueve meses todas las fundaciones han estado conversando acerca del “futuro del trabajo” «, comenta ella.

La causa ha sido el crecimiento de la «economía de trabajadores independientes», dice ella. Empresas como TaskRabbit o Fiverr, que encuentran trabajadores independientes para tareas como mudanzas caseras o producción de vídeos, han dado pie a esta conversación. «Muchos sienten una legítima ansiedad cuando ven la carrera a la baja (en términos de salarios y condiciones) en estos sitios para trabajadores independientes.»

La Sra. Horowitz, de 52 años de edad, creció en Brooklyn, en donde todavía reside, en un hogar en el que durante la cena se discutían los derechos de los trabajadores. Su abuelo era vicepresidente del International Ladies’ Garment Workers’ Union, y su padre un abogado del sindicato. Educada en escuelas religiosas, ella “aprendió que tenía que tener el valor de sus convicciones y ser una libre pensadora”. Entrenada en el sindicalismo y la ley laboral, ha trabajado en el movimiento sindical desde que tenía 18 años. Dice ella que “Era una sindicalista tradicional”. Más tarde, como abogada, se convirtió en una contratista independiente y esto la llevó a realmente darse cuenta de la precariedad del trabajo, así como de las oportunidades que representa el trabajar independientemente. También la convenció acerca de la necesidad de crear una nueva forma de sindicalismo, uno sin la relación tradicional a industrias específicas.

Según un informe publicado el año pasado, mandado por el sindicato y Elance-oDesk, un sitio web para los trabajadores independientes, hay 53 millones de trabajadores independientes en EEUU. Esto representa el 40 por ciento de la fuerza laboral del país. También incluye 14,3 millones de pluriempleados (personas empleadas que realizan trabajo independiente en su tiempo libre). Alrededor de una décima parte de esta población independiente es personal temporal, quienes trabajan para un empleador bajo contrato. Las comparaciones históricas son difíciles debido a que la recopilación de datos sobre los trabajadores independientes ha sido esporádica. Sin embargo, el informe indica que los de la “Generación X e Y” – nacidos entre la década de 1980 y el fin del siglo – están más dispuestos a ser trabajadores independientes que los integrantes de generaciones de mayor edad: el 38 por ciento de los de la “Generación X e Y” en comparación con el 32 por ciento de los mayores de 35 años.

A pesar de su historial en la política laboral, la Sra. Horowitz no está triste por el fin de la era del “gran empleo”, como llama ella al empleo semanal de 40 horas
en una empresa.
Ella dice que los trabajadores independientes tienen capacidades. “Ellos nos enseñan la necesidad de mantener una historia laboral, (ellos) saben que tienen que estar conectados con otros”. Además, su gasto está más ligado a sus ingresos que el de los empleados fijos. “No son unos cerdos consumistas”.

Los hombres pueden encontrar complicado ajustarse al estilo de vida del trabajador independiente. «Cuando se han pasado 30 años en un trabajo a tiempo completo es muy difícil adaptarse», dice la Sra. Horowitz. La autonomía, sin embargo, puede ser liberadora. «Es una vida más multifacética».

El trabajo independiente representa la «nueva realidad», declara ella. «Está aquí para quedarse». Los retos son el ajustarse al trabajo episódico y el organizar la fuerza laboral.

En 1995, la Sra. Horowitz creó Working Today, una organización sin ánimo de lucro financiada por la Ford Foundation y la Robert Wood Johnson Foundation. Su propósito es ayudar a moldear las leyes laborales y llevar a cabo cambios en el mercado laboral. Esta organización se convirtió en el Freelancers Union en 2003.

¿Cómo puede un limpiador independiente encontrar un interés común con un diseñador de sitios web? «Se trata de darse cuenta de que todos nos estamos enfrentando a esta nueva economía y debemos encontrar una forma de trabajar juntos. (Ellos) tienen mucho más en común que con su tradicional compañero de cubículo”.

Uno de los mayores problemas para los trabajadores independientes es el pago: los contratistas independientes compiten entre sí o incluso ofrecen trabajar gratuitamente a cambio de beneficios intangibles tales como un «perfil».

«En realidad se trata de crear un entorno en el cual todo trabajo es valorado”, dice la Sra. Horowitz. “Los trabajadores independientes exitosos conocen su valor y permanecen fieles a él». Esto puede ser difícil, por supuesto, si usted es un neoyorquino compitiendo contra un desarrollador de software en Bangalore.

El Freelancers Union tiene limitaciones cuando se trata de ayudar en asuntos relacionados con los ingresos de sus miembros. No es un sindicato en el sentido tradicional. Los miembros no pagan cuotas y el Freelancers Union no negocia contratos con los empleadores ni interviene cuando un profesional independiente tiene una queja específica.

El sindicato surgió porque los trabajadores independientes querían tener acceso a un seguro de salud asequible y de primera calidad. La Portable Benefits Network, la cual ayudó a los trabajadores independientes de Nueva York a obtener un seguro con precios de grupo, se convirtió en la Freelancers Insurance C
ompany, la cual ofrece cobertura a 25.000 neoyorquinos.
El modelo se convirtió en la base para la creación de tres cooperativas independientes de asistencia médica sin ánimo de lucro, las cuales recibieron 340 millones de dólares de Obamacare.

Los sindicatos han tardado en adaptarse a esta fuerza de trabajo, dice ella. Este hecho es admitido por Philip Jennings, secretario general del sindicato global UNI, el cual cubre a 20 millones de trabajadores en el campo de los servicios a nivel mundial. «Los sindicatos se están dando cuenta de que la población laboral está cambiando. Pero estamos en el negocio de la supervivencia». La Sra. Horowitz cree que ha habido una regeneración en el movimiento sindical, con el lanzamiento de la National Domestic Workers Alliance en 2007 y la New York Taxi Workers Alliance en 1998.

El Freelancers Union es un modelo de la nueva economía, declara la Sra. Horowitz. Hay un personal permanente de hasta 35 empleados y una red de profesionales independientes y socios que trabajan sobre una base contractual para el sindicato.

La mayor frustración, comenta, es la lentitud en adoptar los cambios en la fuerza laboral para quienes están fuera del mundo de los negocios. «El grupo que más rápido se está adaptando a este modelo es el de las empresas respaldadas por inversores en Silicon Valley, las cuales consideran a los trabajadores independientes como un mercado. El sector social y el gobierno han sido mucho más lentos».

Es engañoso considerar la innovación tecnológica como el resultado de brillantes empresarios. «Si nos fijamos en el caso de India, la razón por la cual sobresale en el campo de la tecnología de información es la inversión en la educación. El surgimiento de Silicon Valley no hubiera sido posible sin la inversión en las universidades. Ya no estamos haciendo estas inversiones. Todo es a corto plazo. El papel del sindicato es poner estos temas sobre la mesa».

La política cambiará, según la Sra. Horowitz. «Ya no se trata de un asunto de izquierda o derecha. Es un asunto de todos.

Workers of the gig economy, unite!

13/03/2015 | Emma Jacobs – Financial Times English

Sara Horowitz is in demand. The founder of the Freelancers Union, which has 250,000 independent contractors on its books, is struck by the attention from politicians and think tanks. “In the last nine months every foundation has been having a ‘future of work’ conversation,” she says.

The trigger has been the growth of the “gig economy”, she says. Companies including TaskRabbit or Fiverr, which find freelancers for tasks such as home removals or producing videos, have crystallised the
conversation.
“It gives people legitimate anxiety when they see the race to the bottom [in terms of pay and conditions] of these micro-gig sites.”

The 52-year-old grew up in Brooklyn, where she still lives, in a home where workers’ rights were discussed over dinner. Her paternal grandfather was vice-president of the International Ladies’ Garment Workers’ Union and her father a union lawyer. Educated at Quaker schools, she “learnt you have to have the courage of your convictions and be a free thinker”. Trained in labour and employment law, she has worked in the labour movement since she was 18. “I was a traditional labour thinker,” she reflects. Then as a lawyer, she became an independent contractor herself and it brought home the precarious nature of the work as well as opportunities that freelancing brings. It also convinced her of the need for a new form of unionism, one unfettered by the traditional link to specific industries.

There are 53m freelancers in the US, according to a report released last year, commissioned by the union and Elance-oDesk, a site for freelancers. This represents 40 per cent of the country’s workforce. It also includes 14.3m moonlighters (people in jobs, freelancing in their spare time). About one-tenth of this freelance population is temporary staff, working for one employer on a contract. Historical comparisons are difficult as the collection of data on freelancers has been sporadic. However, the report does point to millennials, those born in the early 1980s to the turn of the century, as being more likely to freelance than older generations: 38 per cent of millennials compared with 32 per cent of those over 35.

Despite a background in labour politics, Ms Horowitz is not saddened that the era of “big work”, as she dubs the 40-hour-a-week company job, is over. Freelancers are resourceful, she says. “They teach us the need to maintain a portfolio of work, [they] know they have to be connected with others.” Moreover, their spending is more closely tied to their earnings than company workers: “They are not consumer pigs.”

Men can find the adjustment to freelance life hard. “When you’ve spent 30 years in a full-time job it’s very hard to adapt.” The autonomy, however, can be liberating. “It’s a more multi-faceted life.”

Freelancing is the “new reality”, she says. “It’s here to stay.” The challenges are to adjust to episodic work and to organise the workforce.

In 1995 she set up Working Today, a non-profit organisation funded by the Ford Foundation and Robert Wood Johnson Foundation. Its purpose is to help form policy on work and changes in the labour market. This became the Freelancers Union in 2003.

How can a freelance cleaner find common ground with a web designer? “It’s about realising we’re all facing this new economy and way of working together. [They] have a lot more in common than they do with the traditional cubicle dweller.”

One of the biggest problems for freelancers is pay: independent contractors undercut each other or even offer to work for free in exchange for such intangible benefits as “profile”.

“It’s really about creating an environment where all work is valued. Successful freelancers know their value and they stick to it.” This can be hard of course if you are a New Yorker competing against a software developer in Bangalore.

The Freelancers Union has limitations when it comes to helping its members’ earnings. It is not a union in the traditional sense. Members do not pay dues and the Freelancers Union does not negotiate contracts with employers or intervene when a freelancer has a specific grievance.

The union was formed because freelancers wanted access to quality affordable health insurance. The Portable Benefits Network, which helped New York freelancers get group-rate insurance evolved into the Freelancers Insurance Company, which covers 25,000 New Yorkers. The model became the basis for three independent non-profit healthcare co-operatives, which received $340m from Obamacare.

Unions have been slow to adapt to this workforce, she says. The point is conceded by Philip Jennings, general secretary of UNI global union, the trade union for 20m service workers around the world. “Unions are realising the population of work is changing. But we’re in the business of survival.” Ms Horowitz believes there has been some regeneration in the labour movement, with the launch of the National Domestic Workers Alliance in 2007 and the New York Taxi Workers Alliance in 1998.

The Freelancers Union is a model of the new economy, she says. There is a core staff of up to 35 employees and a network of freelancers and partners that work on a contractual basis for the union.

The biggest frustration, she says, is the slowness of those outside the commercial world to take on board the changes in the workforce. “Freelancers know this is the way more and more people will be working — and the fastest group moving into this space are investor-backed companies in Silicon Valley looking at freelancers as a market. The social sector and government have been much slower.”

It is disingenuous to see technological innovation as the result of brilliant entrepreneurs. “If you look at India, the reason it’s so good at IT is investment in education. Silicon Valley wouldn’t have happened with
out the investment in universities.
We’re not making those investments any more. It’s so short term. The role of labour is to put those conversations on the table.”

Politics will change, according to Ms Horowitz. “It’s not left or right any more. It’s all wide open.”

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times».
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