Bertil Ohlin – Premio Nobel de Economía de 1977

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Los principios de la ventaja comparativa en el comercio internacional que expuso David Ricardo en 1817 no se cuestionó hasta siglo y medio después por Bertil Ohlin.

Ricardo proponía que cada país debía especializarse en la producción de aquello en lo que fuese más eficiente, para después intercambiarlo con otros países. Sin embargo,  Ohlin, en compañía de su maestro y amigo Eli Hecksher, defendían la especialización regional y nacional según los factores más abundantes en cada lugar. De tal forma que son los factores de producción y no los productos finales los que establecen los flujos comerciales a nivel internacional. Por ejemplo, Australia y Argentina deberían especializarse en la producción de bienes con utilización intensiva del factor tierra, mientras Gran Bretaña debería hacerlo en bienes intensivos en la utilización de mano de obra, preferentemente especializada.

Esto que parece muy evidente añade una circunstancia que no lo es tanto, consistente en que el proceso comercial actúa transmitiendo informaciones relevantes para establecer los precios y orientar las decisiones productivas a nivel internacional, sin que las mercancías tengan que desplazarse físicamente de un lugar a otro. El precio mundial del petróleo es el mismo para cada especificación y se establece en Nueva York sin que se mueva un solo barril, pero recogiendo la información generada por productores y demandantes allá donde se encuentren. Digamos que ya no son los países los que determinan lo que van a producir e intercambiar, sino que son las materias primas las que mueven las decisiones empresariales de los países productores en función de su abundancia y de su relativa carestía.

Un par de ejemplos pueden ayudar en este sentido. Por las circunstancias que sean el 60% de la producción mundial de cacao se concentra en dos pequeños países africanos del área del Golfo de Guinea: Ghana y Costa de Marfil, y en lo que se refiere al café son solamente tres: Brasil, Vietnam y Colombia los que producen un porcentaje casi del 70% de las cosechas mundiales de este producto. Los precios de estas materias primas se establecen en las bolsas de Londres y Nueva York y como es lógico las cotizaciones dependen de los factores que hayan influido en el volumen de las cosechas de estos países. Es posible que las condiciones más eficientes para el cultivo del cacao se encuentren en Costa Rica y en Nicaragua para el café, pero esa mayor eficiencia se vería arruinada si los precios se desploman por motivos completamente ajenos a ellos. De esta forma, los mejores productores posibles se lo pensarían dos veces antes de ampliar sus plantaciones, pues se verían abocados a sufrir riesgos especulativos, cuyos resultados vendrían condicionados por factores que no solo no controlan, sino que se producen lejos del entorno que conocen; como puede ser que un viento sahariano destruya las plantaciones africanas de cacao, o que la cosecha cafetera de Brasil alcance niveles récord de calidad y de cuantía. En consecuencia, las producciones y el sentido de los flujos comerciales lo determinan más las cantidades ofrecidas, como propone Ohlin, que la eficiencia -las ventajas comparativas- que determina David Ricardo.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blog.

José Carlos Gómez Borrero

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