Franco Modigliani – Premio Nobel 1985

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El ciclo vital del ahorro y el consumo

No confundir al economista con su compatriota Amedeo, pintor y escultor que murió en 1920 con 35 años, mientras el premio Nobel aguantó hasta los 85. Comparando la fama alcanzada por estos dos representantes del genio latino, el primero recibió el máximo premio de la economía en 1985, mientras el pintor italiano obtuvo otro importante hito, también económico, al conseguir en noviembre de 2017 que su obra “Nu Couché” se rematase en la subasta de Christie´s en 170,4 millones de dólares.

A título de curiosidad, la dotación del Nobel es unas ciento setenta veces menor que la del mencionado cuadro. Sin embargo, hay que añadir que para recibir el Nobel hay que estar vivo, y Amedeo Modigliani llevaba noventa y cinco años retirado de este mundo cuando se remató su famoso desnudo.

Ambos fueron representantes de la exuberancia del sur mediterráneo y aunque Franco se nacionalizó norteamericano, donde emigró huyendo de la legislación antisemita de Mussolini, no pudo hacerlo hasta 1946 pues, desde Pearl Harbor, era formalmente un enemigo. Siempre conservó un temperamento apasionado y sus compañeros corroboraban que donde estuviese Franco estaba garantizado un debate intenso y que su fogoso discurso aconsejaba “no dejarle la tiza”, porque corrías el riesgo de no recuperarla nunca.

La teoría del ciclo vital

Modigliani discutió la posición de la cátedra que proponía que el consumo, y por lo tanto el ahorro, dependían del nivel de renta. La réplica de Modigliani consistía en definir el ahorro como un consumo diferido, pues ahorrar por ahorrar podría calificarse de avaricia, mientras que ahorrar para consumir más tarde era una actitud prudente y que hay que prepararse para que cuando llegue la jubilación no se caiga en la indigencia y se evite depender de la caridad pública.

La genialidad de Modigliani consistió en analizar las necesidades del individuo considerando su ciclo vital, distinguiendo las diferentes fases por las que pasará a lo largo de toda su vida. Algo muy evidente, pero es que la genialidad consiste precisamente en eso, en descubrir algo que después de formularse resulta indiscutible y que todo el mundo se pregunta por qué no se le habría ocurrido antes a él.

Esta sencilla apreciación tiene sin embargo consecuencias de gran calado, pues el ahorro global del país dependerá fuertemente del número de personas que permanezcan en activo y de las que estén percibiendo una pensión. En este sentido, el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida incrementan el porcentaje de la renta que se consume, mientras se procede a la liquidación del patrimonio acumulado.

Las cifras globales del país y más concretamente la inversión del mismo, puede verse seriamente comprometida, teniendo que recurrir al endeudamiento al no existir suficiente ahorro interno para financiarla. Estos desequilibrios pueden lastrar el desarrollo futuro de la nación y la viabilidad de una política presupuestaria compatible con el Estado del bienestar.

Modigliani no es el primero que descubre estas relaciones, pero sí es el que por primera vez se enfrenta con el problema en su conjunto y trata de estructurar el tema del ahorro y el consumo dentro del marco global del ciclo vital de las personas.

Modigliani-Miller

El teorema Modigliani-Miller, o también conocido como el Teorema Mo-Mi, o Mi-Mo, aunque a veces se simplifica aún más y se le llama el Teorema MM, llega a la sorprendente conclusión de que el valor de una empresa es independiente de la estructura de su capital. Es decir, que, en contra de la creencia generalizada de la época, da lo mismo que la empresa se financie preferentemente con recursos propios que con deuda bancaria o con cualquier otro instrumento financiero.

Ya hemos anticipado que la conclusión es sorprendente, pero lo que ambos economistas afirman es que si fuese de otra manera se produciría un arbitraje entre empresas endeudadas y no. De ser así, procederíamos a comprar empresas con gran proporción de capital (infravaloradas), las endeudaríamos – con lo que aumentaría su valor- para venderlas a continuación, embolsándonos unos pingües beneficios por el mero hecho de haber pasado el dinero de un bolsillo al otro. De ahí concluyen, que el valor de la empresa es independiente de la estructura de su financiación.

Dicho esto, y aparte de estas dos aportaciones básicas, conviene añadir que Modigliani se declaró profundamente contrario a los déficits excesivos del sector público, por muy bajos que fuesen los intereses del momento, así como a la indexación de los salarios y las pensiones. Como puede comprobarse, aunque Modigliani falleció en 2003, veinte años después sus mensajes siguen estando de una rabiosa actualidad.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blogJosé Carlos Gómez Borrero

José Carlos Gómez Borrero

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