No es un 8 de marzo más

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146 trabajadoras fallecieron en el incendio de la fábrica textil de Nueva York Triangle Shirwaist en 1911. Muchas de ellas eran jóvenes inmigrantes de Europa, que pasaban allí hasta 12 horas diarias hacinadas y apenas entendían el inglés. El incendio contó con todos los elementos de una macabra escena de terror: una fábrica en la parte alta de un rascacielos, con el mobiliario de madera, las máquinas goteando aceite, y pilas de tejidos por doquier. Uno de los ascensores no funcionaba y una escalera estaba bloqueada para evitar los hurtos de material. Tales irregularidades habían pasado desapercibidas, por la corruptela e indulgencia de las autoridades. El incompleto desalojo se hizo en fila de una en una por la escalera, o en un ascensor con capacidad para 10 personas. En la fábrica había 600 operarias, casi 150 murieron en el incendio, y todo sucedió en apenas 20 minutos.

Las camisas que allí se manufacturaban eran parte de una pujante industria, ubicada sobre todo en Filadelfia y la ciudad de Nueva York. Y representaban la pieza de ropa de moda para la mujer moderna, que trabajaba y estaba libre de las tareas domésticas. Esta estética de falda y blusa clara también se volverá icónica para las mujeres emancipadas de la época. El jurado popular del caso, sin embargo, no encontró indicios de criminalidad en los hechos y los dueños de la fábrica limpiaron su conciencia con las magras indemnizaciones que el seguro pagó a las supervivientes y sus familias.

La tragedia del Triangle Shirwaist marcó un hito en la reivindicación de los derechos laborales y para el movimiento feminista. Días más tarde por las calles de Nueva York marcharon más de 80.000 personas para protestar contra la falta de seguridad en las fábricas. Meses más tarde se aprobó una ley de prevención de fuegos (Sullivan-Hoye Fire Prevention Law).

Una tragedia de estas dimensiones tocó de la opinión pública, y consecuentemente también el de los políticos. El primer presidente de la American Federation Labor, Samuel Gompers, reconoció la excepcionalidad de la tragedia y cómo a su vera se habían aprobado regulaciones para mejorar el salario mínimo, regular el máximo número de horas de trabajo, mejorar la salubridad del lugar de trabajo, y regular el trabajo infantil.

Otros cambios no fueron tan inmediatos. Una semana antes del incendio, se había celebrado por primera vez en Europa el día Internacional de la Mujer. Las americanas llevaban algo de ventaja, pues en febrero de 1909, el Partido Socialista de los Estados Unidos declaró el Día Nacional de la Mujer para recordar la anterior huelga de las camiseras (New York shirtwaist strike) en la que se habían pedido mejoras en las condiciones salariales, y también derechos políticos.

A partir de 1918 el día elegido para reivindicar los derechos laborales de las mujeres fue el 8 de marzo, pero la celebración estuvo durante décadas exclusivamente asociada al comunismo y al sindicalismo de izquierdas. En 1975 las Naciones Unidas celebran el Año Internacional de la Mujer y declaran el 8 de marzo el día Internacional de la Mujer. Eran los ´70, en muchos países las mujeres llevaban décadas incorporadas al mercado laboral, accediendo a la universidad, y muy poco a poco, arañando el techo de cristal.

Este año tuvo un significado especial también para las mujeres españolas, en cuanto a sus derechos. La ley de 2 de mayo de 1975 supuso un avance importante en la capacidad económica de las mujeres casadas. Entre otros, la esposa adquirirá el derecho a gestionar los bienes matrimoniales; y se verá libre de la licencia marital para realizar una actividad mercantil. Advertían las juristas de la época, que la ley sola no barrería todos los obstáculos, pero fue un avance importante.

España cuenta desde 2007 con una ley de igualdad y en ella se establecía la recomendación de introducir mujeres en los consejos de administración. En 2015 el Código Unificado de Buen Gobierno de la Comisión Nacional del Mercado de Valores estableció el compromiso de alcanzar el 30% de consejeras en 2020. Las mujeres en los consejo de administración de las grandes empresas cotizadas superan el 20%, pero un estudio reciente de Conde Ruiz et at señala que, sin negar el avance habido, al ritmo actual, y sin medidas específicas, España necesitará más de 20 años para logar la paridad. Y, con una torva medida economicista, todo esto se traduce en una merma de generación de recursos: si no lo hacen por la igualdad, que lo hagan por la economía.

Autora: Susana Martinez (Universidad de Murcia)

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