¿Por qué comprar un Picasso cuando puedes tener un Bale?

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¿Por qué comprar un Picasso cuando puedes tener un Bale?

02/09/2013 | Simon Kuper – Financial Times Español

El fútbol está tratando de entender la noticia. Se informa que Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, acaba de soltar 100 millones de euros – un récord mundial por una transferencia – por el delantero de los Tottenham Hotspur Gareth Bale. “Es una locura” comenta el entrenador estadounidense Jürgen Klinsmann. De hecho, la cifra probablemente no tiene lógica empresarial. Tampoco la tienen las otras costosas adquisiciones veraniegas del Mónaco o el Paris Saint-Germain. El mercado solo se vuelve lógico una vez que se entiende que el fútbol no es un negocio.

El mejor lugar para entender esto es la habitación de Florentino. Hace una década, el magnate de la construcción se hizo retratar con las cuatro grandes estrellas del Madrid de entonces: Zinedine Zidane, David Beckham, Ronaldo y Luís Figo. Su consejero artístico amplió la foto. “Ahora la fotografía es del tamaño de la mitad de una cama doble”, escribe John Carlin en Los Ángeles Blancos, su libro sobre el Madrid de Florentino. “Sé que mide la mitad de una cama doble porque Florentino me llevó a su habitación para mostrármela”. Este no es el comportamiento de un frío hombre de negocios.

La mayoría de los fanáticos, jugadores, directivos y patrocinadores dirán que el club existe para buscar la victoria en el campo de juego, no obtener beneficios de él. Los economistas deportivos Stefan Szymanski y Pedro García del Barrio estudiaron clubes españoles e ingleses para ver si esto era cierto. Si un club buscara ganancias, tendría que gastar menos de lo que ingresa. Esto significaría limitar los salarios de los jugadores. Pero entonces no podría obtener a los mejores jugadores. Es un intercambio: para lograr la victoria, se sacrifican las ganancias. Para maximizar las ganancias, olvida la victoria. Su descubrimiento no era ambiguo: los clubs no buscan ganancias, sino victorias.

El ganar no es el único objetivo. “El juego se trata de la gloria”, dijo el exjugador de los Spurs Danny Blanchflower. Florentino no está tratando de comprar la maximización de resultados con los mínimos gastos. gastar 100 millones de eu
ros en Bale
es en parte un regalo de mercadotecnia para los fanáticos del Madrid. Les da la emoción de la expectación, lo que podría ser tan divertido como ganar en realidad algo. Bale puede no ser mejor jugador que Mesut Ozil, al que el Madrid está vendiendo, pero es emocionantemente nuevo. Los 100 millones de euros solo aumentan su glamour.

Bale no parece ser la compra más inteligente: no ha sido probado en el nivel más competitivo y una lesión podría disminuir su mágica velocidad. Pero es emocionante. Se mueve como un súper héroe. Billy Beane, director general del equipo de beisbol Atléticos de Oakland, que dio al deporte el concepto de “Moneyball”, se maravilla: “Si él hubiera nacido en los Estados Unidos jamás habría tocado un balón de fútbol. Estaría jugando como receptor abierto de los Jets de Nueva York, o como jardinero central en un equipo de la liga profesional de beisbol o sería el lanzador de un equipo de la NBA.”

Comprar a Bale no es como comprar una máquina que dará un ingreso anual. Es como comprar un Picasso: un bello objeto que da estatus a su dueño. No es extraño que Florentino y el Sheikh Mansour de Abu Dhabi dueño del Manchester City también coleccionen arte, como lo hace la novia de Roman Abramovich dueño del Chelsea.

A pesar del aumento de precios, siguen siendo bastante asequibles. Desde 1990 los clubs han monetizado sus marcas a través de TV de pago y camisetas, primero en Europa y después en todo el mundo. Los ingresos anuales del Madrid se han sextuplicado desde 1997 hasta alcanzar los 513 millones de euros, según la consultora Deloitte. Ningún otro club del mundo gana más. El fútbol no es un gran negocio: en 2011 Matias Mottola, analista finlandés, calculó que en Finlandia el Madrid sería la 132º empresa más grande. Pero el fútbol es un creciente negocio mundial: indios, chinos y estadounidenses verán a Bale en el Madrid.

Otros dueños de clubs apenas se preocupan por el dinero. Forbes calcula la fortuna del ruso Dmitry Rybolovlev dueño del Mónaco, un magnate de los fertilizantes, en 9,1 mil millones de dólares. Forbes piensa que Abramovich tiene 10,2 mil millones de dólares. Esta gente puede gastar 60 millones de libras en un futbolista igual que cualquier aficionado gasta 60 libras en una entrada a un partido.

Los pesimistas siempre están alertando que si los clubes grandes continúan gastando “disparatadas” cantidades de dinero, quebrarán. Pero desde 1931 ningún equipo profesional inglés ha desaparecido para siempre por culpa de sus deudas. La crisis económica europea se ha llevado solo a algunos pequeños. La deuda del Madrid está entre 100 y 500 millones de euros, dependiendo de cómo se calcule. Aunque quebrara, su marca de hecho es inmortal: a la mañana siguiente, alguien encontraría un equipo llamado “Real Madrid”, uniformado de blanco, y los fanáticos lo seguirían. Algo parecido sucedió cuando el italiano Fiorentina quebró en 2002. Al contrario de la creencia popular, los clubs son fantásticamente sostenibles: sobreviven aún cuando quiebran. No se puede ser más sostenible que eso.

Florentino también controla la compañía constructora española ACS. En 2012, a pesar de la recesión en España, tuvo ingresos equivalentes a 75 veces los del Real Madrid. Él sabe lo que es una empresa. El Real Madrid no es una empresa. Es algo más grande que eso.

Why buy a Picasso when you can have a Bale?

09/02/2013 | Simon Kuper – Financial Times English

Football is struggling to comprehend the news. Real Madrid’s president Florentino Pérez has just splashed a reported €100m – a world record transfer fee on Tottenham Hotspur’s forward Gareth Bale. “It’s absolutely crazy,” comments the US coach Jürgen Klinsmann. Indeed, the sum probably does not make business sense. Nor do other huge purchases this summer by Monaco or Paris Saint-Germain. The market makes sense only once you grasp that football is not a business.

The best place to understand this is Mr Pérez’s bedroom. A decade ago, the construction billionaire had himself photographed posing with Real’s four big stars of the time: Zinedine Zidane, David Beckham, Ronaldo and Luís Figo. His art adviser enlarged the picture. “The photograph was now the size of half a double bed,” writes John Carlin in White Angels, his book on Pérez’s Madrid. “I knew it was the size of half a d
ouble bed
because Pérez took me up to his bedroom to show it off to me.” This was not the behaviour of a cool-headed businessman.

Most fans, players, directors and sponsors would say a club exists to seek victory on the field, not profits off it. The sports economists Stefan Szymanski and Pedro García del Barrio studied Spanish and English clubs to see whether this was true. If a club wanted profits, it would have to spend less than it earned. That would mean limiting its players’ wages. But then it would not get the best players. It is a trade-off: to get victory, you sacrifice profits. To maximise profits, forget victory. Their finding was unambiguous: clubs did not seek profits, but wins.

Even winning is not the sole point. “The game is about glory,” the former Spurs player Danny Blanchflower once said. Mr Pérez is not trying to buy maximum results with minimum outlay. spending €100m on Bale is in part a marketing gift to Madrid’s fans. It gives them the thrill of expectation, which is possibly as much fun as actually winning things. Bale may be no better a player than Mesut Ozil, whom Madrid are now selling, but he is excitingly new. The €100m only enhances his glamour.

Bale does not look the canniest of buys: he is unproved at the highest level and injury could diminish his magical speed. Yet he is thrilling. He moves like a superhero. Billy Beane, the general manager of the Oakland A’s baseball team who gave sport the concept of “Moneyball”, marvels: “If he was born in the States he would have never touched a soccer ball. He’d be playing wide receiver for the New York Jets, he’d be playing centrefield for a major-league baseball team or he’d be a shooting guy for an NBA team.”

Buying Bale is not like buying a machine that will provide an annual return. It is more like buying a Picasso: a beautiful thing that gives its owner status. No wonder that Pérez and Manchester City’s owner Sheikh Mansour of Abu Dhabi also collect art, as does the girlfriend of Chelsea’s owner Roman Abramovich.

And despite rising prices, they remain pretty affordable. Since the 1990s clubs have monetised their brands by flogging TV subscriptions and shirts, first in Europe and later worldwide. Madrid’s annual revenues have risen sixfold since 1997 to hit €513m, says Deloitte, a consultancy. No other sports club on earth makes more. Football is not big business: in 2011 Matias Mottola, a Finnish analyst, calculated that Real would be the 132nd-largest company in Finland. But football is a growing global business: Indians, Chinese and Americans will watch Bale at Madrid.

Other football club owners barely worry about money at all. Forbes estimates the fortune of Monaco’s Russian owner Dmitry Rybolovlev, a fertiliser tycoon, at $9.1bn. Forbes thinks Mr Abramovich has $10.2bn. These people can drop £60m on a footballer much as an ordinary punter spends £60 on a match ticket.

Pessimists are forever warning that if big clubs keep spending “crazy” sums, they will go bust. But no English professional club has disappeared forever under its debts since 1931. Europe’s economic crisis has claimed only a few minnows. Madrid’s debt is somewhere over €100m or €500m, depending on which numbers you use. Even if it went bankrupt, its brand is in effect immortal: the next morning, somebody would found a club called “Real Madrid”, dress it in white shirts, and fans would queue up. Much the same thing happened when Italy’s Fiorentina went bankrupt in 2002. Contrary to popular belief, big clubs are fantastically sustainable: they survive even when they go bust. You cannot get more sustainable than that.

Mr Pérez also runs the Spanish construction company ACS. In 2012, despite Spain’s recession, its revenues were about 75 times Real Madrid’s. He knows what a business is. Real Madrid is not a business. It’s something much bigger than that.

Copyright &copy «The Financial Times Limited«.
«FT» and «Financial Times» are trade marks of «The Financial Times Limited».
Translation for Finanzas para Mortales with the authorization of «Financial Times».
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