Joseph Stiglitz – Premio Nobel de economía de 2001

USA's Joseph Stiglitz, Nobel Prize winner for Economics, and President of the Commission on the Measurement of Economic Performance and Social Progress,  arrives at the Elysee Palace in Paris, France, Monday Sept. 14, 2009, for a meeting with France's President Nicolas Sarkozy and other members of the French government. (AP Photo/Philippe Wojazer,Pool)

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Un economista polémico e iconoclasta 

Los tres premiados en 2001 lo fueron por sus trabajos sobre “el funcionamiento de los mercados con información asimétrica”. George Akerlof con su célebre artículo sobre la compra-venta de los coches de segunda mano. Michael Spence, que abordó el tema desde el punto de vista de los operadores más enterados, mientras Joseph Stiglitz prefiere ponerse en la piel de los peor informados tratando de equilibrar estas diferencias de información. 

El Stiglitz polémico 

Como economista académico Stiglitz es un escritor provocador, al que le gusta cuestionar y revolucionar las opiniones consolidadas y un intelectual altamente comprometido con la defensa de su orientación política.  

Su posicionamiento sobre el cambio climático, la globalización y la desigualdad, le han convertido en uno de los conferenciantes más solicitados y uno de los escritores más beligerantes en contra de las políticas económicas liberales. Sus recomendaciones en favor de la decidida intervención del Estado, sobre todo a partir de la gran crisis del 2008, han llevado a calificar sus planteamientos como el nuevo keynesianismo.   

Sus publicaciones son esperadas y leídas con avidez, pues siempre dan lugar a la discusión y a la polémica. Su brillantez expositiva y la originalidad de sus propuestas le llevaron a ocupar los puestos de primer vicepresidente y economista jefe del Banco Mundial, pero, la propia intensidad de su carácter, hicieron que el secretario del Tesoro norteamericano instase su despido. Tampoco ocultó sus críticas a las políticas seguidas por el Fondo Monetario Internacional, radicalizando sus opiniones, de las que se servían los movimientos antiglobalización para justificar la virulencia de sus manifestaciones y algaradas; sin embargo, sus aportaciones económicas están mucho más acordes con la ortodoxia financiera y con la teoría económica clásica, como veremos a continuación. 

Seguros, y Banca  

Volviendo a la información asimétrica y a las decisiones que tienen que tomar los agentes económicos, hemos escogido estos dos sectores para resumir el sentido de sus reflexiones. En el caso del Seguro, la parte más vulnerable del contrato es la entidad aseguradora, que tiene que asumir los riesgos inherentes a su actividad con un conocimiento menor que el del asegurado, especialmente en lo que se refiere al ramo de vida, donde. el que realmente conoce su estado de salud es el cliente. Para compensar esta circunstancia, la compañía puede solicitar chequeos, declaraciones juradas, etc., pero solo hasta un cierto límite, pues si es demasiado exigente solo conseguiría ahuyentar a sus clientes. 

Las propuestas de Stiglitz son más sutiles y sugiere que para recabar una información veraz, se ofrezcan distintos tipos de pólizas, combinando la cuantía de las primas con franquicias de diversos tipos, acotando plazos y causas de la siniestralidad, de tal forma que sea el propio asegurado el que, al escoger una u otra alternativa, revele sus preferencias y oriente al asegurador sobre la magnitud y el origen de los riesgos que vaya a asumir, compensando así el déficit de información del que parte. 

Algo parecido sucede en el ámbito de la Banca. Cuando un empresario acude a solicitar un préstamo, quién conoce la verdadera situación de la compañía que pretende endeudarse no es el banco, que podrá analizar todos los balances y cuentas de resultados y de tesorería que pida, todos ellos anticuados inmediatamente, pero al que, aparte de las garantías colaterales que exija, no le queda más remedio que confiar en la voluntad, o la capacidad de devolución de los fondos, que le merezca su cliente. 

La teoría económica tradicional supone que a mayor riesgo el financiador deberá pedir un mayor tipo de interés, pero para quién no piense pagar, o le resulte muy problemático hacerlo, aunque quisiera, le dará prácticamente lo mismo el coste que le pidan.  

En estos casos, lo que propone Stiglitz no va en el sentido de modificar tarifas, sino en limitar la cuantía de los créditos solicitados. No se trata solo de compartir los riesgos y el estudio de los mismos con otros bancos, ni en caso de impago tener la satisfacción de haberse equivocado en compañía, sino de reducir la exposición excesiva a un solo deudor. A la juiciosa medida de limitar la cuantía de cada préstamo, se añadiría la oportuna diversificación por sectores de actividad, por zonas geográficas y por vencimientos en el tiempo. Otra forma de no equivocarse con rotundidad y de paliar las relativas carencias de información.  

Desde que recibió el Nobel Stiglitz no ha dejado de estar de actualidad. Eso sí, no siempre para alabar sus ideas, y en no pocas ocasiones para lamentar su frecuente presencia en foros, conferencias y publicaciones. En cualquier caso, sus intervenciones nunca defraudan a sus seguidores y tampoco dejan indiferentes a sus detractores.

Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blogJosé Carlos Gómez Borrero

José Carlos Gómez Borrero

 

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