Siguiendo la senda abierta por Akerlof, Michael Spence ha profundizado en el problema de la información asimétrica, situándose del lado de los mejor informados.
La teoría de la señalización
Spence se pone en la piel del empresario que va a contratar a un empleado, que sabe el perfil que desea para ese puesto, pero desconoce las características y la veracidad de las afirmaciones de los candidatos que se presentan para cubrirlo. En este sentido Spence aprecia las aportaciones de los aspirantes, como la presentación de un curriculum bien estructurado, o el adjuntar referencias o avales personales de anteriores empleos.
Los estudios realizados por el aspirante forman una parte importante para fundamentar una decisión, pero no solo por el nivel de conocimientos adquiridos, sino por las cualidades y el esfuerzo que estos suponen. Una carrera superior no implica solo conocimientos y la superación de exámenes complicados, sino la tenacidad y la constancia que exigen unas titulaciones de larga duración, así como la renuncia a percibir ingresos inmediatos, invirtiendo en capital humano, en lugar de sucumbir ante el disfrute personal de un “carpe diem” muy seductor.
Todo lo aportado por el candidato debería demostrar su adecuación para el puesto que se solicita, pero también para expresar la intensidad y el grado de compromiso que pretende asumir con la institución que le contrata
Publicidad, dividendos y búsqueda de pareja
La emisión de señales se realiza prácticamente en todos los ámbitos y sectores. Para visualizar este proceso nos vamos a limitar a tres casos concretos. La publicidad es una actividad tan costosa, que sería absurdo despilfarrar tanto dinero para defraudar a los compradores, sobre todo porque la comprobación de las bondades prometidas es inminente. La publicidad es una forma efectiva de llamar la atención, pero la demostración de su utilidad corresponde al producto. Si éste no va a hacer honor a las expectativas es preferible ahorrarse tantos gastos.
Otra señal importante la constituye el reparto de dividendos por parte de una empresa. La justificación de este reparto no siempre es racional, pues tal vez quien mejor podría rentabilizar esos recursos sería la propia empresa. Sin embargo, el reparto de dividendos es una señal con la que la empresa pretende dar la sensación de una situación desahogada, que en lugar de tener que recurrir al endeudamiento para pagar nóminas y a proveedores, se permite el lujo de entregar parte de su tesorería. Parecer bueno es casi tan importante como serlo.
El tercer campo que hemos escogido nos es muy cercano y podemos comprobar en nuestras propias carnes los éxitos y los fracasos que cosechamos en nuestras relaciones personales. Puede ser un ejercicio curioso si con sinceridad analizamos las señales que emitimos, o que nos lanzaron, para conseguir la atención que deseábamos. Si fuimos suficientemente generosos, si ocultamos celosamente nuestros defectos o si la confesión de los mismos permitió que confiasen en la sinceridad que hacía creíble nuestras promesas.
Puntualizaciones finales
Para terminar esta semblanza cabría preguntarse si, de acuerdo con su teoría de la aportación de señales, Michael Spence debería mencionar en su currículum que durante su época de estudiante en Princeton había sido el capitán del equipo de hockey sobre hielo de su universidad. Por una parte, indicaría su capacidad de liderazgo en un deporte altamente competitivo, pero por otro lado quizás hubiera echado para atrás al decano de Harvard, de cuyo claustro pretendía formar parte, pues la imagen que proyecta un jugador de hockey, forrado de almohadillas y protegido con cascos, pegándose mamporros con sus adversarios, tal vez no sea la más conveniente para visualizar lo que debe representar un miembro del profesorado más elitista de las instituciones académicas norteamericanas.
Cabe señalar también que su actividad científica no se limitó a la teoría de la información asimétrica y queremos destacar dos de sus sugestivas publicaciones. La primera se refiere a la programación televisiva, a la que califica de “competencia monopolística”, valga el oxímoron. La segunda la expone en su último libro “La convergencia inevitable”, en el que augura un porvenir de amplio crecimiento para los países más desfavorecidos. En un mundo globalizado, dice, donde la información es asequible a todos y la comunicación y la movilidad es prácticamente instantánea, Spence , de forma optimista, supone que a la sorpresa que están ofreciendo China e India con su crecimiento espectacular, le seguirán otras naciones para reducir las actuales desigualdades internacionales. Son palabras de un premio Nobel, que ojalá se confirmen para la consecución de una humanidad más justa.
Para conocer un poco más a fondo sobre cada uno de los galardonados recuerda que puedes consultarlo todo en el libro ‘Una corona de laurel naranja’ o entrando al siguiente blog. José Carlos Gómez Borrero