La filosofía del ahorro es una práctica que cada vez está más instaurada en las economías familiares. El concepto “low cost” está cogiendo fuerza. Por ejemplo, en la industria de la alimentación la marca blanca es una opción muy recurrente al ofrecer una calidad similar y, sobre todo, un mejor precio respecto a las marcas propias. Asimismo, en el ámbito de los carburantes se encuentran gasolineras que estando en la misma zona tienen unos precios/litro muy distintos entre sí, pero ¿mantiene la misma calidad? Hay usuarios que argumentan que esto se debe a que lo mezclan con agua u otros componentes más baratos, permitiéndoles así obtener un mejor precio sin afectar a su beneficio por litro. No obstante, la realidad es bien distinta.
España cuenta con 9 refinerías pertenecientes a Cepsa, Repsol y BP. Sin embargo, éstas no son las encargadas de la distribución sino la compañía CLH (única empresa española habilitada al transporte y almacenamiento de productos petrolíferos). Es muy importante tener claro que la producción que sale de las distintas refinerías es de la misma calidad (hay unos estándares internacionales marcados) y precio. Posteriormente, ese “crudo genérico” que CLH transporta, es tratado con aditivos por las gasolineras. Éstos suponen un coste y hacen que incremente su precio.
La gasolina de “pata negra”
Por otro lado, hay grandes distribuidoras de alimentación como Carrefour o Eroski que tienen gasolineras en sus establecimientos. Éstas siempre ofertan precios muy baratos tanto en gasóleo, Sin Plomo 95 o 98. Está claro que su actividad principal no es la venta de combustible sino la de los productos que ofrecen dentro de sus establecimientos. De este modo, pueden operar sin buscar un beneficio directo por litro. Muchos clientes repostan y luego aprovechan para hacer sus compras, es decir, los precios de la gasolina son un reclamo para que luego hagan la compra del día, de la semana o del mes. Por consiguiente, el beneficio es indirecto. Pero cuidado, no se deben confundir estas gasolineras con las “low cost” que sí que buscan un beneficio directo al no tener otra actividad asociada. Las gasolineras de bajo precio ahorran gastos en personal y ofrecen sólo los combustibles principales pero, realmente, lo que hace que el precio tenga una diferencia de casi 10 céntimos respecto a las de “pata negra” es que venden la gasolina según la recepcionan de CLH, esto es, sin aditivos (estabilizantes del combustible, antidetonantes, detergentes, conservantes o lubricantes). Por lo tanto, el uso de aditivos por parte de las distintas marcas que venden combustible al por menor es determinante en el precio final que llega al consumidor.
En relación a los que opinan que el precio más barato es debido a que mezclan los carburantes con agua, deben saber que hay severos controles en toda la cadena de producción (desde el barril de Brent hasta las gasolineras) y las multas son económicas pudiendo, incluso, llegar a cerrar la gasolinera. Estos casos de adulterio los ha habido pero en contadas ocasiones, por lo que no debería tenerse en consideración.
En definitiva, España es un país muy dependiente energéticamente. Los vaivenes en los precios del carburante no son originados por los minoristas ya que no tienen poder de decisión y si por los grandes conglomerados en torno al petróleo como la OPEP (Organización de Países Exportadores de petróleo). Quien se mueve diariamente en coche sabe que la gasolina supone un parte importante del sueldo. No obstante, repostar gasolina más barata puede suponer un perjuicio a medio plazo ya que la falta de aditivos empeora el funcionamiento y reduce la vida útil del coche.
Autor: Daniel Moreno (29 mayo 2017)